Laura Ferrero posa antes de la entrevista.

Laura Ferrero posa antes de la entrevista. Nieves Díaz EL ESPAÑOL

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Laura Ferrero: "Siendo hija de padres separados siempre vas a las relaciones sabiendo que pueden salir mal"

"Mi hija ha sido un amor muy revolucionario, incondicional y utópico. Es distinto a cualquier cosa" // "Nos han dicho que el amor es algo que se consigue después de muchos obstáculos, y no tiene por qué ser así. Hay que cambiar la mirada" // "Tienes que renunciar a mucho si quieres estar presente en la crianza de tus hijos".

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Laura Ferrero (Barcelona, 1984), en 2024, aprendió a cambiar pañales, a hacer purés o a cortar uñas diminutas. También a leer a trompicones, a no ir al cine, a dormir poco y a escribir aún menos. La culpa —o la bendita culpa, mejor dicho—, la tiene Alma, su hija, que ya pasa del año; el amor más “revolucionario, incondicional y utópico” que ha conocido. Por eso, las pasadas navidades, lo único que deseaba a sus lectores a través de Instagram era que se atrevieran, que su 2025 fuera un año no “lleno de éxitos —ojalá—, sino de intentos”.

Porque ella, intentarlo, lo intenta todo. Ahora, por ejemplo, escribir su próximo libro sin “tener ni idea de dónde va, dejándose llevar”. Algo no del todo sencillo, sobre todo, cuando está a las puertas de las vacaciones, sin tener decidido el destino —"buscamos algún sitio amigable al que poder ir con niños"— mientras presenta una reedición de El amor después del amor.

Su ‘nuevo’ libro —una compilación de relatos de amor ilustrados por Marc Pallarés— fue publicado en 2018 y, tras ser descatalogado, se ha reeditado bajo el sello de Alfaguara. Ahora, entre presentaciones y lecturas —las últimas, las de Blanca Lacasa y Héctor Abad Faciolince—, Laura Ferrero atiende a EL ESPAÑOL para hablar de fuegos artificiales, de engaños, mentiras, dolor, olvido, amores... y desamores.

P.—¿Son los libros como el amor: tienen que llegar en el momento adecuado para que los lectores los lean? Lo digo porque El amor después del amor se publicó en 2018, fue descatalogado y, ahora, se ha vuelto a publicar, supongo que con más éxito.

R.—No sé el éxito en qué se valora, pero sí que ha sido un libro que siempre ha tenido muchos lectores. El problema es que se descatalogó y la gente me escribía pidiéndolo. Y como no lo podían encontrar, hablé con la editorial y me propusieron darle una nueva vida.

En un primer momento nuestra idea era hacer una reedición casi sin cambios, pero luego cogimos los textos y las ilustraciones y vimos que teníamos que darles otra vuelta. Al final, lo he reescrito por completo y se ha redibujado. Hemos quitado historias y el 40% del libro es totalmente nuevo.

P.—¿Cómo era en 2018, cuando salió el libro, y cómo es ahora?

R.—No creo que sea un tema mío, sino más bien un tema colectivo. El amor antes se contaba desde otro lugar. Hace años no cuestionábamos tanto la mirada, el amor romántico estaba ahí y era intocable. Pero ahora ya hay relatos que sí se cuestionan. Por ejemplo, hay historias, como la de la niña de 15 años que se enamora de un chico de 30 en El Amante de Marguerite Duras que antes no se cuestionaban. Pero ahora yo sí me planteo qué tiene que pasarle a una niña de 15 años para querer irse con alguien tan mayor.

Esto es porque vivíamos en sociedades que no cuestionaban eso y que normalizaban determinadas miradas. Pero la mirada de género ha cambiado muchísimo y tenemos que sentirnos orgullosos de cómo lo ha hecho. Ahora mismo no leemos el amor de la misma manera y eso nos honra como sociedad.

Laura Ferrero acaba de publicar una reedición 'El amor después del amor'

Laura Ferrero acaba de publicar una reedición 'El amor después del amor' Nieves Díaz EL ESPAÑOL

P.—¿Y en qué ha cambiado usted?

R.—Sobre todo, en eso. No soy la misma persona que entonces. En ese momento estaba en la treintena y estaba más pegada a esos desamores de los que se habla en el libro. Ahora es otra cosa. No es que no me afecte tanto, pero es que han pasado ya algunos años y estoy en otro momento vital. Mis intereses son otros.

