El ministro de Cultura, Ernest Urtasun.

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Europa Press

Tribunas

Ernest Urtasun, o cómo convertir la cultura en arma ideológica contra la mitad del país

El ministro de Cultura Ernest Urtasun ha perdido una oportunidad de cohesionar el Estado a través de un patrimonio que pertenece al conjunto de los españoles.

Publicada

Siglo XVII. El vizconde Medardo de Terralba lucha contra los turcos cuando un cañonazo desafortunado lo parte literalmente en dos mitades: una buena y otra mala, ambas independientes y capaces de sobrevivir por sí solas.

La mitad mala regresa a su pueblo, llena de odio, sembrando el terror entre los sirvientes y habitantes del feudo.

La mitad buena tampoco fue bien aceptada por los lugareños, pues nadie entendió una bonhomía tan excesiva que acababa por convertir en absurdas todas sus acciones.

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun.

El ministro de Cultura, Ernest Urtasun. Álvaro Ballesteros Europa Press

Al ministro Urtasun, un fogonazo ideológico, unas lecturas mal asentadas, lo partieron por la mitad.

Al poder llegó un medio ministro cegado por el fundamentalismo que convierte la cultura en pura propaganda política.

Es, de esta manera, como ha destruido, antes de que diera comienzo, lo que debiera ser un momento clave en la historia cultural de nuestro país: el centenario de la Generación del 27, un grupo fundamental, e irrepetible, que configuró gran parte de lo que hoy llamamos la Edad de Plata de nuestra Literatura.

Ignacio Sánchez Mejías, torero y mecenas del 27, fue quien organizó el homenaje a Luis de Góngora en el Ateneo de Sevilla que acabó por convertirse en el acto de constitución del grupo literario. Luego lo celebraron todos en la casa del matador, que también era escritor, en el barrio sevillano de Pino Montano.

Como a Urtasun no le gustan los toros, Ignacio Sánchez Mejías no existe, tal y como quedó patente en la Residencia de Estudiantes, donde presentó recientemente la Comisión Nacional para la conmemoración del Centenario de la Generación del 27.

Ese organismo contará con la participación de instituciones públicas y privadas. La Comunidad de Madrid y la de Andalucía recibieron una carta, un par de días antes, ofreciéndoles participar, sin concretar nada más.

Con la que directamente no se ha contado ha sido con la ciudad de Málaga, lugar de nacimiento de María Zambrano, de Emilio Prados, de Manuel Altolaguirre, de José María Hinojosa y de Moreno Villa, uno de los lugares más vinculados históricamente a esta generación.

Vicente Aleixandre pasó su infancia en la ciudad y Jorge Guillén su vejez, estando hoy su tumba en el Cementerio Inglés, frente al Mediterráneo.

Cernuda fue un prototurista en Torremolinos, al igual que Lorca o Dámaso Alonso, que también visitaron la costa malagueña.

Allí se imprimieron, quizás eso es aún más importante, en la Imprenta Sur, muchos de los primeros poemas de este grupo, que salían en la revista Litoral, que aún pervive en la Costa del Sol.

Hoy Málaga es una de las ciudades donde más se investiga y se escribe sobre el 27, siendo importante en este sentido la labor del Centro Cultural Generación del 27, obviado de los fastos, al igual que ha ocurrido con el ayuntamiento y con otras instituciones culturales malacitanas.

A Urtasun, por lo que sea, no le gusta Málaga, así que, como ministro demediado, solo es ministro de la mitad de España que le gusta, que es más pequeña cada día: a Lorca se le borrará el Llanto por Ignacio Sánchez Mejías y a José María Hinojosa, fusilado por pertenecer a un partido agrario y conservador, se le borrará del 27, pues ya ha dicho el ministro que estos poetas eran republicanos y de izquierdas.

La Comisión Nacional para la conmemoración del Centenario de la Generación del 27 la preside el ministro de Cultura y su vicepresidente es el titular de Política Territorial y Memoria Democrática, lo que ya dice mucho de la intención política de este proyecto: apropiarse de la historia cultural de nuestro país, sesgándola, partiéndola según el interés del Gobierno, haciendo pequeña y miope lo que podría ser una celebración verdaderamente nacional que ensalce la inmensidad de nuestra cultura.

Una oportunidad perdida de cohesionar el Estado a través de un patrimonio que pertenece al conjunto de los españoles.

En la pequeña novela de Italo Calvino, publicada en 1952, al final las dos mitades del vizconde se enfrentan por el amor de una dama, se hieren en un duelo y acaban, gracias a la buena intervención de un médico, uniéndose de nuevo, de forma que Medardo recuperaba su integridad física y emocional.

Quizás la mitad buena de Urtasun sacó a hombros a Morante de la Puebla de Las Ventas. Quizás se encuentren un día en la Gran Vía.

Dios quiera que de la trifulca que monten salga un ministro entero que gobierne para todos los españoles.

*** Cristóbal Villalobos es escritor e historiador.