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El teniente coronel Francisco José Mimbrero y el CEO de XRF Defense, el informático y empresario canario Gustavo Medina, se encuentran en el interior del laboratorio de pruebas del JCISAT, la Jefatura de Ciberseguridad y Servicios de Asistencia Tecnológica del Ejército de Tierra.

El primero, engalanado en su canónico uniforme caqui, está apoyado sobre el borde de una mesa atestada de pantallas de ordenadores. Tras él hay dos cabinas de simulación, una con un asiento, volante, pedal y caja de cambios lista para conducir un blindado virtual; en la otra, un joystick para volar un helicóptero.

Al otro lado de la estancia discurre una escena aún más interesante. Medina, cuyo rostro queda oculto por unas gigantescas gafas de realidad extendida (XR), extiende los brazos, pellizca el aire, pulsa botones imaginarios y gira el cuello mirando con atención lo que pasa a su derecha, donde no hay nada más que una pared blanca. Parece sumergido en un videojuego.

Gustavo Medina prueba el sistema ARES (Advanced Reality Extended System), la plataforma inmersiva multiusuario de XRF para la cual se requieren unas gafas de realidad virtual.

Gustavo Medina prueba el sistema ARES (Advanced Reality Extended System), la plataforma inmersiva multiusuario de XRF para la cual se requieren unas gafas de realidad virtual. Guille

El empresario se retira el aparato y sonríe. "Lo que hemos creado es pura ciencia ficción, lo vas a ver", se enorgullece, y me coloca las gafas, cuyo software integrado se llama Ares (Advanced Reality Extended System), sobre mi cabeza. Me ajusta las correas y le da al botón de encendido. "¿Listo? Dime qué ves".

Veo la habitación, al fotógrafo de EL ESPAÑOL, al teniente coronel, las manos de Medina moviéndose delante de mí, las pantallas de los ordenadores de la sala del JCISAT.

De pronto aparece enfrente un mapa tridimensional con todo lujo de detalles. Observo con precisión milimétrica y relieve hiperrealista una cartografía terrestre realizada por satélite. Unos pequeños iconos azules que se mueven sobre el terreno son los soldados; los punteros rojos, la inteligencia. Como si me tratara de Zeus, tengo el poder de ver en tiempo real todo el campo de batalla a vista de Dios.

Si toco con el dedo un lugar del mapa me traslado a un callejón o a una avenida levantada tridimensionalmente por el equipo de XRF, como un street view solo que con imágenes brindadas por el Centro Geográfico del Ejército de Tierra. Si levanto las manos y pellizco un lugar aleatorio, puedo ampliarlo o hacerlo más pequeño, o señalar unas coordenadas con el dedo, o reproducir un vídeo; las posibilidades son infinitas.

Simuladores de entrenamiento del JCISAT.

Simuladores de entrenamiento del JCISAT. Guillermo Gutiérrez C. E. E.

Sobre el mapa se reproduce un vídeo de un ataque con drones en Ucrania. Son sólo imágenes de prueba, pero en un caso real "se podrían poner las cámaras de seguridad de una instalación militar o añadir, por ejemplo, siete pantallas con siete drones volando sobre un terreno para ver lo que ven en tiempo real".

En un operativo también podrían estar conectadas, de forma simultánea, las body cams de los soldados desplegados sobre el terreno. Un figurita humana con una malla de color amarillo se pasea a mi alrededor como un fantasma descabezado. "Es una IA inteligente, con la que puedes interactuar; le puedes preguntar cualquier información de lo que está ocurriendo y te habla".

Si giro la cabeza hacia la derecha veo una gran pantalla en la que podría ahora mismo hacer varias videollamadas con los oficiales conectados desde otros mandos de puesto avanzados o desde centros de control y que tengan la misma aplicación de XRF.

Todo esto se conoce como 'plataforma inmersiva multiusuario'. Un entorno tridimensional donde equipos que están dispersos geográficamente pueden visualizar, planificar y tomar decisiones de forma colaborativa. Permite sesiones multiusuario, integrar capas de mapas por satélite, poner streaming de vídeo y hasta controlar drones merodeadores o 'kamikaze' y espía.

Vista de la IA en el interior del simulador.

Vista de la IA en el interior del simulador. XRF Cedida

Además de Ares están Apolo y Colossus. La primera es una aplicación táctica móvil diseñada para las unidades que están desplegadas en el campo, aunque XRF ya trabaja en un sistema para que los soldados tengan acceso a toda esta información con unas gafas integradas en su propio casco. Apolo funciona tanto online como offline y permite a brigadas, equipos de emergencias o unidades militares supervisar, comunicarse y recibir información en tiempo real.

La segunda, Colossus, es una mesa multitáctil de gran formato –unas 72 pulgadas– diseñada para proporcionar un control inmersivo en tiempo real de las operaciones desde centros de mando y control, esencialmente en entornos estáticos, donde se supervisa, planifica y controlan las misiones a distancia.

