Imagen del episodio 'Be Right Back', de la serie de ciencia-ficción Black Mirror.

Imagen del episodio 'Be Right Back', de la serie de ciencia-ficción Black Mirror.

Reportajes

Así hablan Lucas, Nieto y otros muchos con sus muertos a través de la Inteligencia Artificial

Algunas empresas han desarrollado chatbots de IA para crear avatares de fallecidos. Estos servicios ofrecen incluso videollamadas en tiempo real. 

1 febrero, 2024 03:10

Stephenie Lucas Oney sigue pidiendo consejos a su padre, a pesar de su muerte en mayo de 2022. Lynne Nieto mantiene con su marido las charlas de los sábados por la mañana, a pesar de lo difícil que fue hacerlo por primera vez en febrero de 2023, seis meses después de que este falleciera a causa de ELA.

Así lo cuentan en "La inteligencia artificial ahora se usa para hablar con los muertos", la gran historia de Rebecca Carballo para The New York Times. Un reportaje donde, a través de la mirada de personas que están atravesando un duelo, se pone de manifiesto uno de los grandes avances dentro del mundo de las IA: traer de vuelta a los que ya no están con nosotros.

Parece de ciencia ficción. Y ciertamente lo es. Quien sea fan de Black Mirror sabrá que cuando Martha perdió a Ash en un accidente de coche, la vida para ella se detuvo. Pero una amiga la registró en una plataforma que la permitiría contactar con él después de su muerte. Se trataba de una aplicación que, a través de vídeos, audios y fotos, crearía un ente virtual de Ash para que Martha pudiera seguir "a su lado". 

De la emisión de 'Be Right Back', el primer capítulo de la segunda temporada de la famosa serie, han pasado ya más de 10 años. Y lo que entonces parecía una auténtica locura, ahora se ha vuelto realidad gracias a la inteligencia artificial.

Esta nueva tecnología ha permitido el desarrollo de varias aplicaciones para que, aquellas personas que estén pasando por proceso de pérdida, puedan seguir comunicándose con sus seres queridos. 

Videollamada al más allá

Fue en 2016 cuando James Vlahos, fundador de HereAfter, recibió la noticia de que su padre sufría un cáncer terminal. En un intento por preservar su memoria, decidió recabar su historia, sus gustos, sus vivencias y su aprendizaje ante la vida. Pero para James esta información carecía de sentido si no era su padre quien se la contaba, así que decidió crear un chatbot llamado Dadbot, que 3 años después desembocaría en lo que hoy es HereAfter.

Se trata de una aplicación que permite almacenar recuerdos de la vida de una persona para que, una vez fallecida, sus seres queridos puedan acceder a ellas siempre que quieran y desde cualquier lugar. No solo se trata de una caja de recuerdos, sino que, mediante un chat en línea, será el propio difunto quien narre estas historias o responda a una serie de preguntas a través de una presencia virtual creada a través de imágenes y audios. 

Conversación inicial con el bot de HereAfter.

Conversación inicial con el bot de HereAfter.

Se lanzó en 2019, solo dos años después de su homólogo Story File. Fue fundada por Heather y Stephen Smith, como resultado de un proyecto ambicioso que buscaba preservar los testimonios de las personas que habían sobrevivido al Holocausto. 

El propio Stephen usó esta startup con su madre, sin saber que esta fallecería a los pocos meses. Gracias a esta aplicación, pudo estar presente en su propio funeral, y ofreció un discurso a los asistentes sobre su vida y cómo se enfrentó a ella. 

Al igual que HereAfter, ofrece planes de prueba, en los que se puede recopilar un número limitado de historias y preguntas, además de varios planes premium. Pero Story File va más allá. Desde su estudio de filmación en Los Ángeles entrevistan a los sujetos, que son grabados desde varios ángulos.

Con estas imágenes, se crean hologramas de las personas para que, cuando se precise, estas respondan a través de vídeo manteniendo contacto visual, parpadeando e incluso respirando. Lo que brinda un acercamiento entre vivos y muertos.

