Geraldo Mesa Herrera formó parte de la Legión Extranjera Ucraniana desde 2023.

Geraldo Mesa Herrera formó parte de la Legión Extranjera Ucraniana desde 2023. Cedida.

Reportajes Guerra Rusia-Ucrania

La extraña muerte del canario Mesa en el frente de Jersón: dicen que cayó en combate, su familia cree que le asesinaron

Dejó atrás a su mujer y a una hija pequeña para alistarse en la Legión Extranjera Internacional del Ejército ucraniano. Aunque tenía intención de volver en septiembre, se ha convertido en el segundo canario que muere en la guerra.

Más información: El calvario de la familia del soldado cántabro Miguel Ortiz por que se reconozca su muerte en combate: "Dio su vida por Ucrania"

Publicada

La noticia llegó a España desde la página Memoria - International Volunteers for Ukraine, un foro donde se homenajea a los extranjeros caídos en el frente. "Nuestro querido hermano español Geraldo Mesa Herrera, que ha estado sirviendo en Ucrania como voluntario, sucumbió en el campo de batalla. Honor, gloria y gratitud a nuestro hermano", expresaba el anuncio de la muerte del canario, de 33 años.

Geraldo, que había cambiado la tranquilidad de Gran Canaria por el ruido de los drones y el zumbido de la artillería, habría expresado con preocupación tan sólo un mes antes de morir que había una grieta por la que se colaba su vida. "Aquí todos han perdido a alguien. Por ello prefieren morir antes que ceder una pulgada de tierra", expresó. Sus palabras eran, sin saberlo, un presagio. 

En un primer momento, diferentes medios de comunicación comunicaron que Geraldo Mesa había sido ejecutado en primera línea de guerra. Sin embargo, el canario fue asesinado por uno de sus compañeros de la Legión Extranjera Internacional mientras descansaba, según han detallado a EL ESPAÑOL fuentes familiares del varón, un día después de darle sepultura.

Geraldo posa en Ucrania con un AK-74 en la mano , la bandera de Canarias —con siete estrellas verdes, vinculada a movimientos nacionalistas— y la rojigualda española.

Geraldo posa en Ucrania con un AK-74 en la mano , la bandera de Canarias —con siete estrellas verdes, vinculada a movimientos nacionalistas— y la rojigualda española. E. E.

De Cuba a Gran Canaria

Geraldo era originario de Matanzas, donde nació en 1992, pero pronto se convirtió en hijo de la primera gran ola migratoria de cubanos hacia las Islas Canarias en los 2000. Emigró junto a su madre por vía regular gracias a que sus abuelos eran originarios de Icod de los Vinos, en el norte de Tenerife. Terminó estableciéndose en Las Palmas de Gran Canaria, donde estudió desde los cinco años.

A los 19 se alistó en el Regimiento de Infantería 'Canarias 50', donde sirvió durante tres años. La disciplina militar lo marcaría para siempre, aunque después de dejar el Ejército su vida siguió caminos más comunes: primero, trabajó en el Bingo Avenida, en la transitada calle de Mesa y López de la capital grancanaria. Más tarde, haría lo mismo en un local de comida rápida, primero; y en La Casa del Mago, un restaurante de La Laguna, en la isla de Tenerife, después.

Cuando estalló la guerra en 2022, Geraldo ya era padre de una niña pequeña y soñaba, junto a su mujer, con abrir un bar restaurante en la playa de Las Canteras. Pero las imágenes de Ucrania en ruinas y los mensajes de amigos que habían decidido enrolarse voluntariamente lo empujaron a tomar una decisión que cambiaría su destino para siempre.

En un primer momento, intentó contactar con el agregado de defensa ucraniano en Madrid, sin éxito. Poco después, partió directamente hacia Ucrania. "Decírselo a mi familia fue muy duro", explicaba en una entrevista concedida a PULL, una revista universitaria de Tenerife.

"Mi mujer estuvo diez días sin hablarme. Mi madre lo pasó fatal. Estábamos ahorrando para abrir un restaurante, teníamos una hija pequeña… Fue una decisión dura. Con el tiempo lo aceptaron, pero el miedo siempre está".

Geraldo, junto a su pareja, en una foto compartida en redes sociales antes del inicio de la guerra de Ucrania.

Geraldo, junto a su pareja, en una foto compartida en redes sociales antes del inicio de la guerra de Ucrania. E. E.

