La Guardia Civil, este miércoles, desplegada en Prado Negro, la pedanía de Huétor Santillán (Granada) donde se ha producido el secuestro.

La Guardia Civil, este miércoles, desplegada en Prado Negro, la pedanía de Huétor Santillán (Granada) donde se ha producido el secuestro. Efe

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La Guardia Civil detiene a Pedro, el "cazador" atrincherado 14 horas con la mujer de Juan al que tiroteó en Granada

Pedro Fernández es conocido por haber regentado "un puticlub". La Policía Judicial baraja tres hipótesis: "problemas mentales", "rencillas vecinales" con la víctima, incluso "celos" por haber mantenido una relación con la rehén.

Más información: Un hombre de 60 años con problemas mentales mata a un vecino y se atrinchera con la mujer del fallecido en Granada

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Catorce horas de locura. Es el tiempo que ha durado el atrincheramiento de Pedro Fernández Fernández (1964) con una rehén y con dos armas con las que amenazaba de muerte a Lourdes, a cuya pareja había matado este vecino de Prado Negro: una pedanía de Huétor Santillán (Granada). La tragedia no ha sido mayor gracias a la labor negociadora de la Guardia Civil que ha logrado convencer a Pedro, para que se entregue a las 4.45 horas de la madrugada de este jueves.

EL ESPAÑOL ha podido saber por fuentes de la Guardia Civil que Pedro antaño "regentaba un club de alterne", situado a la altura de Guadix, y utilizó "un arma corta" para descerrajar dos disparos a su vecino: Juan Vargas, de 67 años. A continuación, tomó como rehén a la pareja del fallecido: Lourdes.

A las tres de la tarde de este miércoles, el miedo se apoderó de Prado Negro, una pedanía granadina de Huetor Santillán con apenas medio centenar de vecinos. Pedro, de 61 años, esperaba dentro de su coche para usarlo como ariete para embestir el vehículo en el que viajaba la pareja.

Tras el siniestro vial, este empresario sexagenario que "es cazador", con experiencia como tirador deportivo y con licencia de armas, se bajó de su vehículo para descerrajar "dos disparos" a la pareja de la mujer con la que mantenía "desavenencias", según apuntan las citadas fuentes del Instituto Armado. De forma que Juan Vargas, un pobre jubilado, murió dentro de su coche casi en el acto.

El siniestro vial movilizó a los bomberos, pero cuando llegó el retén se destapó que no había sido una colisión de tráfico fortuita, sino algo supuestamente premeditado. "Al acercarse los bomberos para atender al accidente ha disparado dos tiros al aire". "El fallecio seguía dentro del vehículo porque Pedro amenazaba con cargarse a quien se acercara".

Paralelamente, la centralita del Teléfono Único de Emergencias recibía una llamada que desataba todas las alarmas en la Guardia Civil. "La pareja de la víctima mortal llamó al 112 diciendo que su vecino había matado a su marido". De forma que Lourdes se convertía en su rehén y se movilizaba de urgencia a los negociadores y agentes de la Unidad Especial de Intervención.

Tres miembros de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil, en una imagen de archivo, durante una visita del Rey Felipe VI.

Tres miembros de la Unidad Especial de Intervención de la Guardia Civil, en una imagen de archivo, durante una visita del Rey Felipe VI. Casa Real

El riesgo vital era máximo para la pareja sentimental del difunto Juan porque Pedro se atrincheró en su vivienda con dos armas de fuego que sabía manejar con destreza: "Es cazador, tenía una escopeta y una pistola". Mientras se desarrollaba la negociación con el secuestrador, a contrarreloj, la Policía Judicial iniciaba una investigación paralela para conocer los motivos por los que "el antiguo dueño de un puticlub" había decidido embestir con su coche a sus vecinos y abrir fuego.

De hecho, la casa de Pedro linda con la del matrimonio y están separadas por una valla. EL ESPAÑOL ha podido conocer las tres teorías con las que ha estado trabajando toda la noche la Guardia Civil. La primera: problemas mentales. "Parece que no estaba muy centrado". La segunda: “problemas vecinales” o "rencillas" con la pareja. La tercera: "un tema de celos porque podría estar enamorado de la mujer de su vecino y le sentaba mal todo lo que hacía la víctima [Juan]". "Incluso lo acusó de que le habían cortado la luz por culpa suya".

Pedro se mantenía en sus trece, atrincherado en la vivienda, reteniendo por la fuerza a Lourdes, y profiriendo amenazas de muerte. "Los negociadores intentaron que se entregase sin hacerle daño a ella". Pero a las 21.50 horas, a la vista de que las negociaciones no prosperaban, desde el Instituto Armado se movilizó a un equipo de Madrid para entrar a la vivienda a rescatar a la rehén.

"Las posibilidades estaban agotadas y se dio orden de entrar para abatir al secuestrador porque amenazaba con matar a la mujer", tal y como explican fuentes conocedoras del operativo especial. La tensión era máxima en esta pedanía de la Comarca de la Vega de Granada, cuya habitual tranquilidad se vio rota por la llegada de cincuenta agentes de unidades especiales de la Guardia Civil para llevar a cabo un rescate de película.

Disputas familiares

Todo el perímetro de la vivienda estaba rodeado a las 23.34 horas de este miércoles. Pedro sabía que no tenía escapatoria y en la zona se amontonaban curiosos, así como familiares de los tres implicados. A las dos de la madrugada, los allegados protagonizaron discusiones entre ellos, incluso con la Guardia Civil y con la expedición de periodistas que cubría el secuestro.

Pasados cinco minutos de la medianoche del jueves, el jefe del operativo declinaba entrar en el inmueble. "No se podía entrar por miedo a que le haciera algo a la mujer que tenía retenida". Prueba de ello es que el dispositivo incluía personal sanitario y una ambulancia, por lo que pudiera pasar. Durante la madrugada se temió lo peor, se mascaba la tragedia al cuadrado

Pero el equipo de negociadoresespecializados en operaciones de alto riesgo, como los secuestros, no tiraron la toalla en ningún momento, con cautela, mano izquierda y empatía, lograron hacer entrar en razón a Pedro que depuso las armas a las 4.45 horas de este jueves. Prado Negro vuelve a respirar con tranquilidad.