Ilustración: Lina Smith / Reuters

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¿Llevará Elon Musk a Twitter a la derecha? El visionario más polémico de nuestro tiempo

Musk se ha convertido en propietario de Twitter tras comprarlo por 44.000 millones de dólares, la mayor adquisición de una única persona.

27 abril, 2022 03:48

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Hace muchos años, en Pretoria (Sudáfrica), un niño de 14 años entró en una librería y echó mano de un libro realmente extraño: Guía del autoestopista galáctico, escrito por un tal Douglas Adams. Era 1985 y él no lo sabía, pero estaba ante un futuro clásico de la ciencia ficción. La novela comenzaba con Arthur Dent, el protagonista, asistiendo al fin del planeta Tierra. De ese miedo nació el impulso para comenzar su propia carrera espacial. Solo que él, a diferencia de Dent, no necesitó hacer autoestop: creció entre esmeraldas y cofres que no alcanzaban a cerrar, pues tal era la montaña de dinero. Aquel chico, por cierto, se llama Elon Musk, los expertos calculan que pronto será la persona más rica que ha pisado este planeta -superando al legendario Rockefeller- y acaba de comprar Twitter por 44.000 millones de dólares.

La última adquisición de Musk, de 52 años, ha pillado por sorpresa a mucha gente. Por un lado, ha comprado Twitter por un 38% más de lo que valía cuando hace un mes se convirtió en máximo accionista con el 9% de la empresa. Por otro, la pregunta es inevitable: ¿Para qué quiere Twitter? ¿Hará volver a la derecha que abandonó la red social tras el cierre de la cuenta de Trump?

Musk ya ha contestado: "Soy un absolutista de la libertad de expresión". Llega para restaurar ese derecho que garantiza el buen funcionamiento democrático. Un gran tipo este Musk, podría pensarse. Su legión de fanes, sin duda, estará convencida de ello. Pero ¿podemos fiarnos de lo que dice? ¿Quién es realmente Elon Musk?

Elon Musk

Elon Musk

Una infancia complicada

En Elon Musk: El empresario que anticipa el futuro (Ed. Península), la biografía que Ashlee Vance realizó, se cuenta que Musk pasaba diez horas al día leyendo libros de ciencia ficción y fantasía, a veces en las propias librerías. Entre sus favoritos estaban El señor de los anillos, La luna es una cruel amante o todo lo que le llegara de Isaac Asimov: "En ocasiones me echaban de la tienda, aunque no era lo habitual", recuerda Musk.

Esto significa que era un niño con inquietudes poco habituales. Sin embargo, también da pistas de cómo fue su vida social hasta prácticamente la mayoría de edad: solitaria, víctima de bullying y siendo percibido como un 'bicho raro'. Una tarde estaba comiendo con su hermano Kimbal, un año menor que él y muy importante en su vida, cuando un compañero de clase fue hacia él y le dio una patada en la cabeza que lo precipitó escaleras abajo. Acto seguido llegó el resto de la banda de matones para acabar la paliza. A día de hoy Musk sigue sin entender por qué ocurrió eso y ha dicho por activa y por pasiva que quiere dedicar su vida a mejorar la humanidad, aunque la maldad tampoco ha sido ajena a sus proyectos.

Errol Musk, padre de Elon, adquirió casi por casualidad una mina de esmeraldas en Zambia a mediados de los 80. Un viaje al país sudafricano y un negocio inesperado con unos italianos acabó con su nombre figurando de propietario de las minas. No obstante, la sombra de aquello ha sido alargado para Musk. De joven indudablemente le benefició: creció con todas las posibilidades educativas y económicas al alcance. Con diez años pudo comprarse un ordenador con el que experimentar sus inquietudes tecnológicas y, con 18, abandonar aquel mundo hostil y mudarse a Canadá a estudiar Física.

Ese cambio de vida era el primer paso en su particular Guía del autoestopista galáctico. El segundo llegaría al acabar la carrera: afincarse en los Estados Unidos. Allí fundó su primera compañía de software, Zip2, y vivía con su hermano Kimbal, todo gracias a los 28.000 dólares que Errol les había dado para empezar esa nueva etapa. Pero, con Musk, ahí donde no llegaba el dinero quedaban el pillaje y el sacrificio.

Después de fundirse cada centavo de su padre, no les quedó más remedio que vivir los tres primeros meses de la empresa en la propia oficina. Esto le sirvió de excusa para crear una norma que ha instaurado allá donde ha ido: se trabaja las 24 horas. A Musk le da igual cuan humano sea el trato cuando hablamos de trabajo: "Cada vez hay menos gente que trabaje los fines de semana. Nos hemos vuelto unos putos blandengues", la decía a Vance en una de las entrevistas del libro.

