David G. Maciejewski
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"Mete las dos papeletas sin que nadie te vea". La frase de Santos Cerdán a Koldo resonará en los anales de la historia de la política española como un inefable martillazo de realidad.

Corría el 13 de julio de 2014, fecha en la que se celebraron las primarias que encumbraron a Pedro Sánchez como secretario general del PSOE con un 48% de votos. 64.000 papeletas con las que descabalgó a sus dos rivales, Eduardo Madina y José Antonio Pérez Tapias.

Eran las seis de la tarde. Las urnas todavía estaban abiertas. Cientos de militantes socialistas aún no se habían pronunciado, pero Cerdán, que era parlamentario en Navarra, ya tenía urdida una estrategia para, presuntamente, amañar las elecciones.

"Cuando termine, apuntas como que han votado esos dos que te faltan sin que te vea nadie y metes las dos papeletas". Pocos segundos después, llegaba la respuesta del que sería el futuro asesor de José Luis Ábalos: "Ya está".

No cabe duda de que la conversación, a la que ha tenido acceso EL ESPAÑOL, fue mantenida por Koldo García Izaguirre y el propio Cerdán. El primero tenía guardado al secretario de Organización como 'Santos jefe psoe'. Las capturas de los mensajes fueron trasladadas por la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil al magistrado del Tribunal Supremo Leopoldo Puente.

"Orden directa de Susana"

Medio año después de aquella votación, en diciembre de 2014, con Sánchez ya encumbrado como secretario general, hubo la primera sospecha de pucherazo al margen de las conversaciones de Santos Cerdán y Koldo.

Ocurrió en Los Palacios, Sevilla, cuya agrupación socialista es una de las más importantes de la provincia. Un gran caladero de votos en el feudo del PSOE por excelencia.

El presidente de la mesa, Francisco Rodríguez López, denunció ante la dirección del PSOE de Sevilla que se había producido "una estafa impropia de nuestro partido".

Se refería a una supuesta trama urdida por el exalcalde de Los Palacios, el socialista Antonio Maestre, y su secretaria de organización local, Rosario Gavira Maestre, para engrosar el número de votos de Sánchez y aumentar los índices de participación en su localidad.

La denuncia, publicada en su día por ABC, señalaba una "gravísima manipulación en la Agrupación de Los Palacios y Villafranca" producida durante "el proceso de primarias para la elección del secretario general del PSOE, el cual tuvo lugar el 13 de julio de 2014".

Los denunciantes argumentaron que Maestre, acechado por los reiterados escándalos de corrupción, quería demostrar su fuerza simulando una gran participación de voto a favor del entonces candidato de Susana Díaz. "Antonio Maestre le dio instrucciones concretas [a Rodríguez]. Como, por ejemplo, que el proceso debía ser alterado por orden directa de la dirección regional y provincial".

"Así se iba a proceder en la mayoría de las agrupaciones provinciales debido a la fecha en la que se celebraba el proceso", añadió la denuncia.

Ante las reticencias de Rodríguez, Maestre le dijo "que era una orden directa de la presidenta Susana Díaz y que él sabría a quién se enfrentaba".

Un día después del conocimiento de la gravísima acusación, el 3 de diciembre, la Ejecutiva del PSOE de Sevilla abrió un expediente de información reservada sobre el presunto amaño. "La manipulación se materializó en distintas fases para que la participación no incitara a sospechar a los interventores de las candidaturas de Eduardo Madina y Pérez Tapias".

Tanto Maestre como Gaviria negaron las acusaciones. "Es rotundamente falso que haya dirigido el voto o, más aún, amenazado a alguien durante ese proceso de primarias. O que esa amenaza vaya relacionada con mi actividad profesional o personal", defendió el exalcalde de Los Palacios.

Dos días después, dimitió. El escándalo del presunto pucherazo se sumaba a una serie de sospechas de corrupción que acabaron dinamitando su carrera política (y llevándolo a una condena de 14 meses de cárcel por parte de la Audiencia de Sevilla).

El caso se resolvió forzando la renuncia de Maestre, creando una gestora y nombrando a una nueva candidata, Belén Gayango.