En primera línea

Su primer despliegue le llevó hacia Jersón, una de las regiones más disputadas del sur del país. Allí pasó siete meses en primera línea, en trincheras cavadas a tan sólo 200 metros del enemigo. "Nada más llegar grabé un video despidiéndome de mi familia, de mi mujer y de mi hija. Estaba preocupado, imagínate, con los rusos a 200 metros. Recuerdo tenerlos cruzando mi trinchera. Sus pies pasaron junto a mi cabeza y no tuve más remedio que disparar. Fueron horas de combate. Nadie te prepara para eso".

En su memoria se acumulaban escenas imposibles de borrar. Una de ellas lo perseguía con especial nitidez: la de un vehículo que debía evacuar a varios compañeros. "Era una pick-up, y en ella venían varios amigos míos, entre ellos un colombiano y Alexei. Justo en ese momento, dos drones cargados con explosivos impactaron contra ellos. Los mataron a todos, justo delante de mí, a pocos metros. Algunos de mis amigos quedaron irreconocibles".

El precio de la guerra no es sólo físico. Geraldo confesaba síntomas de estrés postraumático: taquicardias, insomnio, tensión arterial alta. "Lo manejas como puedes, pero a la larga se vuelve insostenible. El cuerpo lo nota. Al volver a Canarias, me sentía raro, abrumado, prefería quedarme en casa. Me costó volver a adaptarme".

Geraldo, en un vídeo captado por uno de sus compañeros. Saluda, Rocky, le dice, haciendo uso de su nombre de guerra.

Geraldo, en un vídeo captado por uno de sus compañeros. "Saluda, Rocky", le dice, haciendo uso de su nombre de guerra. E. E.

Una trampa

Pese al dolor, había algo en Ucrania que lo atrapaba. "Me he enamorado de la cultura ucraniana", decía, hablando con respeto de un pueblo que resistía a la invasión. Aun así, nunca dejó de añorar lo que había dejado atrás: "Extraño todo: la familia, la playa, hasta las guaguas. Pero sobre todo a mi mujer y a mi hija. Cuando mi hija me llamó llorando, fue como un puñal. Estoy cansado. Espero que esto acabe pronto".

En junio se sinceraba: su idea era quedarse hasta septiembre. El destino se adelantó. La publicación de Memorial confirma que murió en combate, aunque las circunstancias de las que habla la familia no tienen nada que ver con eso. "Mi hijo perdió la comunicación el 26 de julio a las 21:50 horas, en cuanto llegaron a la casa de descanso. Allí le tendieron una trampa", explica su madre a EL ESPAÑOL.

Geraldo no fue el único español que decidió enrolarse en las fuerzas ucranianas. Desde 2022, decenas de europeos han viajado para integrarse en la Legión Internacional. En Canarias ya se había llorado la muerte de Maximiliano, un voluntario tinerfeño ejecutado meses antes. La noticia golpeó a Geraldo con fuerza: "Fue un golpe muy duro", admitía hace un mes.

El fenómeno de los combatientes extranjeros ha dividido opiniones. Para algunos, representan un gesto de solidaridad frente a una invasión injusta; para otros, son mercenarios en busca de una causa, o de sí mismos. El propio Geraldo se debatía entre esas líneas, presentándose como un hombre que, "impulsado por sus valores y su sentido del deber", decidió dejar atrás la comodidad de su vida.

Una de las últimas imágenes de Geraldo con vida. En ella vuelve a portar un AK-74.

Una de las últimas imágenes de Geraldo con vida. En ella vuelve a portar un AK-74.

Adiós prematuro

En Gran Canaria queda ahora, sin embargo, una familia rota: una madre que volvió a quedarse sin su hijo, una mujer que criará a su hija sin él, una niña que lo perdió demasiado pronto. El pasado domingo recibió, según detallan fuentes familiares, cristiana sepultura en el cementerio de Sán Lázaro de la capital de la isla. "Lo único claro que tenemos es que nuestro hijo está en descanso aquí con nosotros".

El testimonio de Geraldo, recogido apenas semanas antes de morir, deja una advertencia amarga, un epitafio casi anticipado. "Que valoren lo que tienen: la familia, la comida, el agua limpia. Que estudien, que se preparen. El mundo se está volviendo violento. Si esto sigue, nos espera una desgracia".