Alba Tubilla en el podcast  'Ahora me entero'.

Alba Tubilla en el podcast 'Ahora me entero'. Cedida

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Alba Tubilla, 17 años en una secta: "Sufrí una violación por parte de una mujer cuando tenía 16"

Con siete años, comprendió que nadie se interesaba por ella e intentó quitarse la vida con unas tijeras de cocina.

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Alba Tubilla (Reus 1986), especialista en sectas y grupos coercitivos, es superviviente de una secta esotérica -busca el desarrollo espiritual y la evolución personal a través de la práctica de rituales, símbolos y disciplinas específicas-. Pasó los primeros 17 años de su vida "encarcelada" en su propia casa, donde vivía con sus padres, su abuela, su tía y tres mujeres más que no pertenecían a su círculo familiar.

La familia Tubilla no vivía en una de esas sectas que aparecen en las películas, sino que compartía un piso tradicional en Reus con otras personas. El rasgo distintivo de la vida de Alba, en comparación con la del resto de los niños, era que tenía prohibido relacionarse con sus compañeros después de clase.

"Estaba escolarizada, pero no podía relacionarme con mis compañeros de clases fuera del colegio, cuando acababa el colegio me venían a recoger. Tenía que ocultar con quién vivía y mis padres me decían que si alguien preguntaba, tenía que decir que vivía con amigos suyos. Era una forma de vida que ellos habían elegido y yo convivía con esa forma de vida. Nunca levantamos sospechas porque yo era la primera que tampoco lo veía raro. Todo nace en Oviedo y había diferentes grupos. Mi grupo era el de Reus, donde vivíamos, y estos estaban ideológicamente gestionados desde Oviedo", declara Alba en conversación con EL ESPAÑOL.

Alba tubilla de pequeña.

Alba tubilla de pequeña. Cedida

Fue a los siete años cuando la especialista comenzó a darse cuenta de que su realidad no era igual a la del resto del mundo. Empezaron a surgirle dudas y preguntas sobre por qué ella no tenía una familia "normal". No sentía envidia de las familias de sus compañeras de clase, porque entendía que cada una tenía una vida diferente a la suya, pero no llegaba a comprender que no pudiera salir después de clase.

"Mis padres me decían que ellos habían elegido otra vida y que yo lo tenía que aceptar. Sólo los fines de semana nos relacionábamos con gente que no vivían en comunidad, en el grupo cerrado, pero que sí procesaban esas ideas. Socializábamos, pero dentro de ese organismo donde todo era crecimiento espiritual".

Pero ese no fue el motivo por el que Alba sospechaba que su familia era diferente. Los enfrentamientos provocados por las mujeres ajenas a su entorno familiar eran constantes, y las palabras que elegían siempre parecían estar destinadas a herirla.

"Si no te comportabas como ellas querían, te daban de lado. A mi madre la encerraban en su habitación para que aprendiera. Tenía problemas de salud y, de alguna manera, siempre era un problema para ellas; que si era una pesada, que si siempre se ponía enferma, etc. Todos la acusaban de que era ella que era muy sensible".

Alba, a pesar de su corta edad, también fue protagonista de vejaciones físicas, emocionales y palizas desde los siete años. La manera que tenían de castigarla era echarla de casa cuando no cumplía con lo que le ordenaban o a tomar agua con ajo como parte de una supuesta "purificación".

Recuerda con tristeza cuando en un viaje a un camping de Huesca, su padre la llevó detrás de unos arbustos para pegarle una paliza por no haberse comido los cereales muesli. "A mi padre se le iba bastante la mano y con siete u ocho años me pegó una paliza por decir que no me gustaba el muesli". El maltrato y los castigos eran constantes.

Alba rodeada de los integrantes de su 'familia' días después de nacer.

Alba rodeada de los integrantes de su 'familia' días después de nacer. Cedida

Por la enfermedad de su madre, la especialista sólo tenía a su abuela como una figura de protección, pero por el simple hecho de que era ella quien le insistía en que debía comer. La escuchaba, pero nunca la llegó a defender de los ataques que sufría. Le solía repetir oye, mira y calla, hasta que un día, Alba, cansada de seguir ese ritmo de vida, intentó quitarse la vida.