Elon Musk tras divorciarse

Elon Musk tras divorciarse

Una vez quedó claro cual era el nivel mínimo de implicación ("si yo trabajo 23 horas al día, los demás tienen que trabajar un mínimo de 20", cuenta un antiguo ingeniero que trabajó para él), llegó el segundo truco de su 'guía como empresario galáctico': echarle cara al asunto o, directamente, mentir. Musk convenció a un ingeniero surcoreano para que fuese su becario. Nada de sueldo, tan solo alojamiento y comida. La clave fue, como confiesa Kimbal, que Musk le hizo creer "que éramos una gran empresa y no tenía la menor idea de dónde se metía".

El Señor Tesla

Con esta mezcla de visión empresarial y ausencia de escrúpulos, Musk hizo crecer Zip2 hasta venderla a Compaq por 303 millones de dólares. Tenía 26 años y jamás volvería a pasar hambre, que diría Scarlett O'Hara. Con el dinero se compró un apartamento de lujo y un exclusivo McLaren de Fórmula 1. El joven Musk necesitaba un transporte con el que ir a la oficina cada mañana. Pero, sobre todo, invirtió una parte en X.com, una empresa que acabaría siendo PayPal.

Fueron años locos. Se casó con Justine, previo regalo de tres lujosos anillos de compromiso y varios intentos de luna de miel; vio cómo le echaban de PayPal durante un viaje a Australia; tuvo cinco hijos; se divorció de su mujer tras ocho años de relación. Alegrías y sinsabores, como la vida misma. 

Musk se repuso de todo, pues quizá nada de eso le importaba demasiado. Siguió como máximo accionista de PayPal, aunque sin volver a su antiguo puesto directivo, hasta que vendió la empresa por 1.500 millones de dólares a eBay. Y del divorcio se recuperó volviéndose a enamorar: nueva boda con Talulah Riley.

"Creo que el tiempo que dedico a los negocios y a los niños es el adecuado. Pero me gustaría dedicar más tiempo a relacionarme. (...) Por eso necesito sacar un poco más de tiempo. Tal vez entre cinco y diez horas. ¿Cuánto tiempo necesitan las mujeres a la semana? ¿Diez horas? ¿O eso es lo mínimo? No tengo ni idea", afirma Musk. Pese a sus varios matrimonios e hijos, demuestra que sabe más de negocios que de relaciones humanas. Al fin y al cabo, si uno trabaja 23 horas al día, difícil que saque tiempo para algo más. Bueno, para tener hijos sí, ya que van por siete sus descendientes.

En 2005 Musk se fijó en Tesla INC, una compañía que habían fundado en 2003 Martin Eberhard y Marc Tarpenning. Lideró la ronda de financiación (6,5 millones, el 87% de la empresa) e implantó su manera de hacer las cosas. En 2008 lanzaron el primer coche estrella y revolucionaron el mercado del automóvil, logrando coches eléctricos que nada tienen que envidiar a los tradicionales.

Elon Musk con su coche Tesla

Elon Musk con su coche Tesla

Sin embargo, Musk volvió a demostrar que sus habilidades visionarias empresariales eran inversamente proporcionales a las humanas. Logró convertirse en presidente ejecutivo en 2006 y echar a Eberhard. Tarpenning se marchó dos años más tarde. No contento con eso, quiso quedarse con el 'título' de fundador. Eberhard se negó a ello y los jueces determinaron que los tres serían cofundadores y todos contentos. En realidad, nadie acabó contento: Eberhard y Tarpenning reclamaban serlo únicamente ellos, mientras que Musk quería ser el Señor Tesla en solitario.

Reescribir la historia

En 2021, la revista Time nombró a Musk "persona del año". Según Forbes, acumula 241.500 millones de dólares y lidera el ranking de los '400 multimillonarios filántropos', una clasificación que se hace en base a las donaciones realizadas. 

Además de ser el CEO de Tesla, Musk tiene otras empresas como Hyperloop, con la cual quiere desarrollar un tubo supersónico que posibilite transportar personas a 1.200 kilómetros/hora, Neuralink o SpaceX. Esta última es con la que tiene el objetivo de realizar viajes a Marte. 

Sin embargo, Musk se ha visto envuelto en decenas de polémicas en los últimos años. Fue condenado a pagar 137 millones de dólares a uno de sus trabajadores de Tesla, en Fremont, por daños y perjuicios relacionados con el racismo. La justicia californiana consideró probado que Tesla había hecho caso omiso a la situación que estaba viviendo Owen Díaz, el trabajador damnificado.

