Marga Crespí junto a su marido e hijo.

Marga Crespí junto a su marido e hijo. Cedida

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El calvario de Marga Crespí, la oro olímpico de sincronizada desheredada por su padre: "Nunca me quiso realmente"

La medallista olímpica ha decidido recurrir a los tribunales tras quedar fuera de la herencia paterna. La relación con su padre, marcada por el maltrato psicológico, fue su mayor impulso para triunfar en el deporte.

Más información: Iris Tió alcanza la cima mundial: la primera española que se cuelga el oro en una final individual de natación artística

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El Mundial de Natación Artística que se celebra estos días en Singapur está terminando de reconciliar a España con la natación sincronizada. Se trata de un deporte en la que el país llegó a mirar orgulloso a los ojos de las chinas y las rusas, grandes dominadoras, pero que, tras la salida de la controvertida Ana Tarrés en 2012, ha atravesado un bache del que solo parecemos recuperarnos ahora, más de 10 años después.

Deportistas de la clase de Iris Tió, Dennis González, Mireia Hernández y Lilou Lluís, entre otros, parecen llamados a sustituir en la mente del aficionado español los nombres de nadadoras míticas como Gemma Mengual, Ona Carbonell o la actual seleccionadora, Andrea Fuentes.

Todas ellas forman parte de lo que hasta ahora se conocía como la edad de oro de la natación sincronizada española. Está por ver si las nuevas generaciones las pueden superar: por ahora, no van nada mal.

Marga Crespí Jaume forma también parte de la pléyade de estrellas que durante muchos veranos tuvo a los españoles haciendo el pino en las piscinas, tratando de imitar malamente las acrobacias de nadadoras capaces de elevarse sólo con el impulso del agua.

Nació hace 34 años en Palma de Mallorca, en una isla tranquila y paradisíaca pero que para ella solo trae malos recuerdos. El motivo es que desde pequeña vivió en un hogar marcado por la tensión y el control absoluto que ejercía sobre ella su padre. La situación se agravó cuando antes incluso de que ella fuera una adolescente, él se separó de su madre y le prohibió verla.

Marga Crespí ganadora de 11 medallas entre Campeonatos Mundiales y  Europeos.

Marga Crespí ganadora de 11 medallas entre Campeonatos Mundiales y Europeos. Cedida

Hoy, Crespí rompe su silencio ante los medios para reclamar lo que es suyo y relatar una historia, la suya, marcada por un éxito que nace del dolor y la angustia. En el fondo, un anhelo: que nadie tenga que pasar nunca por lo mismo.

En conversación con EL ESPAÑOL, Crespí empieza por el principio, el momento en el que, tras la separación de sus padres, se ve obligada a escoger: "Mi padre me decía que si me iba con mi madre perdería todo: mi escuela, mi deporte, mi vida".

Fue solo el primero de infinidad de chantajes. También fue la primera manifestación de fuerza y de rebeldía de Crespí, que se acostumbró muy pronto a hacer de la necesidad virtud.

Durante un tiempo, la niña desafió las amenazas paternas y vio a su madre en secreto. "A los 12 años entendí que necesitaba ver a mi madre, aunque fuera escondiéndome", cuenta con serenidad. Ese mismo espíritu rebelde la condujo, muchos años después, al éxito deportivo.

La situación familiar se volvió todavía más opresiva cuando su padre echó de casa a su hermano mayor. De nuevo, más chantajes: "Mi padre usaba a mi hermano como si fuera un banco. Le pedía dinero constantemente. Todo eran amenazas, un control absoluto que no paraba", detalla la exnadadora, que tiempo después experimentaría la misma clase de abusos por parte de su progenitor.

La natación sincronizada apareció en su vida a los 15 años. Pronto, los expertos de la federación detectaron en Crespí a una joven con talento. Lo más importante, sin embargo, es que veían en la nadadora una voluntad férrea, capaz de soportar los rigores de una disciplina que lleva los cuerpos al límite y en la que sólo vale una cosa: la perfección.

Para Crespí, aquella era simplemente una vía de escape: si vivía en el Centro de Alto Rendimiento de Sant Cugat (CAR), la meca de los deportistas que trabajan con el sueño de ir a los Juegos Olímpicos, no tenía que vivir con su padre. Más presión para la joven: "Si fallaba, tenía que volver a casa. Por eso nunca fallé", explica haciendo balance de aquella experiencia.

Su determinación la condujo a la victoria. Crespí fue medallista olímpica en Londres 2012, campeona mundial en Roma y acumuló numerosos títulos europeos e internacionales. Pero, a pesar de los logros deportivos, su padre seguía interfiriendo en su vida personal y profesional, creando conflictos incluso en su entorno deportivo. "Intentó ser presidente del club en Mallorca, discutía con mi entrenadora. Donde él estaba había problemas", recuerda.

