La entrevista con el ministro de Asuntos Exteriores José Manuel Albares que hoy publica EL ESPAÑOL contiene la afirmación más explícita respecto a la invasión rusa de Ucrania oída hasta el momento en boca de ningún alto representante español. "¿Qué es lo que estamos intentando hacer los europeos con las sanciones? Estamos intentando conseguir el colapso económico de la Rusia de Vladímir Putin".

Las palabras de Albares coinciden con esa Cumbre de Versalles en la que se ha consagrado la "soberanía" europea en el terreno industrial, militar y geoestratégico. La Cumbre, de la que Emmanuel Macron, Charles Michel y Ursula von der Leyen han dicho que "pasará a los anales de la historia", supone un cambio de rumbo de 180 grados respecto a esa tendencia pacifista, casi aislacionista, que ha caracterizado a la UE de las últimas décadas. Pero sobre todo a la izquierda europea. 

Esa nueva Europa, que muy probablemente obligará a España a aumentar sensiblemente su presupuesto de Defensa (y a reducir por tanto el de otros Ministerios), no carecerá de obstáculos. Como el del escepticismo que ha generado en varios socios de la Unión la propuesta de Macron y de Pedro Sánchez de crear un fondo para energía y defensa.

Pero el camino de la UE durante las próximas décadas ha sido señalado con claridad por el peor enemigo hoy de las libertades democráticas sobre las que se construyó la Europa de los Veintisiete: Vladímir Putin. Ese camino no es ya optativo y las reticencias de los socios más escépticos toparán en breve con la realidad de un escenario geopolítico internacional que está mutando a ojos vista.

Y no es optativo porque la alternativa a la entrada en la edad adulta de esa UE que se conformaba hace apenas unos meses con ser el faro moral de Occidente está hoy a la vista en las calles de Kiev, de Mariúpol y Dnipro. La UE puede repetir una y otra vez que no está en guerra con Rusia. Pero la realidad es que sí lo está. Sólo que esta guerra se libra en más campos de batalla que el estrictamente militar. 

Declaración de guerra

Las declaraciones de Albares son lo más parecido a una declaración de guerra que España, en el contexto de su pertenencia a la OTAN y a la UE, ha emitido hasta el momento. Coinciden además en el tiempo con el incremento de la presión económica estadounidense gracias a la decisión de Joe Biden de excluir a las empresas rusas del circuito de libre comercio internacional. 

La decisión del presidente estadounidense, que afecta según ha informado el diario Washington Post a la importación de productos tan variados como el alcohol, los diamantes o el marisco (que proporcionaron a las empresas rusas un beneficio de 550 millones de dólares el año pasado), tendrá un impacto muy sensible en Rusia. 

La marginación de Rusia en el circuito de libre comercio internacional podría convertirse así en el golpe de gracia definitivo que llevara a su economía al colapso. Si eso llega a ocurrir, y la guerra se enquista en Ucrania, Putin no tendría manera de financiarla. Rusia se convertiría además en un Estado paria como lo son hoy las socialistas Cuba, Venezuela o Corea del Norte. 

Nueva tanda de sanciones

También la Unión Europea anunció ayer viernes una nueva tanda de sanciones contra el Kremlin. El objetivo es aislar al régimen de Putin y, como afirma Albares en su entrevista en EL ESPAÑOL, limitar su capacidad para financiar la invasión "bárbara" de Ucrania. 

Entre esas sanciones está la prohibición de la exportación de artículos de lujo a Rusia, una medida aparentemente menor, pero que impactará de lleno en el círculo de empresarios y oligarcas que rodean y apoyan a Putin. La UE ha anunciado además que vetará cualquier inversión europea en el sector energético ruso. 

La alianza de Estados Unidos, Reino Unido, la UE y otras naciones occidentales servirá también para expulsar a Moscú del Fondo Monetario Internacional y del Banco Mundial, entre otras instituciones financieras. Rusia se verá además privada de su estatus de nación más favorecida por la Organización Mundial del Comercio (OMC). 

Las sanciones no han logrado detener la guerra por el momento, pero han mermado sensiblemente la capacidad de Putin para financiarla. El rublo se ha desplomado, varios bancos rusos están hoy fuera del sistema financiero internacional y se habla ya de la posibilidad de que la economía Rusia pueda colapsar en el plazo de unas pocas semanas. La guerra militar no tiene por el momento vencedor claro, pero la guerra económica está siendo ganada de forma aplastante por Occidente.