Las últimas 24 horas han sido las más caóticas que ha vivido el PP desde que Alberto Núñez Feijóo es presidente del partido. El motivo ha sido la polémica generada por las medidas antiaborto que Vox ha anunciado en Castilla y León y que obligarán a los médicos a ofrecer a las mujeres que pretendan abortar la posibilidad de acceder a una ecografía 4D del feto y a escuchar su latido fetal. 

Ambas medidas, que han provocado la reacción unánime en su contra del feminismo al considerarlas un chantaje emocional a las mujeres, aparecen en un comunicado de la Consejería de Sanidad que todavía hoy figura en la página web de la Junta. Según Santiago Abascal, líder de Vox, la propuesta antiaborto se mantendrá "firme" en CyL.

Según Génova, que habló ayer viernes por la mañana por boca de su nuevo portavoz Borja Sémper, el PP "no tragará" con las medidas de Vox

Pero el PP de CyL ha pasado de decir en un primer momento que las medidas de fomento de la natalidad serían "absolutamente voluntarias" tanto para las embarazadas como para los profesionales de la medicina a sostener que el protocolo tal y como lo defiende Vox entrará en vigor este mismo lunes. 

La confusión generada por el anuncio del vicepresidente de la Junta de CyL, Juan García-Gallardo, no ha sabido ser atajada por Alfonso Fernández Mañueco, presidente de la comunidad, y eso ha desembocado en una victoria de Vox, que podrá defender ahora frente a los suyos su capacidad para imponerse al PP en terrenos tan superados por la sociedad española como el del aborto. Con medidas, además, que no evitarán un solo aborto y que sólo generarán sufrimiento en las mujeres. 

Y eso justo cuando el PP había escenificado con los fichajes de los moderados Borja Sémper e Íñigo de la Serna su voluntad de convertirse en el partido que ocupe el centro del escenario político que el PSOE ha desalojado por voluntad propia.

La crisis, tan similar a las que el PSOE ha vivido en docenas de ocasiones a lo largo de esta legislatura con sus socios de Unidas Podemos, ha cogido al PP en fuera de juego y sin saber cómo desactivar ese artefacto incendiario que Vox le ha dejado en el regazo. Probablemente, atenazado por su miedo a alienar a su electorado católico, por un lado; a la ruptura del gobierno de CyL, por el otro; y al daño a esa imagen de moderación en la que pretende basar su campaña electoral para las elecciones del próximo mes de mayo.  

Pero ese es el enfoque incorrecto. Porque el del aborto es un debate prácticamente cerrado en España que ya ha movido todos los votos que debía mover en un sentido u otro y que sólo se ha abierto de nuevo por el empeño de Vox en generar un punto de fricción con el PP que les permita pescar en río revuelto.

Que el rebrote de la polémica le dé aire a un PSOE en sus peores momentos de la legislatura parece un motivo de preocupación secundario para Vox. Porque su rival político es la izquierda, pero su rival demoscópico es el PP

Mañueco nunca debió convocar elecciones en CyL cuando disfrutaba de un gobierno estable con Ciudadanos y nunca debió pactar un gobierno de coalición con Vox. Gobierno que le está sirviendo a la izquierda para acusar al PP de connivencia con la extrema derecha y para tapar sus propios pactos con Unidas Podemos, ERC y EH Bildu. 

Mañueco es el responsable de esta crisis y es él, por tanto, el que debe ponerle fin rompiendo su pacto de gobierno con Vox y convocando elecciones anticipadas. Unas elecciones que, de coincidir con las que tendrán lugar en mayo, le permitirían beneficiarse de ese crecimiento del partido en toda España del que hablan los sondeos. Más aún si se presenta a las urnas con las credenciales de moderación y de rechazo del populismo y de los extremismos ejemplificado tras su distanciamiento de Vox.

El PP debe ser consciente de que esta victoria es triple para Vox. En primer lugar, porque le permite presentarse como un partido útil entre la derecha. En segundo lugar, porque daña las expectativas electorales del PP. En tercer lugar, porque beneficia las del PSOE, al que Vox necesita tanto como Pedro Sánchez necesita a Vox.

¿Está el PP en condiciones de conceder esas tres victorias?