Pero un paso más allá ha ido la empresa surcoreana DeepBran AI, con su servicio Re;memory. Este ofrece dos opciones a los interesados: recibir un mensaje grabado del fallecido o mantener una conversación con él en tiempo real

Re;memory requiere de varias fases antes de la aplicación de la Inteligencia Artificial.

Re;memory requiere de varias fases antes de la aplicación de la Inteligencia Artificial.

Para ello, la empresa recopila recuerdos digitales, así como fotos y vídeos del fallecido, además de organizar una entrevista con algún familiar para organizar toda la información. Una vez superada esta primera fase, la persona interesada debe acudir a una sala especial acondicionada con una pantalla de 400 pulgadas y aparatos sonoros, para que la experiencia sea mucho más real e inmersiva. 

"Un mecanismo de control peligroso"

Beatriz Iglesias Galán, psicoterapeuta en Valladolid, tiene sentimientos encontrados. A falta de un estudio llevado a cabo por profesionales sobre este tipo de aplicaciones, encuentra en ellas luces y sombras. "De entrada puede dar un mensaje de esperanza, pero puede llegar a retrasar la resolución del duelo", cuenta.

"En determinados momentos del duelo, ya sea muy al principio para mitigar el dolor, o en un momento más a largo plazo cuando esta pérdida esté más superada, sí que podría ser beneficioso", admite. "Pero si se usa regularmente podemos entrar en una dinámica de dependencia emocional. Si sigo recurriendo a la persona fallecida para pedir consejos, y yo condiciono mis decisiones en base a estos, se puede convertir en un mecanismo de control peligroso", explica. 

Según Iglesias, el uso de estas plataformas debería estar controlado por un profesional, "al igual que se controla el acceso a determinados fármacos". "Se corre el riesgo de que la persona se quede estancada, porque te relacionas con algo que no es real", dice.

Aventura que "seguramente sea una tecnología que seguirá avanzando, y no descarto nada", pero duda de que la inteligencia artificial llegue a suplir del todo la labor de un terapeuta. "Hay un factor muy importante que es el de relación. Se genera una conexión entre profesional y paciente, que nosotros trabajamos mucho, pero creo que estamos bastante lejos de que una máquina llegue a ese nivel. Tendría que estar muy avanzada", explica.

La tecnología del mañana

"Últimamente es difícil imaginar las posibilidades de la inteligencia artificial", confiesa Manuel Ramos, miembro del Grupo de Investigación en Bioinformática, Sistemas Informáticos Inteligentes y Tecnología Educativa (BISITE) de la Universidad de Salamanca. "Los algoritmos avanzan a un ritmo vertiginoso. Cada vez son más eficientes y son capaces de hacer más y más cosas. Las IA generativas están más de moda que nunca. Las imágenes y vídeos serán más precisos y las conversaciones más reales", cuenta.

Debido a todos estos avances, se está generando un debate que, en el caso de la tecnología del duelo, se traslada al terreno ético. "Si te limitas a crear un avatar que logre representar la apariencia y gestos de ese ser querido en vida, no es muy distinto a un álbum de fotos. Cuando desarrollas un bot conversacional en base a los recuerdos y las vivencias de esa persona, creo que es aprovecharse del dolor de la familia y no pienso que eso vaya a ayudar a superar ese duelo", alega.

Por ello, es necesario poner límites. "Creo que las instituciones deben estar permanentemente alerta de todos los avances de esta tecnología. La legislación no debe quedarse atrás. Es difícil seguir el ritmo porque hay novedades en el campo prácticamente cada día, pero es vital que la ley sea capaz de proteger a las personas en todo momento", sentencia.

España se resiste al uso de IA.

Solamente un 8% de los españoles usa casi a diario herramientas de inteligencia artificial. Según un estudio de la consultora Thoughtworks, registra de las cifras más bajas en uso diario de IA, con poco más de la mitad que la media global (14%). Países como India (43%) o Singapur (26%) se llevan los porcentajes más altos.

Sin embargo, un 60% de los españoles cree que la IA beneficiará a la sociedad en su conjunto, según un estudio de Google.

*Andrea G. Cilleruelo, autora del reportaje, es alumna de la primera promoción 2023-2024 del Máster de Periodismo de EL ESPAÑOL/UCJC.