"He visto a Sánchez coger la urna"

Pasaron dos años hasta que llegó una tercera denuncia de pucherazo en tiempos de Pedro Sánchez. Esta vez, no obstante, él fue uno de los principales involucrados. Ocurrió el 1 de octubre de 2016, en el Comité Federal del PSOE.

El partido se desgajaba por el desgaste político, la división interna, las guerras de poder entre Sánchez y sus adversarios, encabezados por quienes hacía unos años lo habían apoyado, esto es, Susana Díaz y la mayoría de barones e históricos del PSOE.

El sector afín al actual presidente del Gobierno, que entonces parecía minoría, quería que el Comité Federal celebrara un congreso extraordinario y elecciones primarias para que Sánchez saliera elegido, echar a Rajoy –moción de censura mediante– y alcanzar la presidencia.

El resto quería que se fuera.

Los sanchistas, con el respaldo de algunos miembros de su Ejecutiva, decidieron votar. Como el Reglamento del partido permite celebrar una consulta si así lo decidía el Comité Federal, pero no establecía los términos de votación, se trató de imponer una fórmula que favoreciese a Sánchez: el voto secreto, en urna, en vez de la tradicional voto a mano alzada.

La urna fue colocada por el sector afín a Sánchez detrás de una mampara para que se votara en secreto si se quería (o no) una convocatoria extraordinaria y unas primarias exprés.

Pero no había control. No había censo. No había interventores. Las sospechas de manipulación comenzaron a bullir, e incluso hubo gritos de "pucherazo", "sinvergüenza", "fuera" y "fraude".

De hecho, el entonces secretario del PSOE en Madrid, Tomás Gómez, aseguró recientemente, en declaraciones recogidas por Espejo Público, que él había visto al líder socialista amañar elecciones.: "He visto a Pedro Sánchez coger una urna y meterla detrás de un biombo para cambiar el resultado de una votación".

Este diario ha tratado de ponerse en contacto con Gómez, pero ha rechazado la propuesta por motivos familiares.

La crisis interna de aquella jornada fue tan intensa que la propuesta de urna se suspendió. Finalmente, se convocó una votación a mano alzada y Sánchez fue derrotado.

Ese mismo día dimitió como secretario general, culminando uno de los grandes desgarros del PSOE.

Un año después, el 21 de mayo de 2017, Sánchez volvió a ganar las primarias del partido frente a Susana Díaz y Patxi López. Por cierto, el presidente, en su Manual de resistencia, fue el encargado de custodiar los avales recogidos por los militantes que apoyaban a Sánchez.

"Valga contar que una vecina del edificio le ofreció su baño para que se duchara porque él no quería dejarlos sin vigilar ni un solo momento", relató el socialista.

El escándalo Aguilar-Zarrías

Cerdán no es la primera figura del actual aparato socialista vinculada a un posible pucherazo.

Gaspar Zarrías, quien fuera uno de los hombres fuertes de Manuel Chaves en la Junta de Andalucía y, hasta ahora, uno de los súper fontaneros del PSOE en la sombra, también estuvo vinculado a un escándalo de fraude electoral en 1998.

Ocurrió en Jaén, donde Zarrías era secretario general del partido desde 1994. De nuevo, el contexto eran unas primarias. En ellas se enfrentaban Josep Borrell y Joaquín Almunia, el candidato favorito de Ferraz, que llevaba de secretario general del PSOE desde junio de 1997.

Almunia después perdería las primarias frente a Borrell, aunque 13 meses después renunció a su candidatura por el escándalo protagonizado por dos de sus excolaboradores, acusados de corrupción.

No obstante, hubo un militante socialista jienense, Manuel Aguilar, que denunció, autoinculpándose, que en hubo un fraude electoral.

Es más, aseguró que Gaspar Zarrías le había ofrecido a él y a otras dos personas más un puesto de trabajo a cambio de amañar el proceso e introducir cientos de votos a favor de Almunia.

Aguilar aseguró que había introducido 65 votos a favor de Almunia y que Zarrías le había ordenado meter al menos 100.

"El único y exclusivo hecho cierto de la denuncia efectuada por el afiliado Manuel Aguilar es que introdujo fraudulentamente y con amenazas un número indeterminado de votos en la urna el día de la votación", aseguró la Comisión, negando la participación de Zarrías.

