El joven Diego Gómez, jefe de proyectos en una empresa de robótica

El joven Diego Gómez, jefe de proyectos en una empresa de robótica Cedida

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Diego Gómez, de fracasar en la ESO a salirse en la FP: es jefe en una empresa de intralogística y robótica

El joven de 26 años es un ejemplo de cómo la FP abre las puertas a muchos estudiantes que han fracasado en su etapa en el instituto.

15 enero, 2024 02:19

La Formación Profesional, en ocasiones, es la ventana por la que muchos estudiantes frustrados vislumbran ese horizonte en el que cumplir sus sueños. Suspender casi todas las asignaturas y repetir curso en la ESO revela una falta de adaptación del alumno a un sistema educativo clásico, donde memorizar contenidos sobre literatura o historia son la base para poder conseguir el graduado escolar. Por ello, muchos desean acabar esa etapa cuanto antes para estudiar lo que realmente les gusta, y de forma práctica.

Es el caso de Diego Gómez, un joven de La Puebla de Almoradiel (Toledo) que vio como su futuro se ennegrecía a partir de 3º de ESO. Hasta entonces, no era un alumno ejemplar, pero sacaba los cursos sin muchos esfuerzos. Sin embargo, con el transcurso de su etapa en el instituto fue perdiendo interés en los estudios. ¿El motivo? "Unos profesores que no te motivaban, que te enseñaban los temas sin ganas, que te hacían estudiar sin explicarte las cosas", explica en una entrevista con EL ESPAÑOL.

Una falta de motivación que se vio plasmada no sólo en su rendimiento académico sino también en su comportamiento. "La liaba mucho en clase, como forma de no aburrirme. Me pusieron varios partes, alguna que otra expulsión y eso me llevó a que me quedaran 10 asignaturas al final del curso, lo que me llevó a repetir", relata.

El joven Diego Gómez, jefe de proyectos en una empresa de robótica

El joven Diego Gómez, jefe de proyectos en una empresa de robótica Cedida

Su mala experiencia durante su paso por la ESO le ha hecho replantearse la utilidad real de los conocimientos que se imparten. "Se deberían enseñar los temas desde un enfoque aplicado a la utilidad de la vida. De poco nos sirven que nos enseñen muchas matemáticas si luego no las vamos a saber aplicar a los problemas reales a los que nos enfrentamos en la vida", dice.

A pesar de su frustrado paso por el instituto, desde pequeño siempre tuvo claro cuál era su meta: dedicarse al mundo de la automatización y la robótica. Para ello, sentía que todo aquello que le enseñaban en la ESO no iba enfocado a lo que él quería dedicarse en un futuro. "Entiendo que haya que saber mucho de todo, pero cuando te lo enseñan sin darte herramientas prácticas y a base de teoría, ocurre que muchos alumnos, como es mi caso, desconectan del sistema educativo", expresa.

Sin embargo, a pesar de su desencanto, su objetivo de dedicarse a la automatización y la robótica lo motivó a perseverar en su educación, ya que sabía que tendría que acabar la ESO si quería continuar formándose en lo que realmente le apasionaba. Por ello, aceptó, por iniciativa de sus padres, internarse en un colegio privado de Campo de Criptana (Ciudad Real), una localidad cercana a la suya. 

Superación, disciplina y esfuerzo diario

Allí encontró profesores comprometidos que no solo lo ayudaron a recuperar las asignaturas, sino que también le inculcaron valores de superación, disciplina y esfuerzo diario."Por primera vez, alguien apostaba por mí. Gracias a ellos entendí que lo estaba haciendo mal, que tenía que cambiar mi comportamiento, y me motivaron para acabar los estudios. Y no sólo se preocuparon por mí para que aprobara, sino que me enseñaron lo que es el hábito de estudio. Ellos fueron mi salvación", cuenta este joven.

