Carolina Darias, ministra de Sanidad.

Carolina Darias, ministra de Sanidad.

LA TRIBUNA

La última oportunidad para reformar el sistema sanitario

Es necesario que el Gobierno introduzca reformas en el sistema sanitario para que se pueda dar cobertura a las necesidades de la población, normalizando la colaboración público-privada.

6 diciembre, 2021 02:54

Cuando el pasado 1 de diciembre tuve la oportunidad de dirigirme a la ministra de Sanidad, doña Carolina Darias, en el encuentro que las 90 empresas, instituciones empresariales y profesionales que constituyen la Fundación IDIS realizan de forma semestral (a fin de darle la bienvenida, agradecer el esfuerzo de su presencia en estos complicados momentos y presentarla en la apertura del acto), le recordé algo que creo que todos los que formamos parte del sector sanitario llevamos mucho tiempo tratando de decir.

Es necesario introducir reformas y cambios que pongan nuestro sector en la dirección correcta, para que pueda dar cobertura a las necesidades de la población de la mejor forma posible y en concordancia con las posibilidades propias al siglo XXI.

Los diferentes gobiernos nacionales que hemos tenido han hecho muchas promesas, pero con escasos resultados. Por varios motivos. Primero, porque el sistema sanitario está transferido a las comunidades autónomas. Segundo, porque los indicadores de salud generales, como la esperanza de vida, nos han dado una falsa sensación de suficiencia. Y tercero, porque meterse con el sistema sanitario público puede interpretarse como un intento de destruir el statu quo, y provocar un ruido difícil de asumir políticamente.

Nadie deseó llegar a esta situación. Pero la pandemia ha puesto el sistema sanitario público contra las cuerdas, dejando un reguero de consecuencias de las que no será sencillo sobreponerse sin reformas. En manos del Gobierno está el futuro del Estado de bienestar de todos, pero también la oportunidad de dejar huella con la construcción de un Sistema Nacional de Salud que realmente aporte valor a la sociedad.

"El modo en que se apruebe la ley marcará el principio del futuro de nuestro sistema de salud y nuestro Estado de bienestar"

Ya no es sólo que ahora, a diferencia de hace 20 años, la calidad dependa de la innovación tecnológica o de la transformación digital. Es que tenemos un sistema sanitario público incapaz de calcular, por ejemplo, la realidad de las listas de espera, con una atención primaria sobresaturada por la Covid. Traten de llamar al centro de Salud, a ver cuándo les cogen cita o cuándo le mandan las primeras pruebas. Resulta evidente que la población general sufre un problema de acceso a los servicios básicos.

A su vez, como resultado de los muchos ciudadanos que contratan seguros de bajo coste por la sobrecarga del sistema público, en el sistema sanitario privado nos encontramos con un colapso en las consultas y las pruebas diagnósticas. Una tendencia que va en detrimento de la personalización que debe ser nuestra marca de presentación para aquellos que pagan, voluntariamente, una cobertura adicional a la pública.

En este contexto, el 7 de diciembre vence el plazo de consulta para hacer las alegaciones al anteproyecto de la ley que pretende consolidar la equidad, la cohesión y la universalidad de nuestro Sistema Nacional de Salud. Y desde la Fundación IDIS asumimos que el modo en que se apruebe este documento marcará el principio del futuro de nuestro sistema de salud y nuestro Estado de bienestar.

En el anteproyecto inicial, el Gobierno introduce propuestas interesantes. Pero entendemos, y así lo hemos expresado en nuestro escrito de alegaciones, que hay dos cuestiones que van a ser fundamentales en el devenir del nuestro sistema de salud.

"La gestión pública directa es lo menos adecuado para impulsar la competitividad imprescindible en un sector tan complejo"

La primera es que, aunque se consolidan las nuevas fórmulas de gestión, incorporándolas de facto en el articulado de la Ley General de Sanidad, se habla de que “la prestación y gestión de los servicios sanitarios y sociosanitarios se llevará a cabo preferentemente mediante la fórmula de gestión directa de carácter público”. De esta manera, renuncia a reconducir la gestión sanitaria directa hacia una gestión más competitiva (aunque siga siendo pública): la mejor garantía para que el sistema sanitario público no sea eficiente o transparente nunca.

En la gestión directa prima la estabilidad laboral a cualquier otro interés, incluso sobre los resultados en la asistencia a los pacientes. Y, más allá de las contradicciones legales a las que se enfrenta, el nuevo texto choca con la realidad de cómo deben ser las organizaciones sanitarias en el siglo XXI. Que deben ser dinámicas y que deben estar movidas por la innovación, la continua incorporación de nuevas tecnologías, los nuevos roles profesionales, la adaptación a necesidades sociales diferenciadas, las alianzas entre empresas, los incentivos bien diseñados y la eficiencia.

En este sentido, la gestión pública directa (que no hay que confundir con la gestión pública) es lo menos adecuado para impulsar el dinamismo y la competitividad imprescindibles en un sector tan complejo como el sanitario.

La segunda cuestión es la ausencia, para nuestra sorpresa, de mención alguna al sector sanitario privado. No es que echemos en falta una referencia a su papel. Es que se ignora su existencia. Precisamente en un momento en que calificarlo de sistema complementario puede sonar a broma. Sobre todo si tenemos en cuenta su papel en la pandemia o para tantos ciudadanos que recurren al sistema privado para acceder a los servicios básicos.

"No es posible disponer de un Sistema Nacional de Salud accesible y equitativo sin contar con el sector privado"

Nos hemos hecho mucho más necesarios, incluso, de lo que los propios empresarios del sector deseamos. Estamos para ayudar o complementar lo que haga falta. Pero garantizar los servicios básicos de salud debe ser un cometido del sistema sanitario público.

Así, el sector privado, que representa un porcentaje muy significativo tanto de la actividad asistencial del sector (más del 30%) como de sus recursos físicos y humanos, es absolutamente imprescindible para poder garantizar la accesibilidad y la equidad en el sistema. O por decirlo de otra manera: no es posible disponer de un Sistema Nacional de Salud accesible y equitativo sin contar con el sector privado.

La nueva ley es la gran oportunidad para no fallar a la realidad de nuestro sistema sanitario. De alguna manera, debería reflejar la colaboración y la complementariedad entre el sistema público y el privado, que debe ser natural dentro del Sistema Nacional de Salud. Y que debe estar regida siempre desde el principio de defensa y protección de los intereses generales y las prioridades públicas.

El pasado día 1 de diciembre, en fin, le trasladé a la ministra la necesidad casi obligatoria de acometer reformas para tener el mejor sistema sanitario que nos podamos permitir. Los incrementos de los costes, la innovación tecnológica y farmacéutica y el imparable proceso de transformación digital nos indican que o se hacen ahora los cambios, o perderemos un tren al que luego no nos podremos subir.

*** Juan Abarca Cidón es presidente de HM Hospitales y de la Fundación IDIS.

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