Raúl Mora, gerente de Palacio de los Olivos, junto a uno de sus aceites de oliva virgen extra premiados.

Raúl Mora, gerente de Palacio de los Olivos, junto a uno de sus aceites de oliva virgen extra premiados. Cedida

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Los mejores aceites del mundo los hacen los Mora en Ciudad Real: los 7 súper donde comprarlos por 5 €

Por 5º año consecutivo, declaran al AOVE de Palacio de los Olivos como el mejor Picual del mundo, mientras que el Arbequina lo consigue por 1ª vez.

16 enero, 2022 02:19

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Raúl Mora y sus cuatro hermanos se están empezando a acostumbrar al éxito. Uno de los aceites de oliva que elaboran en su almazara, Palacio de los Olivos, ha sido declarado por quinto año consecutivo como el mejor del planeta en la variedad Picual. Así lo demuestra el Evoo World Ranking de 2021, que ha tenido en cuenta que este producto, oriundo de Almagro (Ciudad Real), ha conseguido hasta 30 medallas de oro en varios certámenes internacionales celebrados a lo largo del año por toda Europa, América y Asia.

Por si fuera poco, este año la familia Mora ha alcanzado un nuevo hito que llevaba persiguiendo desde antaño. “A diferencia del año pasado, que fue segundo, nuestro aceite de oliva virgen extra de la variedad Arbequina también ha ocupado el primer puesto de su categoría en el ranking al conseguir 22 medallas”, explica a EL ESPAÑOL Raúl Mora (Ciudad Real, 1965), el gerente de la almazara Palacio de los Olivos y uno de los cinco hermanos de este clan de olivicultores. De hecho, si cabe, es meritorio este nuevo éxito, ya que era la segunda vez que producían este tipo de AOVE.

Pese a la fama que está adquiriendo Palacio de los Olivos tras un lustro en lo más alto de la tabla de mejores aceites de oliva del mundo, los consumidores cuentan con todas las facilidades para acceder a los dos productos premiados. “Ambos se pueden comprar en los supermercados de El Corte Inglés, Sánchez Romero, Carrefour, Costco, BM, Makro o Eroski”, indica Raúl Mora. En cuanto a precios, cada botella de 250 mililitros cuesta cinco euros, mientras que las de 500 mililitros y de 1,5 litros valen, respectivamente, nueve y 39 euros, “tanto el aceite de Palacio de los Olivos de la variedad Picual, como el de la variedad Arbequina”, añade el olivicultor.

A la izquierda, el aceite de oliva de la variedad Picual y, a la derecha, el de la variedad Arbequina.

A la izquierda, el aceite de oliva de la variedad Picual y, a la derecha, el de la variedad Arbequina. Cedida

Raúl Mora, de hecho, lleva desde 2010, el año en el que abrió su almazara, persiguiendo “el objetivo de fabricar un aceite de oliva de máxima calidad”, afirma antes de decir, orgulloso, que es algo están “consiguiendo con mucho esfuerzo”. Hijo de padres agricultores, Marcial Mora y Leonor Bermejo, el olivicultor, en colaboración con sus cuatro hermanos, ha explotado al máximo —y llevado a la excelencia— las hectáreas de terreno agrícola que poseían sus padres y que aprovechaban para el cultivo de cereales desde 1980.

“Pero cuando nos hicimos cargo de los terrenos, en 2010, decidimos plantar olivos porque veíamos cómo el mercado del aceite de oliva estaba creciendo a nivel nacional e internacional, con gran futuro y recorrido. Y, además, es un cultivo propio de Castilla-La Mancha. Ten en cuenta que, tras Andalucía, es la segunda zona de España con mayor producción de olivos —y sus derivados—, por lo que nos pareció que cambiar a ese cultivo era una buena inversión”, recuerda Raúl Mora. Desde aquella época, ya han pasado 12 años y sus aceites de oliva han acumulado más de 150 premios. Casi nada.

Tierras volcánicas, clave

Pero, ¿qué tiene el aceite de oliva virgen extra Palacio de los Olivos para ser, desde la campaña 2016-2017, el más premiado del mundo? Pues bien, según explica la entidad a este diario, las 280 hectáreas de terrenos donde crecen los olivos de la familia Mora son fundamentales, ya que la finca, llamada Los Palacios, “está enclavada sobre tierras calatravas de origen volcánico, muy ricas en nutrientes muy beneficiosos para el cultivo del olivo”.

