Pilar Alegría, tras el Consejo de Ministros.

Pilar Alegría, tras el Consejo de Ministros. EFE

Tribunas

¿Quién ha encubierto a los corruptos del PSOE?

El Código Penal incluye las figuras de la cooperación y el encubrimiento. Sorprende la falta de comentarios sobre estos tipos penales en las noticias y las columnas de estos días.

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En varios ministerios deben de estar rezando el rosario (los misterios dolorosos), pidiendo que no se hagan públicas conversaciones o informaciones más comprometedoras que las ya existentes.

Seguro que hay mucha gente honesta en la Administración que anda escandalizada. Pero puede que otros no estén tan sorprendidos si estaban al tanto de lo que ocurría hace años.

Usted y yo, que nos enteramos sobre la marcha, querríamos saber quién encubrió a los corruptos.

Pedro Sánchez este miércoles en el Congreso de los Diputados.

Pedro Sánchez este miércoles en el Congreso de los Diputados. Europa Press

Algo que sí sabemos desde el año pasado es que Koldo García pactaría con quien fuera con tal de conseguir beneficios.

Creo que no le importaría sentarse a cenar con el demonio si pudiera pagarle una buena comisión o librarle de algunos años de cárcel.

Todo lo que haga será para reducir esa condena. Pero también por desprecio hacia sus cómplices más poderosos, a quienes se llevará con él al mismo infierno si le apetece.

Sus grabaciones, declaraciones y pruebas en general deben tener en vilo a más de un ministro. Es difícil pensar que no tuvieran ni idea de lo que pasaba hace tanto tiempo.

Tras conocerse las evidencias contra Koldo, Ábalos y Cerdán, surge la duda de si se ocultaron datos e informaciones que podrían haber desvelado la magnitud de la trama delictiva. Esto se sabrá antes o después.

Y tendrá consecuencias políticas, pero quizá también judiciales.

"¿Quién sabía qué, desde cuándo, y cómo reaccionó o dejó de hacerlo cuando tuvo conocimiento de la trama de corrupción de los altos cargos del PSOE?"

El Código Penal incluye las figuras de la cooperación y el encubrimiento. Sorprende la falta de comentarios sobre estos tipos penales en las noticias y las columnas de estos días. Tal vez se deja esa sustanciosa parte para más adelante, o el morbo de las conversaciones telefónicas rijosas oculta la trascendencia de lo que rodea el cohecho.

¿Quién sabía qué, desde cuándo, y cómo reaccionó o dejó de hacerlo?

Esta es, a mi juicio, la palanca para abrir la caja negra de lo que sucedió en la Moncloa desde que el escándalo se inició. La crucifixión de algunos responsables en la punta del iceberg incrementa la probabilidad de que se demuestre que no existe un derecho a la ignorancia.

Insisto en que no se trata aquí de la evanescente “responsabilidad política”, sino de verdaderos delitos perseguibles por los tribunales.

Sobre las cuestiones procesales de este asunto podrán pronunciarse mejor los magistrados del Tribunal Supremo. Allí se resolverá cómo actuar si Koldo, Ábalos o Santos Cerdán deciden lanzar las bombas nucleares que conserven en sus silos (desde su presunta inocencia, por supuesto).

Si lo hacen, y dicen que este o el otro sabía, o que les ofrecieron componendas estando en el misterio (o, eventualmente, desde el ministerio), podría armarse un tremendo caso criminal.

De trascendentales implicaciones para nuestra democracia.

*** Ricardo Rivero es catedrático de Derecho administrativo en la Universidad de Salamanca.