
Carlos Higuero, policía de base de Caspe. Caspe
Caspe, el pueblo que se queda sin Policía cuando cae la noche: "Los delincuentes se han habituado a que no estemos"
Los policías en prácticas no pueden usar armas y ha habido momentos en los que han estado trabajando solos.
Más información: Patricia Ramírez: Ana Julia Quezada "ha dicho desde prisión que me quiere matar por romperle el documental"
No hay ley que valga por las noches en Caspe. Tampoco hay quien la imponga. A partir de las 10, hora en que los policías terminan sus funciones y no regresan hasta las 6 de la mañana, los habitantes están a merced de los delincuentes. Las calles permanecen vacías desde esa hora. Los negocios cierran y los pocos transeúntes que se atreven a salir caminan por la aceras acosados por el miedo.
Desde hace meses, Caspe, en Zaragoza, se sumerge en una ola de delincuencia que ha sobrepasado la capacidad de las autoridades. De día o de noche, hay robos con violencia, hurtos en la calle y allanamientos de negocios, casas y coches. También hay tráfico de drogas y peleas en parques, plazas, bares o restaurantes.
La Policía Local de Caspe solo tiene 12 efectivos para sus 10,220 habitantes. Pero de éstos, cuatro están aún en prácticas y no pueden llevar armas. Además, trabajan por turnos de siete días, lo cuál deja a sólo dos agentes activos por las mañanas y por las tardes para atender las emergencias y garantizar la seguridad en el pueblo.

La Policía Local de Caspe solo tiene dos coches de policía disponible Caspe
"Tenemos una ola de delincuencia y los recursos que tenemos no son suficientes", explica el policía Carlos Higuero, de 33 años. Los últimos cinco ha estado de servicio en Caspe y ha visto en primera línea cómo los delitos se han convertido en un hecho cotidiano que ni él ni sus compañeros pueden frenar.
Higuero detalla que los policías hacen dos turnos: de 6 de la mañana a 2 de la tarde, y de esa misma hora hasta las 10 de la noche. Desde ahí, son ocho horas de las que los delincuentes disponen para hacer de las suyas. Lo único que queda después de las 10 son 56 cámaras de seguridad repartidas por todo el pueblo. "Podemos tener 1.000 cámaras, pero si no tenemos a nadie para controlarlas ni para dar servicio cuando ocurre algo, puedes mirar y con suerte identificar a alguien, pero el mal ya está hecho y no se previene", comenta el policía.
Los cuatro alumnos en prácticas de la policía local no tienen número profesional asignado, no pueden portar un arma, no han terminado la instrucción básica y tampoco pueden hacer intervenciones por su cuenta. "Es gente que no puede ir a la calle. No tienen ni una pistola para defenderse. Suena feo, pero es que es así. Es como tener a personas disfrazadas de policías porque no pueden hacer nada".
Higuero explica que estos practicantes deberían salir a intervenciones con dos policías veteranos, para aprender, pero ha habido momentos en los que "se han plantado aquí los cuatro de prácticas y les ha tocado trabajar solos".
Cuando sucede eso, los practicantes tienen orden de limitarse a hacer trabajos administrativos y en caso de que pase algo urgente, tienen instrucciones de derivar las llamadas a los servicios de emergencias correspondientes.
Casi 3.000 extranjeros
De los 10.220 habitantes que hay en Caspe, según los datos más actualizados del Instituto Nacional de Estadística (INE) hasta el 1 de enero de 2022, un 28,2% son extranjeros, es decir, 2.892 personas. Sin embargo, la alcaldesa de Caspe, Ana Jarque, del PP, dice que esta cifra es mayor porque hay muchas personas que llegan de otros países y no están registradas oficialmente.
A este pueblo llegan muchos migrantes originarios de Nepal, Pakistán, Marruecos, Argelia y otros países, los cuales, en palabras de la alcaldesa, "son personas cuyos valores no son occidentalizados y su cultura es resolver sus conflictos a golpes. Muchas de estas personas vienen a trabajar, pero en toda esta llegada masiva de personas que estamos recibiendo, no todos tienen valores en los que se resuelven las cosas sin violencia".
Higuero señala que hay entre 20 y 30 extranjeros en el pueblo que están identificados por cometer robos y traficar con drogas, y con los pocos recursos que tiene la Policía Local, tratan de mantenerles vigilados.