"Con mi inocencia infantil decidí coger unas tijeras de la cocina y hacer el gesto de clavármelas. Si aquí no le interesa a nadie, todo el mundo se está peleando por algo que yo no comprendía ni entendía, qué sentido tiene que yo viva aquí. Recuerdo muchos momentos en los que mi abuela me decía, aguanta, aguanta, aguanta, pero yo decía, ¿aguanto para qué? ¿Para qué vamos a aguantar aquí? Yo no encontraba sentido a nada, así que esa noche, cuando yo fui a la cocina y tuve esa intención, llegó a mi abuela por detrás y me sacó las tijeras de la mano", explica Alba.

Plan de escape

A los 12 años, Alba estaba siendo preparada para convertirse en líder de su grupo, por lo que sentía que asistir al colegio era un mero trámite y que la sociedad no tenía nada que ofrecerle. Como estaba más preocupada por lo que ocurría en su familia que por cursar 4º de la ESO, dejó de asistir a clase.

Al cumplir 16 años, se convirtió en la adalid del grupo y rompió con la secta. Se mudó a otra casa, aunque esta vez conviviría únicamente con los miembros de su familia. Pocos días después, el líder le propuso trasladarse a León, con la condición -establecida por Alba- de poder retomar sus estudios.

"Mis padres firmaron los papeles para que la líder de la casa se convirtiera en mi tutora y, en un reto de iniciación al grupo, sufrí una violación por parte de una mujer a los 16 años".

Fue dos años después de este hecho cuando decide poner punto y final a su relación con la secta y se atreve a verbalizar a la jefa de la casa lo que sucedió. Pese a ello, se negaron y la castigaron aislándola del grupo y encerrándola.

"Me dijeron que ellos habían invertido mucho en mí y empezó la manipulación mental con frases como "tú no eres nadie sin el grupo", "tú no sabes ganarte la vida", "tú eres una desagradecida con todo lo que hemos hecho por ti" o "te vas a arrepentir toda la vida de habernos dejado".

Reunión de todos los grupos que existían en España para crear vínculos.

Reunión de todos los grupos que existían en España para crear vínculos. Cedida

Debido al estrés, Alba comenzó ese verano a comerse el papel del váter y a hacerles creer, con sus actos, que estaba arrepentida de haberse planteado abandonar la casa. Todo fue parte de su plan de huida.

Encontró el momento perfecto para marchar cuando su madre tuvo que acudir en tren a una cita médica en Gijón. Convenció a los líderes para que le dejaran ver a su madre y la trasladaran en coche desde Villaquilambre a León capital para coger el tren que la llevaría junto a ella.

"Desde los siete años mi obsesión era ser libre, pero no tenía herramientas emocionales y me movía por rabia. Después de mis episodios de estrés comiendo papel, me dejaron visitar a mi madre prometiéndoles que volvería. Me subí a ese tren y pude escapar dejando todas mis pertenencias en esa casa".

Movimiento Rama

Este movimiento surgió en Perú y fue liderado por Sixto Paz, quien se dedicó a la investigación de fenómenos OVNI y la creencia en el contacto extraterrestre. El grupo en el que nació Alba, aunque utilizaron la palabra 'Misión Rama' para captar gente en España, "no tiene nada que ver con Sixto Paz".

Misión Rama fue fundado por dos personas, un hombre al que se le llamó líder y una mujer, la médium. Cuando Sixto conoció a estas dos personas en los años 90, decidió acabar con la estructura para evitar que siguieran propagando su estilo de vida. Pese a ello, el movimiento ya se había extendido y lo único que logró Sixto fue que dejaran de captar a más gente.

"Aunque Sixto lo intentó, yo ya había nacido en el 86 y eso estaba ya bateado. Se convirtió en un grupo cerrado, no fue una típica secta que van a captar gente ideológicamente, no, eso se cerró en los 90, primero porque Sixto cerró su estructura y segundo porque ellos también se cerraron aún más. Con esa gente es con la que he crecido y no han estado en sociedad. O sea, han vivido una vida antes, pero lo que encontraron allí les encajaba más y ya se han quedado allí", aclara Alba.