Así es nuevo helicóptero de Jesús Calleja, el Airbus AS350 B3.

Así es nuevo helicóptero de Jesús Calleja, el Airbus AS350 B3. Cedida

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Así es nuevo helicóptero de Jesús Calleja: más grande, más potente y más caro… por encima del millón de euros

El ESPAÑOL analiza la nueva 'herramienta de trabajo' del leonés en su nuevo programa de Telecinco, Volando voy, volando vengo.

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Jesús Calleja no para. Tras recorrer el mundo con Planeta Calleja, ayudar a multitud de familias con Volando voy o viajar al espacio con Calleja en el espacio, el leonés tiene un nuevo programa en Telecinco: Volando voy, volando vengo.

El aventurero ha 'ascendido' en Mediaset, pasando su formato de Cuatro al canal principal del grupo, donde los jueves en prime time recorre la península ibérica con un objetivo más grande y ambicioso que en sus otros programas: transformar las realidades de los lugares visitados y mejorar la vida de quienes más lo necesitan, o incluso de todos sus habitantes, como hizo en Sot de Chera, un pequeño municipio de la sierra de Valencia que fue arrasado por la DANA, en la primera entrega de la primera temporada de Volando voy, volando vengo.

Uno de los elementos más reconocidos y característicos que tenía en Volando voy durante más de una década era el helicóptero del aventurero, un Robinson R44, con el que recorrió todo el país como un integrante más del equipo. Pero para el nuevo programa, Calleja ha subido de nivel, 'fichando' un nuevo helicóptero, un Airbus AS350 B3, más grande, potente, seguro y más caro…

Calleja durante la grabación de 'Volando Voy, Volando Vengo'

Calleja durante la grabación de 'Volando Voy, Volando Vengo' Cedida

Y es que el leonés es un apasionado del vuelo, por eso siempre destaca que el Robinson R44 era suyo, que lo compró pidiendo un crédito, pero que amortizó el aparato con creces con las horas de vuelo del programa y, ahora, lo ha entregado para adquirir el nuevo.

"El helicóptero es una herramienta cara por lo que hemos hecho un leasing (también conocido como arrendamiento financiero, es un contrato mediante el cual una entidad financiera –arrendador- cede el uso de un bien –en este caso, el Airbus AS350 B3- a un cliente –arrendatario- a cambio de pagos periódicos durante un plazo determinado, con la opción de adquirir el bien al finalizar el contrato. Es una forma de financiación que permite a empresas y particulares acceder a bienes sin necesidad de comprarlos directamente, pagando cuotas mensuales que incluyen el coste de uso, intereses y gastos)", explica el leonés.

"El Robinson R44 lo entregamos en el trato, como se hace cuando compras un coche, que entregas el tuyo para que te den otro con un préstamo. Para pagarlo hemos hecho nuestros cálculos para que podamos hacerlo. Yo lo llamo herramienta porque viven 30 personas de él, en este programa hay mucha gente que lo necesita para funcionar, sino, no existiría el formato", añade.

También señala que la ventaja que tiene el Airbus AS350 B3 frente al Robinson R44 es que es "el mejor helicóptero en su categoría y es un bien que siempre te puedes deshacer de él si vemos que nos agobiamos".

EL ESPAÑOL ha analizado todas las características del nuevo helicóptero de Calleja y, dado su elevado precio, qué se podría adquirir también con ese dinero. Además, el leonés nos ha hablado de su uso en su nuevo programa en Telecinco.

El helicóptero, la herramienta más importante del programa

El helicóptero que pilotaba el aventurero en Volando voy en Cuatro era un Robinson R44 de su propiedad: "Lo compré pidiendo un crédito para hacer el programa y ya lo estamos amortizando", reconoce. Y es que ese helicóptero nuevo rondaba los 350.000 euros y, de segunda mano, unos 200.000. El actual, el Airbus AS350 B3, supera el millón de euros de precio (alrededor de 1.350.000 euros).

"Soy Calleja y me gustan las aventuras, hasta las financieras. Uno tiene que estar convencido de que lo que hace es bueno, y Volando voy, volando vengo no ha existido nunca, lo que están viendo los espectadores es un nivel de compromiso tan potente que tendrías que ser un insensible si no te emocionas al verlo. Apuesto que va a funcionar", asegura.

Con lo que cuesta nuevo el Airbus AS350 B3 alguien podría invertirlo en un ático en Goya, un piso en la calle del General Pardiñas, en Príncipe de Vergara, en Castellana o en el exclusivo barrio de Salamanca de Madrid; si opta por las cuatro ruedas, el Bugatti La Voiture Noire o el Ferrari SF90 Spider y marcas desconocidas para el ciudadano normal como Pagani y su modelo Huayra o el Koenigsegg CC850 superan también el millón de euros de precio.

