Imagen de los dos gemelos de ocho años, a la salida del chalé de Oviedo, junto a efectivos de la Policía Local.

Imagen de los dos gemelos de ocho años, a la salida del chalé de Oviedo, junto a efectivos de la Policía Local. E. E.

Reportajes

La nueva vida de los tres niños de 'la casa de los horrores' de Oviedo: "Juegos, sol, piscina" y una próxima mudanza a EEUU

Los menores, de entre ocho y diez años, se recuperan en un centro tutelado del Principado tras pasar casi cuatro años encerrados con sus padres en un chalé sin luz ni escuela.

Más información: Los tres niños de la 'casa de los horrores' de Oviedo quedarán bajo la custodia de sus abuelos en EEUU.

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Hasta hace poco, no sabían lo que era una piscina. Ni una pelota, ni la playa, ni el ruido de una clase llena de niños. Hoy, los tres menores que vivieron más de mil días encerrados en la llamada casa de los horrores de Oviedo han empezado a reconstruirse en silencio.

Lo hacen desde un centro tutelado por el Principado de Asturias, donde por primera vez —quizá desde que tienen memoria— están siendo tratados como lo que son: niños.

Son dos gemelos de ocho años y su hermano mayor, de diez. En abril, la Policía Local los encontró con mascarillas superpuestas, sin escolarizar, sin ropa de su talla y medicados con THC comprado en el mercado negro. Dormían en cunas sin patas, usaban pañales y tenían prohibido salir al exterior, como adelantó en aquel entonces EL ESPAÑOL.

No habían visto a nadie más que a sus padres durante casi cuatro años. Hoy su día a día es distinto. Los técnicos del hogar de menores les han diseñado un verano con salidas al mar, juegos al aire libre, museos, rutinas sanas y un entorno que intenta, en la medida de lo posible, compensar el tiempo perdido.

Exterior de la vivienda donde permanecieron aislados los tres menores y sus dos padres durante cuatro años.

Exterior de la vivienda donde permanecieron aislados los tres menores y sus dos padres durante cuatro años. Julio César R. A.

Aunque no será fácil: los informes médicos iniciales hablaban de "estreñimiento severo", "déficit psicomotor", "hipersensibilidad" y "retraso en la socialización". Pero los responsables del centro creen que los niños –a pesar del posible trauma— están empezado a responder.

Los tres hermanos conviven juntos y mantienen una rutina estable. Hablan inglés, el idioma que utilizaban con su madre. El mayor ha empezado a entender y usar palabras en castellano. Comen juntos, dibujan, tienen libros, juguetes y terapeutas.

Duermen en camas con patas. Respiran aire limpio, sin ozono artificial. Por primera vez, pueden salir al jardín sin pedir permiso ni bajar las persianas a las cinco de la tarde.

Los abuelos y salida a EEUU

Desde hace varias semanas, sus abuelos maternos —una pareja de nacionalidad estadounidense con raíces mexicanas— están en Oviedo. Llegaron discretamente y se han instalado para acompañar el proceso judicial y visitar a sus nietos. Lo han hecho varias veces.

Según ha podido confirmar este periódico, ya han iniciado los trámites para solicitar su custodia legal y llevárselos con ellos a Estados Unidos, donde residen habitualmente.

El proceso está en marcha y, aunque no se ha resuelto aún, todo apunta a que será viable. Los abuelos están en contacto constante con la Consejería de Derechos Sociales y Bienestar. Se trata de un procedimiento complejo, que requiere informes favorables ya autorización judicial.

Dos de los tres menores rescatados por la Policía Local de Oviedo tras estar aislados durante cuatro años.

Dos de los tres menores rescatados por la Policía Local de Oviedo tras estar aislados durante cuatro años. E. E.

Pero los técnicos implicados en el caso coinciden en que un entorno familiar sano es preferible, a medio plazo, al sistema de acogida institucional.

La Consejería, por su parte, insiste en que "los niños tendrán un verano digno". No hacen declaraciones sobre su posible traslado a América, pero confirman que están colaborando con la familia materna. A día de hoy, los menores siguen bajo tutela del Principado. Y todo lo que ocurra con ellos deberá pasar por un juez.

