Muchos aficionados se habían mostrado contrariados por el silencio del Real Madrid ante el escándalo del caso Negreira. Había quien exigía que el club se pronunciase con contundencia nada más se conoció que el FC Barcelona realizó pagos por valor de 7,3 millones de euros al ex vicepresidente del Comité Técnico de Árbitros entre los años 2001 y 2018.

Pero la decisión de la junta directiva del equipo blanco, tomada ayer en reunión extraordinaria, de personarse como parte afectada en el proceso judicial en cuanto se abran las diligencias demuestra que el Real Madrid estaba, sencillamente, esperando a actuar en su debido momento, y dentro de los plazos marcados por la Justicia.

Hay que destacar que la entidad presidida por Florentino Pérez ha sido en todo momento respetuosa con los tiempos del procedimiento, esperando a que la Fiscalía diera por finalizada la investigación y presentara su informe final en el juzgado. Y pretende seguir siéndolo, al anunciar su intención de comparecer cuando el juez abra el proceso a las partes perjudicadas por el que ya es el presunto caso de corrupción arbitral más grave de la historia del fútbol español.

Todo esto demuestra que el Real Madrid está llevando el asunto con la seriedad que merece y siendo respetuoso también con la presunción de inocencia y con el trabajo del fiscal. Pero la iniciativa de la junta directiva es también una buena noticia para el conjunto de los equipos de La Liga.

Porque aunque el club se personará "en defensa de sus legítimos intereses", todo el fútbol español sale beneficiado cuando uno de sus equipos más relevantes se preocupa por evitar que la imagen de la competición quede manchada.

Nada menos que la honorabilidad del estamento arbitral y de la limpieza de la liga española está en juego, toda vez que la Fiscalía de Barcelona acusase al Barça de pagar a José María Enríquez Negreira a cambio de favores arbitrales.

En su demoledora denuncia presentada el pasado viernes, el Ministerio Público considera que las transferencias al ex número dos de los árbitros tenían por objeto que Negreira condicionase las designaciones, para que los partidos del FC Barcelona estuvieran presididos por colegiados que tomasen decisiones favorables al club azulgrana. Unos servicios que, como argumenta la Fiscalía, podrían haber adulterado "los resultados de las competiciones".

El caso Negreira afecta al Barça como institución, ya que los pagos se produjeron bajo los mandatos de cuatro presidentes consecutivos. Dos de ellos, Rosell y Bartomeu, serán investigados por un delito continuado de corrupción deportiva, administración desleal y falsedad documental.

El panorama se le presenta sombrío al FC Barcelona. Porque aunque en España no podrá recibir ninguna sanción disciplinaria deportiva, al haber prescrito los presuntos pagos fraudulentos con la nueva Ley del Deporte, sí podría enfrentarse a una expulsión de la Champions League por parte de la UEFA, incluso si finalmente no sufriera consecuencias penales.

La directiva del Barça debería asumir este mismo celo de las competiciones europeas por evitar dañar la reputación del torneo español. En lugar de eso, Joan Laporta insistió ayer en que el club es "víctima de una campaña" a la que ahora se habría sumado el Real Madrid.

Pero que el club blanco no tiene intereses espurios en su comparecencia en el caso Negreira lo prueba, además de que se ha manifestado sólo cuando ha tocado, su decisión de personarse al margen de la Federación y La Liga.

No se puede pasar por alto que uno de los acusados, Albert Soler, conspiró con Javier Tebas contra Luis Rubiales, tal y como ha publicado EL ESPAÑOL. Además, como también ha revelado este periódico, La Liga era cliente del lobby en el que trabajaba el llamado "hombre de las cloacas del deporte".

En este sentido, es razonable que la fórmula que el club blanco ha encontrado para garantizar la defensa de sus legítimos intereses sea presentarse en la causa por separado de Tebas. En definitiva, no es la honorabilidad del Real Madrid la que está en entredicho.