Marga Crespí, la nadadora desheredada por su padre.

Marga Crespí, la nadadora desheredada por su padre. Cedida

En 2014, tras una carrera deportiva excepcional, decidió retirarse y mudarse a EEUU, donde trabajó para el prestigioso Cirque du Soleil de Las Vegas. Posteriormente, se trasladó a California, donde vive actualmente con su esposo italiano y su hijo pequeño. Desde allí colabora con el Comité Olímpico de Los Ángeles 2028 y sigue promoviendo el deporte como herramienta de transformación personal.

La relación con su padre se mantuvo en contacto intermitente, siempre problemática. "En momentos de soledad, mi padre aparecía. Cuando encontraba una nueva mujer, desaparecía nuevamente. Era algo constante", explica Crespí.

En 2018, decidió romper públicamente su silencio denunciando el maltrato psicológico sufrido durante años. "Quería que se supiera que no todos los deportistas venimos de familias perfectas. Mi padre ejercía un control total sobre nosotros", dice contundente.

El golpe definitivo ha llegado recientemente, tras la muerte de su padre, cuando descubrió que en el testamento había una cláusula específica que la deshereda. "Estaba preparada para muchas cosas, pero no para eso. Fue un golpe durísimo".

Después, descubrí que me había desheredado, que había puesto expresamente una cláusula para dejarme fuera. Fue la confirmación de algo que yo había sospechado toda mi vida: que mi padre nunca me quiso realmente", relata con una mezcla de dolor y resignación.

La decisión de impugnar el testamento, explica, no está motivada por el dinero. "No lo hago por venganza ni por rabia, sino por justicia. Por todo lo que pasé siendo una buena hija. El dinero no cambiará mi vida, pero será justicia. Para mi hijo significa una forma de entender su historia cuando crezca", aclara.

Marga explica con detalle cómo se enteró del testamento: "Fue una decepción absoluta, una tristeza profunda. Antes de fallecer mi padre, nos cambiamos el vuelo para que pudiera conocer a su nieto, que solo tenía cuatro meses. Sabía que podía ser la última vez que lo viera. Por eso dolió tanto descubrir después esa cláusula en su testamento".

Crespí junto a su hijo en la playa.

Crespí junto a su hijo en la playa. Cedida

En principio, Crespí tiene las leyes a su favor. El abogado Guillermo Navarro Beña, especialista en herencias, explica que en España la desheredación requiere motivos específicos y probados como maltrato psicológico o físico. "Si no hay denuncias previas o pruebas contundentes, la cláusula testamentaria es impugnable. Una simple falta de comunicación no basta, menos si la causó el propio progenitor", aclara el abogado.

Además, Navarro destaca un punto clave en el caso de Crespí: "Ella impugna representando a su hijo menor, nieto del testador, quien tiene derecho de representación en la herencia. En ausencia de causas acreditadas, la herencia legítima pasaría directamente al menor. Este proceso puede ser largo y emocionalmente complejo, pero tiene altas probabilidades de prosperar".

Hoy, Mallorca trae malos recuerdos a Crespí: "Ahora pesa volver a la isla", admite. También por eso reside en EEUU, lejos física y emocionalmente de un pasado turbulento que trata de superar. Para ello, de nuevo el deporte sirve como vía de escape: "Intento entrenar cada día, el deporte sigue siendo fundamental en mi vida. Me hace sentir mejor, me ha salvado siempre", dice.

Su vida familiar es hoy una prioridad absoluta, y se esfuerza por dar a su hijo la infancia y estabilidad emocional que ella no tuvo. "Nunca le reprocharé a mi hijo nada. Mi padre me decía que gracias a él tenía una beca, pero era mi esfuerzo el que lo conseguiría. Eso jamás lo repetiré con mi hijo", explica con determinación.

Marga reconoce que el proceso judicial es emocionalmente agotador, pero también lo siente necesario. "Es injusto que alguien, sabiendo que puedes impugnar el testamento, lo haga sólo para hacerte perder tiempo y dinero. Es triste que un padre ponga a sus hijos en esta situación. Ningún hijo lo merece", sentencia.

Crespí recuerda otros casos mediáticos recientes, como el de la tenista Arantxa Sánchez Vicario, también enfrentada a su familia por conflictos relacionados con la herencia y problemas económicos derivados de la gestión familiar de su carrera deportiva. Su consejo a otras personas que puedan estar viviendo situaciones similares es claro: "Hay que cortar por lo sano, denunciar legalmente para tener pruebas, alejarse completamente. Cuando entiendes que no puedes cambiar a alguien así, la única solución es poner distancia y vivir tu vida".