Santos Cerdán a la llegada a su domicilio en Milagro (Navarra) el jueves, donde lo acompaña su esposa, Paqui.

Santos Cerdán a la llegada a su domicilio en Milagro (Navarra) el jueves, donde lo acompaña su esposa, Paqui. EFE

Reportajes

De la celda de Soto al encierro en Milagro: Cerdán sólo sale para ver a su hermana y recoger tuppers en casa de sus padres

Las persianas de su chalet están bajadas. Sólo lo acompaña Paqui Muñoz, su esposa, ya que su hija estudia en Madrid.

Más información: 'La Paqui', entre Moncloa y El Corte Inglés: la mujer de Cerdán "gastaba y gastaba" y Sánchez la invitó a cenar como desagravio.

Milagro (Navarra)
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Las campanas de la basílica de Milagro (Navarra) llaman a misa, el termómetro no supera los cinco grados y la lluvia ya empapa el empedrado. Los pocos vecinos que se dejan ver en el pueblo de Santos Cerdán tratan de hacer vida normal: una visita a la farmacia, un café en el bar Europa, el canónico carajillo de la media tarde.

Pero la inquietud les recorre el espinazo. Se sienten observados. Temen ser asaltados por un micrófono o una grabadora. Sobre todo los que pasean cerca del número 33 de la calle Pintor José Ibáñez Viana. Allí, en su búnker-madriguera, se encierran el ex secretario de organización del PSOE y su esposa, 'la Paqui'.

Las persianas están tan bajadas que ni siquiera se ven las microperforaciones entre las lamas. Es un fortín inexpugnable. El Álamo navarro.

Santos Cerdán aparca en el garaje de su casa en Milagro (Navarra).

Santos Cerdán aparca en el garaje de su casa en Milagro (Navarra). EFE

Lo es, al menos, desde las 00:30 de la madrugada del jueves, cuando el que fue lugarteniente de Pedro Sánchez y miembro de honor de la banda del Peugeot llegó a Milagro desde Soto del Real tras 142 días en prisión.

Cruzó el garaje de su chalet acompañado de Paqui Muñoz Cano, madre de su hija Alba. Ella estudia Medicina en Madrid, así que Santos y Paqui están solos.

Un pueblo dividido

Algunos milagreses tienen recelo de hablar de quien no debe ser nombrado. "Yo es que prefiero no opinar. Esto es un pueblo de 3.000 habitantes y aquí se sabe todo", comenta un hombre con gafas mientras se escabulle tras una esquina.

"A algunos les cae bien y a otros mal, yo no puedo decir más", añade una joven que sale a hacer jogging.

En uno de los bares del centro de Milagro cinco marroquíes toman un cortado. El asunto ni les va ni les viene. Dentro está puesta La Sexta.

Se reproducen titulares sobre la inhabilitación de Álvaro García-Ortiz y sobre los 24 años que la Fiscalía Anticorrupción pide para José Luis Ábalos. Y, tras alertar Ferreras de que cada vez más jóvenes simpatizan con Franco, aparece la fachada de la casa de Santos Cerdán.

"Hoy sois los protagonistas, ¿eh?", le pregunta un forastero al camarero.

"Antes se nos conocía por las cerezas, no por él", lamenta el segundo.

Precisamente el Día de la Cereza, celebrado el pasado 8 de junio, es la última vez que los milagreses vieron a Santos Cerdán en sus calles. Toda la familia del político –sus padres, su hermana, algunos primos– viven en el pueblo.

Él nació en Milagro en 1969 e hizo su carrera, primero, trabajando como técnico de mantenimiento en empresas agroalimentarias como Iberfruta o Bonduelle y como concejal y portavoz del grupo municipal del PSOE. En 2011 pasó al Grupo Socialista en el Parlamento de Navarra.

Santos Cerdán a la salida de prisión la tarde del miércoles.

Santos Cerdán a la salida de prisión la tarde del miércoles. EFE

Tras la visita de Pedro Sánchez y Begoña Gómez a Milagro en 2017, y después de dar el salto a la política nacional en 2019 como diputado, se alejó físicamente del pueblo pero no emocionalmente. Cada 10 o 15 días subía a Milagro para estar en contacto con sus allegados. "Siempre ha sido muy de los suyos".

Sin embargo, desde que la UCO lo señaló como cabecilla de una presunta trama vinculada a la concesión irregular de obras públicas a cambio de "mordidas", se empezó a distanciar aún más.

Tras un largo trayecto bajo unas calles cada vez más frías y húmedas en las que sólo aparecen gatos callejeros y los faros de alguna furgoneta blanca, un hombre ecuatoriano asegura conocer personalmente al susodicho.

Afirma haber coincidido con él en Bonduelle cuando la fábrica aún se llamaba así y el socialista era jefe de línea.

Se atreve a decir que es "mala gente" y su opinión es como la que tienen sus enemigos: "Debe estar en la cárcel". No da más detalles y desaparece bajo la excusa de que ha de ir a trabajar.

Otros milagreses, sin embargo, lo defienden a capa y espada. Creen que es un chivo expiatorio. Un paria instrumentalizado por Sánchez. Un pobre hombre que "está pagando por otros". O que, peor aún, "está siendo víctima de una cacería" auspiciada por la derecha.

"Lo están dejando caer", replica una mujer mayor a dos calles de la casa de Santos Cerdán. Se dispone a entrar en su portal.

"Pero, señora, ¿acaso que el juez lo haya mandado a Soto del Real para evitar que destruya pruebas críticas para la investigación no es suficiente motivo para, al menos, dudar de su inocencia?". Frunce el ceño, pega muy fuerte los labios y cierra la puerta.

El itinerario de Cerdán en Milagro

Quien sí guarda cautela con lo que dice y lo que hace es Santos Cerdán.

El gran protagonista de Milagro no ha podido evitar las fotografías, pero sí dar declaraciones. Al salir por la mañana de su búnker llevaba gafas de sol y cara de pocos amigos. De su boca no salió una palabra más allá de un tenue "cuidado" que le dirigió a un periodista para no atropellarlo.

Fachada de la casa de Santos Cerdán en Milagro.

Fachada de la casa de Santos Cerdán en Milagro. EFE

"Está más delgado que de costumbre", asegura otra vecina. Lo vio por la televisión hacia las 11:00 de la mañana del jueves. Santos Cerdán llegaba a su casa, solo, a bordo de su Volvo gris. Se había escabullido de la prensa, probablemente a primera hora.

Después ha vuelto a salir para dirigirse a casa de sus padres. "Él está muy mayor y muy enfermo", confiesa, refiriéndose a su progenitor. "Por lo que he visto, ha salido de casa de ellos con un tupper".

Al mediodía ha vuelto a su domicilio para recoger a Paqui. Se ha quedado en el coche frente a la puerta de su garaje mientras ella salía con un abrigo de plumas, la capucha puesta, la cara tapada y una bolsa. "Han ido a ver a Belén, la hermana de Cerdán".

Hacia las 18:00 de la tarde, ambos estaban de vuelta en el número 33. Las persianas seguían cerradas a cal y canto. Lo único que se atisbaba a ver tras las palmeras de su jardín era una sombra que se movía y una luz cálida, hogareña.