Esta no era más que la punta del iceberg: Tesla había acumulado cientos de quejas por insultos racistas, grafitis, trato discriminatorio en sueldo y posibilidad de ascenso para personas negras, etc. La única intervención directa de Musk al respecto fue la de pedir a sus trabajadores, vía correo electrónico, que no tuviesen la piel fina y aceptasen unas disculpas cuando alguien los tratase mal.

Fue entonces cuando salió a relucir el pasado de su padre con las minas de esmeraldas y que lo beneficiaron en sus inicios. Musk decidió entonces negar la mayor, pero no sirvió de nada. No ayudó, claro, que en Tesla siga sin haber sindicatos o que se haya sabido que Musk ha perseguido y hecho la vida imposible a trabajadores que se saltaron las cláusulas de confidencialidad para quejarse de las condiciones laborales a la prensa. Ni tampoco que cancelara personalmente el pedido de un cliente que anteriormente había hablado mal de la empresa en su blog personal.

No solo Tesla ha tenido problemas. El Comité de Médicos por la Medicina Responsable se quejó al Departamento de Agricultura de Estados Unidos por los experimentos que realizó su empresa Neuralink con monos. De los 23 que participaron en la implantación de chips en el cerebro, 15 murieron y el resto "sufrió en extremo". 

Además, Hyperloop ha recibido numerosas críticas porque no está claro cómo puede llevarse a cabo su plan de forma sostenible para el medioambiente. Algo que entra en contradicción con una de las máximas de Musk, que siempre ha sido contaminar lo menos posible. 

Elon Musk durante una rueda de prensa en el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral en enero de 2020

Elon Musk durante una rueda de prensa en el Centro Espacial Kennedy en Cabo Cañaveral en enero de 2020 Reuters

¿Cómo será Twitter?

Si algo tiene claro su biógrafo Ashlee Vance es que Musk persigue la verdad. O, mejor dicho, su verdad, porque esta a veces disocia del concepto global que se entiende por ella. Asó lo demuestra su largo historial de tuits polémicos que tuvo que borrar posteriormente. Por ejemplo, aquel sobre Hitler y Justin Trudeau que se consideró una banalización del nazismo: "Deja de compararme con Justin Trudeau, yo tenía un presupuesto", rezaba el tuit que imaginaba un pensamiento de Hitler.

La repercusión fue tal que hasta el Auschwitz Museum se lo recriminó: "Usar la imagen de Adolf Hitler y, por lo tanto, explotar la tragedia de todas las personas que sufrieron, fueron humilladas, torturadas y asesinadas por el régimen totalitario de la Alemania nazi creada por él es triste e inquietante. Falta el respeto a la memoria de todas las víctimas y hiere a muchas personas".

Además, Musk ha vivido acusaciones de plagio con su empresa Tesla. Y, por otro lado, Musk llamó "pedófilo" a uno de los submarinistas que rescató a los niños atrapados en Tailandia por calificar de "propaganda" sus donaciones. Pagó 50.000 dólares a un investigador tratando de demostrar que su verdad y, cuando no lo consiguió, ya se disculpó.

Por todo ello, muchos creen que su "absolutismo por la libertad de expresión" será realmente una excusa que permitirá expandir el tipo de prácticas por las que ha sido criticado y condenado. Ya no habrá motivo por el que tener que borrar según que tuits. Hay muchas cosas que caben en 'su verdad', tantas veces basada en pensamientos a priori más que en hechos. Otra de las incógnitas es saber cómo reaccionará alguien que ha demostrado no saber tomarse bien las críticas en una red social que, según dice, abogará más aún por la libertad de expresión.

Arthur Dent, protagonista de la Guía del autoestopista galáctico, era una persona sin ánimo de fama ni más ambición que la normalidad, sobre la que había recaído la responsabilidad de darle un significado al universo y salvar a la humanidad. Musk, quien dice que "el adolescente que fui descubrió (con aquel libro) cuál era su misión en la vida", es más bien una especie de 'dandy galáctico'. Pero ¿qué Elon Musk nos encontraremos? ¿El visionario o el inhumano? ¿El doctor Dent o Mr. Musk? Aspira a "mejorar la humanidad" y, desde luego, no siempre lo ha logrado. Habrá que ver qué cara muestra en Twitter. Por el momento algo sí parece claro: la derecha ha acogido la noticia con más entusiasmo que la izquierda.