Este viernes pasará a la historia como el día en que el mundo entero sintió el vértigo de un colapso digital. El ataque masivo y casi simultáneo perpetrado por piratas informáticos contra los sistemas operativos de los ordenadores de miles de empresas y organismos de casi un centenar de países ha disparado las alarmas sobre los riesgos inherentes al desarrollo tecnológico en las sociedades avanzadas.

Desde primera hora de la mañana, un malware de última generación, indetectable por muchos programas antivirus convencionales, ha infectado decenas de miles de ordenadores en todo el mundo. El virus inoculado por este software pirata, a partir de descargas aparentemente inofensivas, cifraba el acceso a los archivos de las computadoras y disparaba una alerta para chantajear a los usuarios, a los que se exigía un pago en bitcoins -moneda digital- si querían desbloquear el secuestro de datos.

16 hospitales británicos

El ataque ha tenido desiguales consecuencias, que aún deben ponderarse, pero la capacidad de penetración de los piratas en sistemas altamente seguros, como el de Telefónica, ha quedado más que acreditado. Aunque es pronto para cuantificar el coste que este episodio de cibercaos ha tenido en España, los problemas detectados en dieciséis hospitales británicos -donde los piratas han llegado a cancelar citas médicas y desviar ambulancias como medida de extorsión- permiten entrever hasta qué punto este tipo de ataques pueden poner en riesgo el funcionamiento normal de servicios básicos.

De este ataque informático a escala global deben extraerse algunas lecciones elementales. Es importante asumir que todos somos vulnerables para generar una cultura digital distinta, más autoconsciente y cooperativa. En este sentido, el presidente de Telefónica, José María Álvarez-Pallete, ha dado una lección de solidaridad al advertir de que el ataque se estaba produciendo.

Más inversión tecnológica

También es fundamental fomentar la inversión en seguridad informática y en la renovación del parque de sistemas operativos. Además, el Ministerio de Energía y Agenda Digital -que ha respondido de manera eficaz- debe seguir trabajando en la elaboración de protocolos de prevención de cara al futuro.

Es básico que los usuarios comprendan que no hay que activar descargas sospechosas y que pagar no es una opción, pues no sólo no garantiza que los piratas vayan a desbloquear los ordenadores infectados sino que sirve de aliciente a nuevas extorsiones. Debemos comprender que el ciberterrorismo, lejos de ser una pesadilla propia de filmes de ciencia ficción, es una amenaza que ha llegado para quedarse.