Las calles en Caspe se mantienen solitarias Caspe
Lo más complicado para los policías, dice Higuero, es tener que lidiar con estos extranjeros que acostumbran pelearse en público. "Suelen ser cinco o seis personas que encima no hablan tu idioma, que es difícil entenderte con ellos y que están bajo efectos de sustancias de drogas o del alcohol. Como máximo vamos dos agentes de policía y es difícil de manejar. Somos profesionales de la seguridad, pero también somos personas que tenemos nuestras limitaciones físicas y técnicas", explica el policía Higuero.
Ola de crímenes
Una mañana de noviembre de 2024, los trabajadores del establecimiento Panaderías Agrupadas se dieron cuenta que alguien había entrado a robar por la noche porque el cristal de la entrada estaba roto. El ladrón se llevó cerca de 500 euros. También se registraron robos en el bar Las Piscinas, la cafetería El Molino, la tienda Campanilla y la Carnicería Jordán. Este último establecimiento sufrió uno de los incidentes más conocidos por los habitantes del municipio.
El delincuente entró primero en la vivienda de encima de la carnicería, donde vive la hija de la dueña del negocio. De ese piso se robó una bicicleta, un ordenador y aprovechó para coger el manojo de llaves de la carnicería, de donde sacó dos chorizos, una panceta y medio queso.
Y así, varios negocios y hogares han sido allanados por los delincuentes en este pueblo, incluso el bar Kebab España, que está ubicado a 50 metros del Ayuntamiento, en donde se encuentra la oficina de la Policía Local.
"Esa oleada nos llevó a tener una percepción de inseguridad importante", dice la alcaldesa del pueblo Ana Jarque. "Día a día había una delincuencia, vinculada a robos, que hacían al ciudadano no estar seguro en sus negocios o en sus casas y todavía no hemos recuperado la seguridad por completo".
Para aquellos meses, entre noviembre de 2024 y marzo de 2025, hubo vecinos que se organizaron para cuidar sus calles y negocios. "Fue un momento de crisis que hubo provocada por esa oleada de robos", reconoce la alcaldesa.

La población total en Caspe hasta el 1 de enero de 2022 era de 10.220 habitantes. Caspe
A mediados de marzo, la Guardia Civil detuvo a tres personas vinculadas a estos robos: un marroquí y dos españoles. Fueron acusados de varios delitos, pero la delincuencia no se ha detenido. Prácticamente todo el año hay inseguridad en Caspe. Esto es así desde 2018, explica Jarque. Hasta ese año, la Policía Local estaba disponible las 24 horas, pero varios agentes estuvieron de baja por distintos motivos, así que los policías que quedaron solos dejaron de trabajar por las noches.
"Los delincuentes se acostumbraron a que no estuviéramos", dice Higuero.
"Estamos peleando solos", lamenta Jarque quien le ha solicitado varias veces a la Delegación de Gobierno y al Ministerio del Interior, que envíen más guardias civiles para que den apoyo a la Policía Local, además de que le permitan tener 7 plazas más para tener cobertura policial por las noches.
"El Ministerio del Interior tiene la responsabilidad de la seguridad ciudadana en los municipios y para eso tiene Guardia Civil, pero cada año han ido mermando", dice la alcaldesa. Actualmente sólo hay una patrulla ciudadana para nueve municipios. "Si la patrulla ciudadana está atendiendo una violencia de género en Mequinenza, a 40 kilómetros de Caspe y si esa violencia de género cuesta resolverla unas cinco horas y si hay una pelea en Caspe y llamas al 062 porque no hay una patrulla en todo esto, te mandan una patrulla de Zaragoza y a esa patrulla le toma en venir una hora y cuarto".
Policías desmotivados
Carlos Higuero cuenta que muchos de sus compañeros están desmotivados por las condiciones laborales y eso también ha profundizado la inseguridad en Caspe, porque los policías se dan de baja y buscan trabajo en otros pueblos. Él cobra 1.600 euros al mes, mientras otros agentes en otros municipios cobran mejor y trabajan menos.
"Hay una diferencia de unos 300 o 400 euros mensuales. Si juntas que trabajamos en precarios, sin personal, que trabajamos sin medios y a todo esto le sumas que cobramos menos por hacer más que en otros municipios que son más tranquilos, pues te quieres ir", asegura.

Carlos Higuero, policía de 33 años.
"Mucha gente dice que esto es una profesión de vocación, pero yo con vocación no pago la hipoteca", comenta Higuero. La alcaldesa Jarque lo reconoce: "Los salarios que tenemos son muy bajos para el trabajo que hay que hacer".
Sin embargo, Higuero dice que él no se irá de Caspe porque tiene "esperanza" de que la situación del pueblo mejore, y para ello está dispuesto a seguir trabajando. "No estamos pidiendo que se nos pague más. Que se nos pague lo mismo y que nos doten de medios suficientes para hacer bien nuestro trabajo y que Caspe vuelva a ser un lugar seguro".