El objetivo de estas soluciones es dejar atrás aquella imagen anticuada de un grupo de soldados tomando decisiones estratégicas sobre un gigantesco y aparatoso mapa físico y tenerlos a todos conectados viendo lo mismo pese a estar a miles de kilómetros de distancia.

Los tres sistemas, Ares, Apolo y Colossus forman parte de un ecosistema tecnológico o solución completa llamado Compass. "Mejoramos la conciencia situacional de amigos y enemigos, en ocasiones y con las capacidades adecuadas integradas, en tiempo real", afirma Medina.

"Hemos montado un sistema de comunicaciones a nivel táctico y operacional y de nivel de mando avanzado. Es como un office 365. Puedes usar Word, Excel y PowerPoint, pero si usas los tres a la vez tiene más sentido. Eso supone más agilidad y conectividad".

Todo comenzó en Bydgoszcz

Su empresa, XReality Factory, es una start-up tecnológica que lo ha apostado todo por el desarrollo de tecnologías de realidad extendida e inteligencia artificial para facilitar la toma de decisiones en escenarios complejos como los que caracterizan a las Fuerzas Armadas o a los servicios de emergencias.

De hecho, su proyecto nace en 2022 en las islas Canarias tras el desastre provocado por el volcán Cumbre Vieja. Medina y su equipo, que llevaban cinco años desarrollando videojuegos y simuladores, decidió aplicar sus conocimientos para crear una plataforma capaz de ayudar a los servicios de emergencias.

Su primera versión fue implantada en el Centro de Coordinación Operativa Insular (CECOPIN) de La Palma. Esta versión permitía visualizar en 3D las zonas afectadas, simular rutas de evacuación, gestionar recursos y coordinar la información de drones, sensores y satélites.

Gracias a esto, los responsables de Protección Civil y emergencias podían anticipar escenarios de riesgo, planificar operaciones y mejorar la seguridad de los ciudadanos ante catástrofes naturales.

Detalle de un teléfono móvil con el sistema Apolo integrado; de fondo, la mesa Colossus.

Detalle de un teléfono móvil con el sistema Apolo integrado; de fondo, la mesa Colossus. Guillermo Gutiérrez C. E. E.

El éxito del proyecto llevó a XRF a evolucionar hacia otros usos de su software en defensa, seguridad pública y planificación avanzada. El salto a Defensa se fraguó a finales de ese mismo año en la fría ciudad polaca de Bydgoszcz. Gustavo Medina acudió con su sistema a un ejercicio llamado Coalition Warrior Interoperability eXercise (CWIX).

Se trata del mayor evento de interoperabilidad digital de la OTAN, un gran laboratorio de pruebas donde los países hablan de sus sistemas informáticos y de mando para comprobar que todo funciona en una hipotética operación real.

Allí se encontraron con el equipo del teniente coronel Mimbrero, que vio en el simulador de XRF un potencial abrumador. "Siempre estamos buscando soluciones innovadoras y útiles para la transformación digital", explica el militar. "Somos los responsables de asesorar al Ejército de Tierra en esta materia. Vimos en el equipo de Gustavo un sistema más ágil, ligero, capaz de resolver problemas para un gran número de operaciones".

Los apoyaron, les pidieron que militarizáramos el simulador con los estándares de interoperabilidad de la OTAN y demostraran que valían. "Pasamos el examen en 2023. A partir de ahí apostaron por nosotros plenamente".

Gustavo Medina, CEO de XRF, en las instalaciones del JCISAT del Ejército de Tierra, en Pozuelo de Alarcón.

Gustavo Medina, CEO de XRF, en las instalaciones del JCISAT del Ejército de Tierra, en Pozuelo de Alarcón. Guillermo Gutiérrez C. E. E.

Hoy su sistema está desplegado en la Agrupación de Transportes, en el Mando Operativo Terrestre de Canarias y en la Brigada Experimental de la Legión, que se lo llevará en diciembre a sus misiones en Eslovaquia. La ministra de Defensa, Margarita Robles, lo probó hace unas semanas, y hasta la princesa Leonor lo ha utilizado durante su formación militar en la Escuela Naval.

Están presentes en Arabia Saudí, concretamente en el megaproyecto Neom; en la oficina de emergencias de Sao Paulo, Brasil; colaboran con el Ministerio del Interior de Uruguay y están abriéndose paso en el mercado de Estados Unidos.

De momento, XRF cuenta con 36 empleados y factura 4 millones de euros. Pero la idea de Gustavo Medina es duplicar sus beneficios en los próximos años. Están batallando por integrar su sistema en todas las Fuerzas Armadas –acaban de firmar, por ejemplo, un contrato con Navantia– y se encuentran desarrollando un sistema de realidad virtual que vaya integrado en los propios cascos de los soldados.