Calleja junto al helicóptero por el que pidió un préstamos.

Calleja junto al helicóptero por el que pidió un préstamos. Cedida

Si se prefiere el mar, yates a motor de segunda mano de marcas como Sunseeker y Princess, así como veleros de marcas como Mylius y Hallberg Rassy pueden igualar en precio al helicóptero de Calleja. Por último, si se cambian las aspas por las alas, una avioneta Beechcraft Baron 58 está alrededor de 1,4 millones de euros.

Pregunta.–¿Qué siente al pilotar un helicóptero?

Respuesta.– Desde pequeño siempre me ha gustado volar, soñaba con hacerlo y a lo largo de mi vida he invertido mucho dinero en estudiar para poder sacarme las licencias de avión, de helicóptero, de parapente, de paramotor o de globo, cualquier cosa que vuele. 

Pero si hay uno que sobresale del resto es el helicóptero, es perfecto, permite hacer cualquier maniobra, incluso algunas imposibles. Desde el ángulo de la física casi parece imposible que esa máquina tenga las capacidades de volar como vuela y hacer lo que hace. Poder pilotar un helicóptero es una locura. 

También tengo que decir que es lo más difícil de pilotar, o sea, no conozco nada y yo creo que piloto todo, más complejo que un helicóptero. De hecho, creo que de todas las licencias de vuelo es la que más fracaso tiene a la hora de conseguirla debido a su dificultad. Pero una vez que te has hecho con ello, es fantástico. Yo, por ejemplo, me monto en el helicóptero y no tengo que pensar lo que tengo que hacer, es como cuando te montas en el coche, no tienes que pensar como arrancas y te pones a conducir de una forma automatizada, todo sale bien. Pues volando me ocurre lo mismo. Además, como le tengo tanta pasión, creo que lo hago muy bien (risas). 

Nunca he tenido un susto, además me he acostumbrado a volar durante el rodaje, aunque intentamos evitar la primavera porque que es la época más tumultuosa de la atmósfera, donde más turbulencias y tormentas, es una época muy complicada para volar. Pero nunca he fallado, al final he desarrollado una destreza para volar en cualquier condición y geografía, ya sea en montaña, en valles… en cualquier sitio. De hecho, si no me dedicara a lo que hago, me dedicaría profesionalmente a volar helicópteros porque me gusta, se me da muy bien y es fascinante poder volar.

Calleja durante el programa 'Desafío Everest'

Calleja durante el programa 'Desafío Everest' Cedida

P.– Dada la complicación para aprobar el examen para lograr la licencia de vuelo: ¿Se lo consiguió sacar a la primera?

R.– Consta de dos partes, la teórica y la práctica. Tengo la suerte de tener memoria fotográfica y, realmente, podría haber estudiado lo que quisiera porque me leo un libro y no se me olvida jamás.

Por eso siempre las partes teóricas son lo que mejor se me da. La práctica también la saqué a la primera porque son maniobras que había hecho con el instructor y como tenía que completar un recorrido que habíamos ensayado, ahí, o lo haces o no apruebas.  Es como el examen de coche, vas con un examinador al lado y tienes que hacer lo que él te marca. 

P.– ¿Qué diferencias ha encontrado entre este helicóptero y el otro que era más pequeño?

R.– Pues mira, que aquí hemos convertido el Airbus AS350 B3 en un, como yo lo llamo, un estudio volador, el otro era más un confesionario por el tamaño (risas). Antes había mucha cercanía y ahora tengo seis plazas, puedo hacer multientrevistas porque hay doce cámaras dentro del aparato. Los invitados, al pasearles con el helicóptero no ven a los cámaras físicos, al sonidista, al de la percha, al realizador o a la gente que se pone alrededor, porque eso hace que se pongan rígidos, y al estar en el helicóptero, se relajan. Además, están volando por encima de su pueblo y, probablemente, sea la primera vez que vuelan en su vida.

Eso hace que se olviden de todo y te cuentan la verdad, son más auténticos. En el helicóptero se produce una magia no hay una entrevista normal, no hay más de verdad que la que va a ocurrir ahí arriba. Además, con el nuevo aparato tenemos mucho más nivel de seguridad, es más potente y podemos llegar más rápido a los sitios, pero, sobre todo, que puedo hacer cinco entrevistas.

P.– ¿Cómo se consigue grabar su propio helicóptero cuando están grabando?

R.– Llevamos un helicóptero por encima que me va siguiendo. Entonces, lo que me cuentan los invitados y van describiendo de su pueblo, el otro helicóptero lo va grabando con una cámara cineplex. También tenemos otro helicóptero detrás, el equipo de tierra… montamos una movida…

P.– ¿Cuándo sus invitados se montan en el helicóptero están viviendo una experiencia parecida a lo que vivió usted yendo al espacio?

