Diego Fernández es el fundador y CEO de Arquimea, una de las empresas de diseño y fabricación de drones con mayor crecimiento de la industria tecnológica española.

Diego Fernández es el fundador y CEO de Arquimea, una de las empresas de diseño y fabricación de drones con mayor crecimiento de la industria tecnológica española. David Morales E. E.

Reportajes

La fábrica de drones 'kamikaze' de Diego Fernández es una de las mayores de Europa y está en Torrejón: "Hará 10.000 al año"

Arquimea factura 130 M anuales. Aunque el 80% de su negocio se centra en el sector de la defensa, también diseña satélites y elabora piezas críticas para el programa Artemis de la NASA.

Más información: Arquimea y GDELS-Santa Bárbara integrarán munición merodeadora inteligente en vehículos de combate.

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Think big. Do the job. Enjoy life. Son los tres pilares sobre los que se sustenta la filosofía de trabajo de Diego Fernández. Él, doctor en Robótica e ingeniero de Telecomunicaciones, es el cerebro tras Arquimea, la principal empresa tecnológica de fabricación de drones merodeadores –espías y kamikazes– de uso militar en Europa Occidental.

"No temer los retos. Trabajar sin descanso. Disfrutar de lo que se hace. Cualquiera que forme parte de esta empresa debe saberlo. Si hemos tenido éxito es porque no hemos hecho presentaciones, sino demostraciones", asegura en conversación con EL ESPAÑOL. Una producción de 1.500 drones anuales con "capacidad de ampliar a 10.000 el próximo año", una plantilla global de 600 empleados y una facturación de 130 millones de euros anuales dan buena cuenta de que sus máximas funcionan.

Fernandez coge entre sus manos su modelo estrella, el dron Q-SLAM-40, un 'pájaro' gris con alas plegables hecho de piezas de impresión 3D, plástico y grafeno. En su interior, además de una compleja tecnología de comunicaciones con sistemas antijamming y navegación sin GPS, puede llevar valiosas cargas de pago. Es decir, desde una cámara que sirva para espiar al enemigo hasta una cabeza de guerra para atacarlo. Tiene una autonomía de 25 minutos y alcanza 20 kilómetros desde su punto de lanzamiento.

Diego Fernández Infante, CEO de Arquimea, durante la entrevista con EL ESPAÑOL en las instalaciones de la empresa en Torrejón de Ardoz; de fondo, un panel con la cronología con las decenas de misiones espaciales en la que han participado con sus productos.

Diego Fernández Infante, CEO de Arquimea, durante la entrevista con EL ESPAÑOL en las instalaciones de la empresa en Torrejón de Ardoz; de fondo, un panel con la cronología con las decenas de misiones espaciales en la que han participado con sus productos. David Morales E. E.

"Es lo que se conoce como un dron merodeador. Dentro de esta clase, algunos pueden ser kamikazes y otros servir para reconocimiento o incluso de señuelo para atraer las defensas enemigas. Hoy, por ejemplo, es común utilizarlos combinados en enjambres de 50 o más al mismo tiempo. A veces también pueden hacer las veces de defensa antidrón, que sale más barato que utilizar misiles". Una solución ideal para, por ejemplo, el nuevo Muro de Drones que quiere diseñar la UE para protegerse de Rusia.

Fernández señala un lanzador neumático desde el que se disparan sus equipos. "Lo que se requiere son soluciones que tengan cada vez más distancia y autonomía y sistemas avanzados de Inteligencia Artificial. Principalmente porque en los conflictos el enemigo demuestra tener cada vez una mejor capacidad de interferencia de las comunicaciones. Los drones deben ser capaces de ir solos".

Además de este dispositivo, Arquimea ultima un modelo superior, el Q-SLAM-100, que está optimizado para participar en misiones de largo alcance. Cuenta con un sistema de IA más avanzado y con 120 minutos de autonomía y 70 kilómetros de alcance.

Frente a este aparato, Fernández muestra otro dron con pintura de camuflaje mucho más pequeño. Lo llaman Q-SCOUT. Se presentó hace unas semanas en la feria DSEI 2025 de Londres. Consiste en un dron autónomo para misiones militares subterráneas en túneles y espacios de difícil acceso.

Los drones Q-SLAM-100, aún en fase de desarrollo, forman parte de la nueva generación de merodeadores de Arquimea.

Los drones Q-SLAM-100, aún en fase de desarrollo, forman parte de la nueva generación de merodeadores de Arquimea. David Morales E. E.

De Defensa a la Marina

Gracias al know how de Arquimea, en 2023 el Ministerio de Defensa les adjudicó un contrato marco que supuso la entrada oficial de la empresa de tecnología como proveedor estratégico de munición merodeadora para las Fuerzas Armadas. "Son más de 1.000 drones al año". El empresario también recuerda que, junto a su equipo de I+D, también están trabajando con los de Margarita Robles "en el diseño de la nueva generación de drones".