Fueron esos mismos mentores quienes le aconsejaron realizar una Formación Profesional; la forma más rápida de cumplir su sueño de dedicarse a la robótica. Así, recién cumplidos 17 años, se matriculó en el FP de grado medio de Instalaciones Eléctricas y Automáticas, donde comenzó a sacar buenas notas debido a su dedicación y su gran vocación por el tema. "Desde pequeño siempre he sido muy manitas, cuanto tenía 15 años diseñé un kart casero de gasolina. Me viene de familia. Tanto mi padre como mi tío se han dedicado a esto", dice.

Es ahí cuando Diego entendió que la FP le daría las alas necesarias para dedicarse a su gran pasión y ganarse la vida con ello. "Las asignaturas que tenía en la FP estaban aplicadas al trabajo, no te enseñan nada que luego no vaya a tener utilidad, con lo cual, eso me motivaba para estudiar y aprender todo aquello que me llevara a ser competente en el mundo laboral", explica. 

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Una motivación que lo llevaba a seguir adquiriendo conocimientos, a todas horas. "Cuando llegaba a casa después de clase, me ponía a 'inventar' aparatos, intentaba hacer cosas de forma autodidacta... Estaba constantemente formándome y aprendiendo. Y lo hacía sin ningún tipo de esfuerzo porque es lo que más feliz me hace", comenta.

Por ello, Diego destaca la FP como la mejor opción para alumnos que, como él, no encajan en un sistema educativo tradicional y por ello ven lastrados sus sueños. "La FP me lo ha dado todo. Por eso me jode que todavía haya gente que piense que la FP es para tontos, que si no vales para estudiar lo único que te queda es la FP, cuando no es así. Hay gente muy válida y talentosa que elige la FP porque es la mejor forma de obtener los conocimientos que te van a servir para ser un gran profesional el día de mañana”, defiende. 

Asimismo, cree que, a diferencia de los que eligen estudiar una carrera universitaria, los estudiantes de FP salen al mercado laboral "mucho más preparados para ponerse a trabajar". "Al final, los que estudian una carrera aprenden mucha teoría y tienen muchos conocimientos, pero muchos de ellos no son aplicables", afirma.

Con trabajo nada más acabar el grado

Una vez acabado el grado medio, este joven enseguida encontró trabajo como electricista, montando placas solares y cuadros eléctricos, mientras que hacía prácticas en una empresa de robótica. Sin embargo, lejos de conformarse, decidió hacer también el grado superior, el cual le abriría muchas más puertas y le proporcionaría mayores conocimientos para adaptarse al mundo de la robótica. 

Así, con 22 años se graduó, obteniendo una nota media cercana al 7, siendo uno de los alumnos con mejores recomendaciones por parte de sus profesores. Una vez concluidos sus estudios, la misma empresa con la que hizo las prácticas lo contrató, asignándole un puesto de técnico robótico.

Actualmente, a sus 26 años, y tras pasar por diversas empresas logrando ser un trabajador destacado, Diego es jefe de proyectos en Modumaq, una empresa de intralogística y robótica afincada en Toledo que se dedica al diseño y fabricación de soluciones tecnológicas avanzadas para la automatización de procesos. 

Más de 25.000 euros anuales

"Estoy muy contento porque me han dado mucha libertad a la hora de tomar decisiones y crecer. Siempre han confiado en mí a la hora de marcar nuevos objetivos y mejorar", explica Diego, cuyas condiciones económicas, aunque no quiere dar cifras exactas, dicen ser muy buenas. "Gano por encima de 25.000 euros al año", señala.

Otro de los puntos a destacar de su empresa es que "premian la inteligencia". "Apuestan por ti para que siempre estés innovando, y eso es lo que más valoran, no tanto que te mates a trabajar, sino que consigas resultados a través de la innovación y las mejoras. Creo que la falta de implicación laboral es la muerte de un trabajador”, comenta.

Por todo ello, Diego es un ejemplo de cómo la pasión y el esfuerzo van de la mano para conseguir el éxito y la felicidad laboral, aun cuando el sistema educativo te haya dado la espalda. "La clave del éxito parte del esfuerzo, del tesón y de la pasión por lo que haces. Ese es el mayor aprendizaje que he recibido, y eso ha sido también gracias a mis padres", concluye.