R.– ¡O más! Porque al final nosotros, quieras que no, tenemos unas vidas muy atractivas y estamos más entrenados a impactos visuales. No obstante, para una persona que no ha pisado una ciudad o que no ha visto el mar en su vida, que le lleves en helicóptero, a lo mejor supera mi vuelo espacial. Es tal el impacto que se quedan que se quedan en shock, no tienes más que verles las caras. Su cabeza no está preparada para lo que están viviendo.

P.– ¿Por qué cree que la gente se abre tanto ante usted?

R.– Con honestidad absoluta te diré que porque yo soy de pueblo, ejerzo de chico de pueblo y vivo en un pueblo. Llevo en mi casa de pueblo 37 años. ¿Me he podido hacer una en otro sitio? Sí, pero he preferido reformar la que tenía y me he quedado en el pueblo. Mis amigos son los de siempre, no ha habido alteración. Dos trabajan en el servicio de limpieza, de los que andan recogiendo la basura, otros son albañiles, otros dos son profesores… Son los de toda la vida y no pienso cambiarlos. Y vivo en León, no tengo ninguna casa o ningún piso en una ciudad. 

Calleja en el espacio junto a Pedro Duque.

Calleja en el espacio junto a Pedro Duque. Cedida

Conozco muy bien el mundo rural, vivo en él. Me he criado en un pueblo, he visto cómo eran antes y cómo son ahora, cómo van decayendo, destruyendo, minimizando. Estoy muy integrado en todo el mundo rural y conozco el lenguaje.

Por lo tanto, con los invitados yo tengo empatía. Que es que cuando tú me estás mirando y yo te hablo. Primero, porque no le hablo como un periodista, porque no lo soy; segundo, no trabajo con un guionista, jamás me he puesto un pinganillo. Por eso, cuando hablo con esa persona ni siquiera sé qué le voy a preguntar ni qué va a pasar. Simplemente está ocurriendo la verdad. Se olvidan rápidamente de que están ante alguien famoso, lejano o que no es de su mundo, se encuentran a un paisano de pueblo que sabe muy bien en qué lenguaje estamos hablando.

P.– ¿En ocasiones le ha sucedido que los propios entrevistados no saben quién es usted?

R.– Pues mira, curiosamente en Volando Voy no me ocurre porque agradecen mucho a ese programa la visibilidad que le da a los pueblos, probablemente, la única que tienen en la televisión ahora mismo. Además, en esas localidades se consume mucha televisión porque es gente que, por la edad, hace que sean más de televisión que de YouTube o de las nuevas formas de streaming y plataformas. Es un público súper fiel. De hecho, las reposiciones de Volando Voy están haciendo récord absoluto de audiencia. Es un formato con mucha vida.

P.– ¿Cómo les recibe la gente cuando les ve llegar?

R.– Cuando aterrizamos en un pueblo no te hablan de lo que les ha pasado, te agradecen que vayas. En Sot de Chera, por ejemplo, nos emocionó mucho que todo el pueblo nos decía: "Buenos días, gracias por estar aquí". Fue algo que nos impactó muchísimo. Lo recuerdo y todavía me conmueve la situación. Todo lo que ve el espectador ocurrió de verdad, no grabamos una cosa y se hizo otra, aquí las cosas pasan de verdad. 

P.– ¿Cómo definiría Volando voy, volando vengo, su nuevo formato en Telecinco?

R: Esto es una televisión a flor de piel y muy necesaria porque habla de solidaridad, de lugares que no están en el foco todos los días, de pueblos que no pintan nada, de los que nadie habla, a los que no se les da relevancia, pero son también de este país. Parece que el mundo rural se ha olvidado por completo, no hay noticias de ellos. Se nos olvida que hace tan solo una generación, la gente de los pueblos era la que daba de comer a las ciudades. A España la han sostenido los ganaderos y la gente de los pueblos, pero ahora se han convertido en refugios de la gente mayor y, en ocasiones, no tienen ni lo mínimo para vivir. No podemos dejar que desaparezcan la cultura y las tradiciones que nos dieron. 

P.– Aunque todos sus programas en Mediaset han logrado grandes datos y han estado en emisión muchas temporadas: ¿Tiene miedo al fracaso? ¿Está preparado?

R.– Tengo una vida que le doy importancia a lo que la tiene. Además, este año tengo un superpoder y es que, al cumplir los 60 años, ya puedo hacer lo que quiera, lo que me dé la gana. Ya está. No pienso llevarme un disgusto por nada. Cualquier cosa que sea una angustia, prefiero que no me la cuenten, que se la zampen otros (risas).