Resulta cuando menos paradójico que, mientras los españoles se abrochan el cinturón hasta tocar hueso, los partidos políticos cierren sus cuentas de resultados con un marcador positivo de casi 30 millones de euros. 

Como revelamos hoy en EL ESPAÑOL, el PSOE encabeza la lista con un superávit de 15,3 millones de euros en 2020. Más de la mitad del total. Le siguen Vox con 5,9, PP con 4,3 y Ciudadanos y Podemos con 2,1.

No es un hecho menor que las formaciones mejoren sus resultados después de un año catastrófico de pandemia. Sobre todo porque demuestra que, ante las restricciones aplicadas, la tecnología no sólo allanó la comunicación y multiplicó la eficacia de los mensajes, sino que abarató enormemente los costes.

Si ya no hace falta llenar una plaza de toros para ganar unas elecciones, ¿qué sentido tiene que sigan obteniendo cantidades fuera de la lógica de la era de la digitalización?

Dar ejemplo

Las cuentas de resultados de los partidos dejan una conclusión desmoralizadora. A todas las familias españolas les fue mal durante la pandemia. Pero a cada una a su manera.

Con nuestra ley de financiación, los partidos reciben una subvención que responde a los resultados electorales. A los votos y los escaños. Pero la ley no preveía un proceso de digitalización que redujera tanto los gastos. Tanto como para que la formación de Pedro Sánchez haya sido capaz de triplicar el superávit del año anterior.

En esta situación, ¿no deberían predicar los políticos con el ejemplo al renunciar a parte de ese dinero, o destinarlo al menos a causas sociales? 

¿Qué razones encuentran los partidos para no corregir un desequilibrio que ahorraría millones de euros a un país acuciado por una deuda pública superior al 120% de su PIB nacional?

Nueva realidad

No tiene sentido que la sociedad se haya digitalizado, el teletrabajo se haya extendido entre las empresas y la clase política no se aplique el ahorro que propician las nuevas tecnologías.

Ahora las elecciones se deciden en los debates de televisión. Las redes sociales fabrican presidentes. Twitter es el tablero de juego del activismo. Y la pandemia sólo ha hecho que remarcar una realidad que estaba a la vista de cualquiera.

En estos meses hemos contado con los testimonios de los comicios madrileños, catalanes, vascos y gallegos. Unos comicios que obligaron a la originalidad en las campañas por las restricciones y que demostraron que el factor físico dejó de ser tan determinante.

Es hora, en fin, de tomar cartas en el asunto y poner el debate sobre la mesa. Para que la digitalización de la política no beneficie únicamente a los partidos, sino también a los ciudadanos.