Montoro se ha convertido en un aliado circunstancial del procés por culpa de su imprudencia y de su locuacidad. Hace unos días afirmó taxativamente en una entrevista que las urnas del 1-O no se pagaron con dinero público, por lo que varios de los exconsejeros en prisión han esgrimido las declaraciones del ministro de Hacienda para negar el delito de malversación que se les imputa.

El magistrado del Tribunal Supremo ha requerido ahora a Montoro “el concreto soporte objetivo” de una aseveración que contradice un aspecto fundamental de su instrucción y de sus autos de procesamiento contra los cabecillas del golpe.

Torpedea la euroorden

Más aún, al contradecir las pruebas recogidas en el sumario, Montoro carga de razones a los abogados de Puigdemont y al tribunal de Schelswig-Holstein y torpedea la euroorden de extradicción emitida por España. En la resolución emitida por la corte alemana para dejar en libertad al expresident prófugo manifestó que ni apreciaba un delito de rebelión ni tenía claro que la Generalitat hubiera destinado 1,6 millones de dinero público al 1-O.

La irresponsabilidad de Montoro está sirviendo de munición a los enemigos del Estado y compromete a Llarena, pero carece de base. El propio Llarena tiene tasadas las partidas que se utilizaron para promover el referéndum ilegal, comprar papeletas, elaborar el censo electoral y contratar a observadores internacionales. Además, la Guardia Civil recabó multitud de indicios probatorios de malversación.

Lo mismo que Rajoy

Puede que Montoro respire por la herida y prefiera arrojar dudas sobre la investigación judicial del 1-O antes que admitir la posibilidad de que el propio Gobierno haya financiado sin saberlo el golpe. También Rajoy prescindió de toda cautela cuando, el pasado mes de febrero, en una sesión de control parlamentario, respondió a Albert Rivera que “ni un solo euro” del FLA se había destinado al referéndum ilegal.

La soberbia de Cristóbal Montoro, que ha valorado “positivamente” el requerimiento de Llarena, ya perjudica al Estado. No hay ninguna duda de que tendrá que desdecirse ante el juez. La pregunta es si alguien tan insensato y temerario puede formar parte del Consejo de Ministros.