P.—No recuerdo si se lo leí en Instagram o en alguna entrevista, pero decía usted que se había “acostumbrado a vivir sin tener algo seguro”. Ahora, tras el fenómeno de Los Astronautas, ¿siente que puede vivir ya de la literatura?

R.—Vivir de la literatura es complicado. Y mucho más en España. Yo siempre lo compagino con los guiones que hago para el cine. Es una manera de sobrevivir en dos mundos donde se cuentan historias. Pero sí que podría vivir de la literatura, aunque prefiero tener un pie en cada uno de estos mundos para diversificar.

¿Si Los Astronautas ha sido un fenómeno? Hay que ver qué es un fenómeno, si es un fenómeno de crítica, de dinero... Los Astronautas ha ido muy bien. Pero insisto. No sé si me gustaría decir que con un libro me podría retirar. No concibo una vida donde pudiera dejar de escribir. Lo hago por placer y tengo la suerte de poder vivir de esto.

P.—¿Era más enamoradiza cuando publicó por primera vez El amor después del amor? ¿Nos hace la edad menos enamoradizos?

R.—Yo creo que a esta edad tienes un punto de realismo que igual no tenías a los 25-30. Entonces te podías permitir ciertos descalabros.

Ahora, bueno, te puedes enamorar con familia, pero ya verás cómo lo gestionas con las responsabilidades que tienes. Al final lo que nos pasa con los años es que nos volvemos un poco más escépticos. Las desilusiones forjan y no es que creas menos en el amor, es que crees en otro tipo de amor.

P.—¿Ha tenido muchos amores de verano?

R.—No muchos, la verdad.

P.—¿Le quedó más claro qué es el amor después de escribir el libro?

R.—Creo que hay determinadas cuestiones trascendentes a las que nos vamos acercando a lo largo de los años, pero nunca llegamos a tener una certeza. El arte o la creación surgen de esa grieta, de no entender las cosas del todo. Así que sí, sigo sin tener la mínima idea de qué es el amor y de cómo se enamora uno. Por eso llevamos escribiendo sobre eso toda la vida.

P.—¿Es consustancial el dolor al amor?

R.—No tiene por qué. No se tiene que colar el dolor en todo proceso de enamoramiento. No siempre es tan bonito como en los inicios. Pero muchas veces tenemos la idea de que cuánto más difícil es más merece la pena. Y eso es porque nos han pintando el amor de una manera muy narrativa. Nos han dicho que es algo que se consigue después de muchos obstáculos, que no es algo que se logre fácilmente. Y no tiene por qué ser así. Por eso hay que cambiar la mirada.

P.—¿Por qué se idealiza tanto ese primer amor?

R.—Lo idealizamos porque no tenemos experiencia. Lo único que conoces son historias que te han contado o que has visto, con todo lo que eso supone. Entonces ese primer amor es como una tabula rasa sobre la que vamos escribiendo el resto de las historias.

P.—¿Las relaciones libres o abiertas también son amor?

R.—Sí. Para mí es amor. Hay muchas maneras de amar.

P.—¿Le ha condicionado en sus relaciones ser hija de padres separados?

R.—Lo que pasa es que siempre vas a las relaciones sabiendo que pueden salir mal. Aprendemos a amar como nos han amado y como hemos visto que se ama en la familia. Entonces, yo siempre supe que había una pequeña cláusula, una nota a pie de página, en la que pone: ‘Ojo, que puede salir mal’. Y si sale mal, es mejor que lo hagas bien dentro de ese mal. Eso condiciona la cosmovisión del amor, de algún modo.

Laura Ferrero ha escrito, entre otros muchos libros, 'Los Astronautas', una novela autobiográfica sobre su familia.

Laura Ferrero ha escrito, entre otros muchos libros, 'Los Astronautas', una novela autobiográfica sobre su familia. Nieves Díaz EL ESPAÑOL

P.—¿Han convertido Apps como Tinder el amor en una cosa de usar y tirar?

R.—Yo creo que el amor, no. Pero nos condiciona la manera en que accedemos al amor. Determinadas aplicaciones nos convencen de que podemos elegir y yo creo que no se puede elegir el amor. Por mucho que tú tengas una aplicación de Tinder, creo que no puedes elegir aquello que no controlas. Entonces, a veces nos relacionamos con el amor como si no fuéramos personas, o a través de una mecánica capitalista. Porque ya nos gustaría que fuera así de de fácil. Pero no, sabemos que no es así.

P.—¿Nos falta por aprender que el amor se transforma con la edad, que el fogonazo inicial desaparece para dar paso a otros sentimientos?