Si bien Arquimea no suele revelar directamente datos específicos de los destinatarios de sus productos militares amparándose en la confidencialidad de sus contratos, Fernández confirma a EL ESPAÑOL que acaban de firmar un contrato con General Dynamics-Santa Bárbara "para integrar los drones en sus tanques y vehículos blindados" y que está trabajando con Navantia "para poneros en sus buques".

"Hay tres compañías que nos vemos las caras en todas las competiciones internacionales. Una es de Israel y la otra de Estados Unidos. La tercera es la nuestra. Ahora estamos compitiendo por hacernos con un gran contrato de dotación de drones para los Marines estadounidenses. Sería un gran hito: una empresa española suministrando tecnología nacional a los americanos".

Además, recuerda que acaban de adquirir Perseo Techworks, lo que refuerza su presencia en la producción de drones submarinos para misiones de reconocimiento y acción –desde vigilancia costera a detección de minas u operaciones de sabotaje– en entornos marítimos.

Vista de varios drones Q-SLAM-40 con las alas sin desplegar y en sus tubos de transporte.

Vista de varios drones Q-SLAM-40 con las alas sin desplegar y en sus tubos de transporte. David Morales E. E.

En esa línea, en la de la integración de drones en plataformas para mejorar la rapidez y el alcance, es por donde pasa el futuro a corto plazo de la empresa. Fernández pone como ejemplo la presentación que hicieron a finales de septiembre en el Foro de Toledo. "Mostramos un dron lanzado desde un helicóptero NH90 del Ejército de Tierra, algo que no se había hecho antes. Partió de una colaboración con Airbus".

PREGUNTA.– ¿Qué pasa con la indetectabilidad? ¿No es una de las prioridades de la nueva generación de drones de combate? ¿Hacia dónde se dirige el I+D del mercado?

RESPUESTA.– No merece la pena introducir tecnologías de indetectabilidad porque son demasiado caras. La nueva estrategia de uso de drones pasa por utilizar una gran cantidad de ellos, como hizo Irán cuando atacó a Israel o hace Rusia contra Ucrania, que lanza cientos al día. Los sistemas de defensa antiaérea te detectan, pero saturas tanto las defensas enemigas que alguno siempre pasa. La tendencia de la industria va hacia la producción a gran escala, que es más barata y eficaz, para crear este tipo de enjambres.

Integración de un dron merodeador de Arquimea en un helicóptero NH90

P.– ¿Se están abaratando los costes de producción? ¿Cuánto cuesta un dron?

R.– Aunque no puedo dar cifras concretas, puedo decir que cuesta mucho menos que un misil. En cualquier caso, el problema de la fabricación de los drones de uso militar no es el precio sino la soberanía tecnológica.

P.– La soberanía tecnológica es el caballo de batalla de la industria militar europea.

R.– Hoy China es el principal suministrador de gran parte de la electrónica de los drones comerciales del mercado. Nosotros no podemos depender de otros países. Cada uno debe tener su propia cadena de suministro. Si tienes componentes americanos o israelíes, puedes encontrarte con un embargo de armas o de tecnología a Israel o con un cambio de estrategia de Estados Unidos. Ante una situación así, una empresa se puede quedar sin producto. Nosotros hemos hecho un esfuerzo muy grande por ser autónomos. Casi todos nuestros proveedores son españoles, y los que no lo son tienen nuestra plena confianza y sabemos que siempre nos suministrarán. No dependemos de tecnología extranjera.

P.– ¿Hasta qué punto el Gobierno de España es consciente de la necesidad de apostar por la independencia estratégica?

R.– La tendencia de España es apostar por la tecnología nacional y soberana. Vivimos un momento apasionante porque el Gobierno se ha dado cuenta de que necesita apoyar empresas tecnológicas como la nuestra para tener soberanía y no ser dependientes. Hace cinco años algo así era impensable: todo se lo comprábamos a Israel o a Estados Unidos. Nosotros, que tradicionalmente nos hemos dedicado al sector aeroespacial, vendíamos más fuera que dentro. Antes, nuestras ventas de productos de defensa en España eran de un 10%. El resto lo exportábamos. Hoy la defensa supone un 80% de nuestra facturación y sólo España constituye la mitad de nuestro negocio.

Del 11-M a Hollywood y la Luna

Diego Fernández insiste en que Arquimea no es una empresa militar, sino una compañía tecnológica que ofrece soluciones a la sociedad en materia aeroespacial, de defensa, de salud y de energía. Su equipo tiene sedes en Madrid, Estados Unidos, el sudeste asiático y prepara una nueva en Alemania, y trabaja en sectores muy diferentes que van desde la robótica médica y la electrónica cuántica hasta la computación avanzada. "Nos enorgullecemos de decir que en nuestra plantilla hay más de 50 doctores", remarca.