Tal denuncia se planteó ante la Comisión Federal de Garantías. Zarrías, que siempre negó lo ocurrido, presentó en los juzgados de Jaén una querella por injurias y calumnias contra Aguilar.

Zarrías aseguró que Aguilar había sido alentado por el PP para dañar su imagen y, a la postre, la del PSOE.

El caso obligó al PSOE a iniciar una investigación interna, la cual se resolvió admitiendo el "pucherazo" de Jaén y expulsando del partido a Aguilar. Sin embargo, exculpó a Gaspar Zarrías de cualquier tipo de participación en el amaño de las urnas.

Pero la gran pregunta seguía latente. ¿Por qué, de la noche a la mañana, un hombre como Manuel Aguilar, que no ha tenido ningún tipo de cargo político, decidió denunciar que había votado fraudulentamente por Almunia?

Hay quien dice que no le dieron lo que le prometieron; es decir, un puesto en la diputación de Jaén.

Gaspar Zarrías continuó siendo Secretario General del PSOE en la provincia hasta 2010 y también fue vicepresidente Primero de la Junta de Andalucía y Consejero de presidencia entre 1996 y 2009.

En abril de 2009 acompañó a Manuel Chaves al Gobierno central tras su nombramiento como vicepresidente tercero de Zapatero, ocupando el cargo de Secretario de Estado de Cooperación Territorial en el Ministerio de Política Territorial.

Entre 2011 y 2015 fue diputado en el Congreso por Jaén y, en 2016, renunció al escaño tras ser imputado en el caso de los ERE.

Su proximidad a Chaves y el papel que jugó en las sucesivas ejecutivas socialistas lo convirtieron en figura clave en las redes de poder y en un "maestro de ceremonias" detrás de bambalinas.

Una suerte de súper fontanero que, durante su estapa en Andalucía, que duró cinco legislaturas consecutivas, logró que no ocurriera nada en su territorio sin su conocimiento ni su consentimiento.

Fue Zarrías quien contrató a Leire Díez en 2024 para su consultora Zaño. Durante aquella época, la fontanera de Santos Cerdán aprovechó para recabar pruebas para dañar a la UCO, a jueces y fiscales.

De hecho, ofreció a EL ESPAÑOL un vídeo sexual sobre José Grinda que este medio se negó a publicar.

¿Pucherazos desde 1936?

En las elecciones del 16 de febrero de 1936, varias formaciones de izquierda se agruparon en el llamado Frente Popular. Los principales eran el PSOE, Izquierda Republicana (IR) y el Partido Comunista de España (PCE). La derecha hizo lo propio en la Confederación Española de Derechas Autónomas (CEDA). Se esperaba que el resultado fuese muy ajustado.

Ese día comenzó con explosiones de violencia en varias regiones, sobre todo en Madrid, Galicia y Andalucía. Pese a ello, la votación se llevó a cabo y a las 20:00 horas se anunció la victoria de la derecha.

El presidente del Gobierno de la Segunda República, Manuel Portela Valladares, de ideología liberal moderada, dijo que todavía era posible una victoria de la izquierda en una de las regiones más importantes de voto: Cataluña.

Esto provocó que grupos anarquistas y comunistas protagonizaran una ola de violencia en todo el país que dejó decenas de muertos y heridos. En medio de la tensión, Valladares dimitió el 19 de febrero junto con todo su Gobierno, y concedió la victoria al Frente Popular.

Manuel Azaña, el líder de la izquierda, fue investido como presidente antes de la finalización de los recuentos en provincias importantes como Coruña, Valencia y Málaga. El nuevo Gobierno tenía que finalizar con el proceso electoral.

Algunos historiadores sugieren que las nuevas autoridades electorales realizaron conteos amañados o que hubo intimidaciones o eliminación de votos para asegurar la victoria de la izquierda. Aparecieron actas con raspaduras, tachaduras y borrones; dígitos cambiados para añadir más votos y escrutinios a puerta cerrada sin testigos.

En varias circunscripciones, el Frente Popular se alzó con victorias repentinas y pasaron de 213 escaños a 263 al final de los comicios. La derecha quedó con 156 escaños. Estudios hechos años después estimaban que la derecha había obtenido entre 223 y 228 escaños, mientras que la izquierda, entre 226 y 230. Es decir, un resultado mucho más ajustado.