R.—Ese es el gran aprendizaje de la vida. No podemos pensar con 40 años en el amor como cuando teníamos 20. El amor se va adaptando a la persona en la que te conviertes. Es imposible que a los 50 sientas lo mismo que con el primer amor. Claro que te puedes enamorar, pero hay más cautelas. Hay una mochila que todos arrastramos, queramos o no. Y en esa mochila está lo bueno, pero también lo malo.

P.—¿Hay amor sin sexo? No aparece mucho en el libro el sexo y sin embargo...

R.—Creo que es una parte muy importante de una relación, pero no tengo mucha idea. Hay gente que lo elige como opción de vida y mantienen relaciones donde el sexo no ocupa lugar, pero no sé en qué se diferencia eso de la amistad. La respuesta a la pregunta, en cualquier caso, es que no lo sé. En el libro no se insiste demasiado en el sexo, pero no hay ninguna pareja en la que no haya sexo.

P.—En el libro aborda el amor romántico, pero hay muchos otros. Por ejemplo, el de la familia. O el maternal. Ahora tiene una hija. ¿Cómo lleva lo de ser madre?

P.—Pues muy bien. Me ha parecido un amor muy revolucionario, incondicional y utópico. Es distinto a cualquier otra cosa que hayas podido experimentar. Estoy en una época muy bonita de mi vida.

P.—¿Es duro ser madre?

R.—Es cansado y depende de la casuística de cada uno, pero yo me siento muy afortunada. De momento, no la llevo a la guardería. Me estoy apañando. Pero es verdad que desde que nació hay un cansancio como de base. Además hay muchas renuncias, pero forma parte de la crianza que yo he escogido, así que no me voy a quejar. Es verdad que podría haberla llevado a una guardería antes, porque ya tiene algo más de un año, pero he sido madre muy mayor y me apetecía vivir de este modo la crianza.

P.—¿Da miedo tener hijos?

R.—Es una responsabilidad, pero más que miedo es una ilusión. Porque los hijos te vinculan con el futuro, no con la familia que tú tienes, sino con la que vendrá.

P.—¿Está la sociedad actual diseñada para tener hijos?

R.—Te diría que no. La conciliación es muy complicada y más aún si cabe para estos trabajos autónomos como el mío donde tienes que viajar. Tienes que renunciar a mucho si quieres estar presente en la crianza.

P.—Una concepción general de las madres y padres es que siempre están sobrepasados. ¿Está usted sobrepasada?

R.—Más que sobrepasado, es sobreocupado. Y luego creo que hay que cambiar la visión de la vida. Antes tú estabas en el centro y ahora el centro lo ocupan otras personas. Ahora son los hijos que están a tu cargo los que están en el centro. Pero creo que estamos sobreocupados porque somos responsables y conscientes y nos gustaría hacerlo bien. Eso dice mucho de la gente.

P.—¿El gesto más bello de amor que se puede tener con alguien es tener un hijo?

R.—No, no. A mí me parece que cada uno tiene que encontrar su camino y este no tiene por qué ser la maternidad. Yo siempre he querido ser madre, pero hay miles de proyectos que te llenan igual que un hijo. Hay parejas que deciden no tenerlos y no tienen mejor o peor vida que nosotros.

P.—¿Puede un hijo desenamorar? Lo digo por la cantidad de separaciones que hay tras la llegada de los niños.

R.—Los hijos no desenamoran. Lo que desenamora es la gestión que hacemos nosotros a la hora de ser madres/padres. Obviamente, un hijo requiere mucho tiempo y si al final conviertes a tu pareja en un compañero de piso... Cuesta cuidar de la pareja cuando hay menos tiempo. Pero bueno, cada uno hace lo que puede.

Último libro publicado de Laura Ferrero.

Último libro publicado de Laura Ferrero. Nieves Díaz EL ESPAÑOL

P.—¿Se considera, actualmente, una persona feliz por todo lo que le está pasando?

R.—Yo sí, la verdad es que sí. Tengo mis momentos, pero sí.

P.—¿Cómo se encuentra la felicidad?

R.—No se encuentra. Yo no diría que soy una persona feliz, pero esto depende de lo que hagas para estar bien. Al final, la vida no es lo que te pasa, sino lo que haces con lo que te pasa. Y no se trata de ser feliz, sino de tener paz con lo que estás haciendo.

P.—Por último, recomiende un libro para este verano para que todos seamos un poco felices, al menos mientras lo leemos.

R.—Ahora y en el ahora de Héctor Abad Faciolince.