El vicepresidente Pablo Iglesias pudo conocer diariamente el número de fallecidos por coronavirus en las residencias de ancianos. Así lo estipula el protocolo vigente por el cual los geriátricos tienen la obligación de reportar las muertes tanto a las autoridades locales y autonómicas, como a la Delegación del Gobierno.

Es decir, Iglesias tenía fácil monitorizar la situación en los centros de mayores, área de su responsabilidad, y tomar cartas en el asunto. Tratar de culpar a los gobiernos del PP de la mortandad, hacerse el sorprendido y decir que lo visto en las residencias de Madrid "es un escándalo, si es que no es un crimen", es un exceso.

Sociedad radicalizada

Su actitud es ilustrativa del modo en el que los políticos han interiorizado la nomenclatura gruesa. Lo peor, no obstante, es que asumen abiertamente, de un lado y de otro, que todos los errores en la gestión del coronavirus deben conllevar unas responsabilidades penales sobre las que los tribunales no se han pronunciado y tardarán en hacerlo, llegado el caso.

Si la presidenta madrileña, Isabel Díaz Ayuso, ha alentado el debate sobre la irresponsabilidad del Gobierno en el 8-M con el aplauso cerrado de los suyos, ahora desde el Ejecutivo la estrategia pasa por tachar como criminal la gestión del PP de las residencias. Gasolina para crispar aún más a una sociedad radicalizada que debe afrontar una durísima recuperación y no un suma y sigue de reproches atroces.

Dolo manifiesto

Hay que esclarecer hasta el último extremo cuál fue el papel de cada Administración en la crisis del coronavirus y exigir unas dimisiones que, todo sea dicho, no se adivinan en el horizonte próximo. Pero de ahí a alimentar acusaciones tan graves como el crimen o el asesinato media un abismo, el del dolo manifiesto, que sólo puede dirimir la Justicia.

Si la contaminación entre la política y la Justicia se ha puesto en evidencia en los últimos tiempos, el colmo es que los representantes públicos embarren más el terreno, convertidos ahora en los fiscales más enardecidos para tapar sus negligencias. A diestra y siniestra.