Esto ha permitido que la empresa Olivapalacios pueda cultivar “240 hectáreas de olivos Picual y 40 de la variedad Arbequina”, esgrime Raúl Mora. Esto se traduce en que cada año, estos olivicultores pueden superar, de media, los dos millones de kilos de aceitunas cultivadas para elaborar sus aceites. Pero como la olivicultura se ha vuelto una auténtica “pasión” para Raúl Mora —sólo hay que oírle hablar de su negocio—, el profesional se ha vuelto un tanto inconformista. Por ello, en Palacio de los Olivos siguen “experimentando”.

Vista exterior de la almazara de Palacio de los Olivos, junto a sus olivares.

Vista exterior de la almazara de Palacio de los Olivos, junto a sus olivares. Cedida

“A nosotros nos encanta seguir mejorando e innovando. Por ejemplo, hace poco hemos empezado a cultivar olivos que producen aceitunas de la variedad Arbosana. Estamos viendo la evolución del fruto y si es susceptible para fabricar algún nuevo producto que pueda llegar al mercado, ya que no todas las variedades son aptas”, desvela a este periódico el olivicultor que, podría decirse, se hizo fan del negocio casi de rebote.

Arquitecto de profesión, Raúl Mora llegó al mundo del aceite de oliva, como se ha apuntado, cuando él y sus cuatro hermanos se hicieron cargo de los terrenos familiares y levantaron la almazara. “En aquel momento decidí cambiar de profesión, así que me formé. Cursé todos los másteres y cursos que había sobre olivicultura en la Universidad de Jaén, porque quería desarrollar bien nuestro proyecto”, en palabras del gerente de Palacio de los Olivos. “Aun así, la arquitectura y la olivicultura tienen muchos puntos en común. Hay que ser muy creativo porque, aunque parezca mentira, hay muchas maneras distintas de fabricar aceite”, ríe el empresario agrícola.

Un trabajo en equipo

Aunque Raúl Mora se reconozca como la cabeza visible de Palacio de los Olivos, lo cierto es que 25 personas trabajan de manera continua en la almazara que produce los mejores aceites del mundo en sus variedades. “Podemos llegar a 60 trabajadores cuando estamos en campaña, es decir, en octubre y noviembre de cada año”, cuenta el gerente de la empresa.

El interior de la almazara de Palacio de los Olivos, donde producen sus aceites premiados.

El interior de la almazara de Palacio de los Olivos, donde producen sus aceites premiados. Cedida

Gracias a este trabajo en cadena y en equipo, Palacio de los Olivos ha elaborado un aceite que, por quinto año consecutivo, ha sido el mejor del mundo en la variedad Picual, según el Evoo World Ranking de 2021, y el mejor del mundo, por primera vez, en la variedad Arbequina. Pero, ¿qué características tiene cada aceite?

Por un lado, el Picual es un AOVE “de gran cuerpo, muy afrutado en nariz y boca. Tiene notas positivas y equilibradas de amargo y picante, además de las que recuerdan a hierba fresca, tomatera y hierbas aromáticas, con toques de almendra, plátano, manzana y kiwi, entre otros prescriptores”, describen fuentes de la empresa que añaden que, por otro lado, el Arbequina es un aceite “con menos de fuerza que el Picual, simplemente por su composición intrínseca que deja un retrogusto suave y elegante. Su aroma y sabor recuerdan a las alcachofas frescas con notas de tomate y manzana verde, incluso huerta”.

En cualquier caso, Raúl Mora está orgulloso de sus dos aceites premiados y los recomienda para recetas distintas. “El Picual para ensaladas, por ejemplo, y el Arbequina, más suave, para preparar un pescado”, indica.

Las 280 hectáreas de olivares de Palacio de los Olivos se establecen en tierras calatravas de origen volcánico.

Las 280 hectáreas de olivares de Palacio de los Olivos se establecen en tierras calatravas de origen volcánico. Cedida

—Raúl, me han comentado que las nuevas generaciones de la familia Mora están interesadas en seguir con su proyecto olivícola. ¿Qué opina al respecto?

—Como padre sería un orgullo. A uno le gusta que sus hijos quieran dedicarse a lo que uno tiene en marcha. En mi caso, tengo tres hijos que están en fase de estudios y a los tres les apasiona este mundo, así que, probablemente, continúen con la labor familiar. Lo mismo pasa con mis sobrinos, que aunque han tenido algo menos relación con el aceite, también es un mundo que les gusta y al que se pueden dedicar.

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