Precisamente de ese espíritu innovador, de mejorar el sistema, es de donde nació Arquimea. "Han pasado ya 20 años", dice con una sonrisa nostálgica. Entonces Fernández era un ingeniero que trabajaba para Airbus. Todo cambió, curiosamente, tras los atentados terroristas del 11 de marzo y, concretamente, después de conocerse que los explosivos utilizados en Madrid provenían de un robo de material de una mina de Asturias.

Vista del modelo de dron XX presentado en Londres, con capacidad para introducirse en pequeños túneles.

Vista del modelo de dron XX presentado en Londres, con capacidad para introducirse en pequeños túneles. David Morales E. E.

"Me quedé impactado. Fue ahí cuando me di cuenta de que en España no existían sistemas para evitar el robo de explosivos de minas. Así que desarrollé una patente". Diego Fernández creó un microchip cuya finalidad era localizar este tipo de materiales sensibles para evitar su manipulación y mal uso. Así, montó su compañía con el pretexto de poner bajo su nombre este invento.

"Poco después dejé Airbus y empecé a volcarme en el sector aeroespacial, que ha sido nuestro core durante estas últimas décadas. Al mismo tiempo nos metimos en el sector de la defensa haciendo una joint venture con Expal, que entonces pertenecía a Maxam. Ellos tenían el 51% y nosotros el 49%. Desarrollábamos tecnología para apoyar la munición que creaban. Cuando crecimos, compramos ese 51%".

Mientras Arquimea apuntalaba su trayectoria en defensa –en 2017 llegaron a desarrollar su primer dron militar, el Shepherd-MIL, de observación avanzada–, gran parte de su actividad se centró en su otra línea de investigación y desarrollo: el sector aeroespacial.

Porque Arquimea también diseña y produce componentes críticos de satélites: actuadores, sensores, microchips de espacio, sistemas electrónicos de control, cables y conectores cualificados para entornos extremos y electrónica embarcada. Es una de las compañías líderes en el mundo en la fabricación de heat pipes, mantas térmicas y paneles termo-estructurales, todos ellos elementos clave para la gestión de la temperatura.

Arquimea, la fábrica de drones merodeadores de Diego Fernández en Torrejón de Ardoz

Gracias a ello colaboran activamente con la Agencia Espacial Europea (ESA), el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial (INTA) e incluso con la NASA. Sus soluciones han volado en la Estación Espacial Internacional (ISS), en los satélites Galileo o en el español SpainSat.

"Ahora participaremos en la misión Artemis que llevará astronautas a la Luna como uno de los principales contratistas. La nave lleva unas comunicaciones y un habitáculo que se han hecho en esta fábrica de Torrejón de Ardoz".

Pero más allá de la defensa y el sector aeroespacial, Arquimea es un gran promotor de I+D. Cuenta con otra compañía, Kaudal, que ayuda a start-ups españolas a financiar sus proyectos I+D tiene un centro de investigación tecnológico en Canarias, ARQUIMEA Research Center, que explora soluciones de biotecnología, IA y robótica, y un centro de excelencia en cuántica llamado QCIRCLE. "Una vez que vemos que una tecnología desarrollada por nuestro equipo tiene futuro, desarrollamos una spin-off".

Así es como nacieron proyectos como MOLEFLY, que busca una cura para el ELA y ya ha comenzado ensayos en humanos, o VOLINGA, que desarrolla un software de IA utilizado por los estudios de Hollywood para facilitar el rodaje en exteriores. "Netflix y Universal Studios ya son nuestros clientes. Los primeros lo están utilizando para rodar una nueva serie de televisión".

Vista de uno de los lanzadores neumáticos con los que se despliegan los drones Q-SLAM-40 de Arquimea.

Vista de uno de los lanzadores neumáticos con los que se despliegan los drones Q-SLAM-40 de Arquimea. David Morales E. E.

Arquimea Invierte más del 10% de su facturación anual en I+D, lo que la sitúa entre las empresas españolas con mayor esfuerzo tecnológico. Aparte, posee más de 200 patentes activas y numerosos desarrollos duales con aplicaciones tanto civiles como militares que tienen presencia en al menos 40 países.

La empresa de Diego Fernández, en definitiva, se ha convertido en la viva representación de cómo España puede fabricar tecnología soberana, rentable y puntera. Al jugar en las grandes ligas del tablero global de la innovación, ha demostrado que el 'think big, do the job y enjoy life' que predican las tres líneas horizontales de su logo no son sólo un lema, sino una filosofía de vida. "Por ello nuestro nombre, Arquimea, viene de Arquímedes, el primer gran científico que comprendió cómo la tecnología y la ciencia podían cambiar el mundo".