Mientras tanto, en prisión

Los padres, Christian y Melissa, llevan un mes ingresados en la Unidad Terapéutica y Educativa (UTE) de la cárcel de Asturias. El matrimonio cumple prisión provisional comunicada y sin fianza, mientras se resuelve su situación procesal. La jueza les ha retirado la custodia y la patria potestad de forma cautelar.

Según explicaron fuentes penitenciarias a La Nueva España, ambos "llevan una vida normal, dentro de lo que cabe", pese al "shock inicial" de su detención. Aseguran que la separación de sus hijos fue un golpe duro. Fue su primer contacto con el exterior en más de tres años.

Desde entonces, no se ha producido ninguna visita por parte de sus familiares, aunque los padres de ella esperan poder verla en los próximos días.

Durante una de sus reuniones con el abogado —recién contratado en Asturias—, la pareja declaró que "aislaron a los niños por su bien". Según su versión, temían que una infección por Covid-19 pudiera ser mortal para los pequeños. Alegan que actuaron por miedo, no por maldad. Que querían protegerlos. Que su encierro fue una forma de amor extremo.

El aseo del cuarto de los gemelos, de 8 años, era el habitáculo para el gato de la familia que tenía un tumor y vivía entre excrementos.

El aseo del cuarto de los gemelos, de 8 años, era el habitáculo para el gato de la familia que tenía un tumor y vivía entre excrementos. E. E.

La defensa jurídica de ambos intentará construir su estrategia sobre esa idea: negligencia, sí; maltrato, no. Pero los informes médicos, policiales y sociales recogen otra cosa. El aislamiento fue absoluto. No había historial médico reciente, ni escolarización, ni vacunas. Los niños recibían medicación sin diagnóstico. Tenían horarios para ir al baño. Usaban pañales por obligación, no por necesidad.

Dormían en cunas de bebés, aunque ya no lo eran. Solo salía de la casa el padre, un filósofo alemán que trabajaba como freelance en recursos humanos y que hablaba poco español. Su esposa, con obesidad severa, no salía nunca.

No se ha encontrado el libro de familia. Tampoco documentos sanitarios válidos. Sólo dibujos de monstruos, esquemas del cuerpo humano, mapas y manuales. Todo analógico. Ni móviles, ni consolas, ni pantallas. Una escuela hecha en casa. Una infancia atrapada.

El caso sigue abierto

La Guardia Civil continúa con la investigación. Entre las diligencias pendientes está el trazado de la "línea de vida" de los niños: saber dónde estuvieron exactamente en Alemania, cuándo se produjo el traslado a España, por qué no empadronaron ni solicitaron tarjetas sanitarias, cómo accedieron a ciertos medicamentos. También se analizan posibles afecciones psicológicas derivadas del encierro.

La instrucción judicial ha concluido y se espera que el caso entre en fase de enjuiciamiento después del verano. Mientras tanto, la defensa de la pareja seguirá argumentando que actuaron por miedo. Pero ni la Fiscalía ni los informes policiales parecen dar credibilidad a esa explicación. Se les acusa de maltrato continuado. Y el relato del encierro es, en sí mismo, una prueba difícil de contradecir.

Uno de los menores, al ser liberado del chalé de Oviedo por la Policía Local y visitar el jardín por primera vez en cuatro años.

Uno de los menores, al ser liberado del chalé de Oviedo por la Policía Local y visitar el jardín por primera vez en cuatro años. E. E.

Por ahora, los niños siguen protegidos, los padres siguen encerrados y los abuelos siguen esperando. El chalé de Fitoria, mientras tanto, permanece cerrado. La finca donde no se oía un ruido sigue tan silenciosa como antes. Pero el silencio ya no es inocente. En ese lugar donde "nunca pasaba nada", ocurrió algo tan terrible que tardará años en borrarse del recuerdo colectivo.

Lo que sí ha empezado a borrarse —poco a poco, sin estridencias— es el encierro que vivieron tres menores sin culpa. Toca ahora pensar en ellos. En su futuro. En la posibilidad de que puedan volver a la escuela, aprender a nadar, reírse con otros niños, vivir con normalidad. En Oviedo. O, quizá, al otro lado del Atlántico.