Ver a personas adultas, entusiasmadas, persiguiendo con su teléfono móvil figuras virtuales por la ciudad es una estampa curiosa, pero que habría chocado e incluso irritado no hace tanto a otras generaciones, que seguramente lo encontrarían infantil, además de una inutilidad y una pérdida de tiempo.

La idea de ocio y tiempo libre han cambiado a lo largo de la historia, pero en pocos años las nuevas tecnologías han revolucionado este campo. Pokémon Go, por ejemplo, incorpora herramientas como la realidad aumentada o el GPS. Ha surgido toda una industria recreativa en torno a los últimos avances que hacen que sus productos sean muy atractivos, absorbentes y hay quien opina que incluso adictivos.

Fenómeno global

Asistimos además a un fenómeno global. La tecnología y las redes permiten lanzar un producto como Pokémon Go a nivel planetario y lograr una rápida expansión. Sus usuarios se cuentan por decenas de millones sólo un mes después de su salida escalonada en Australia y Nueva Zelanda. 

Dado que el entretenimiento tiene que ver con los hábitos, la cultura y los valores, conviene estar atento a los cambios sociales que provoca. Ya han surgido partidarios y detractores del juego. Entre los primeros están quienes aseguran que estimula las relaciones sociales al poner en contacto a los usuarios, y que tiene la virtud de acabar con el aislamiento que generan otros juegos de pantalla, que se practican en casa.

Mundo virtual

Por contra, hay sociólogos que consideran que Pokémon Go incide en dos problemas de nuestro tiempo: la infantilización de los adultos, que genera sujetos inmaduros, superficiales y narcisistas -el denominado síndrome Peter Pan-; y la sustitución, en los jóvenes, del mundo real por otro virtual, lo que fomenta su individualismo y que subestimen el contacto humano.

Sería osado, sin duda, tratar de juzgar los posibles efectos de un juego cuatro meses después de su estreno. Todo dependerá del uso o abuso que se haga de él. Ahora bien, no son pocos los pensadores que alertan de los riesgos de una tendencia hacia lo virtual que acaba fomentando el aislamiento y el contacto a distancia.

Relaciones sociales

Sobre este problema, la pensadora Adela Cortina ya advirtió en las páginas de EL ESPAÑOL que el uso de nuevas tecnologías "quita mucho espacio a la reflexión, al autonocimiento y al diálogo pausado", sin los cuales "es difícil tener una opinión y una perspectiva propia" de las cosas. Según la catedrática de Ética, las personas estamos perdiendo profundidad, autonomía y capacidad de ponernos en el lugar de otros, valores que surgen de la "convivencia real". Son advertencias que no deberían caer en saco roto.

Pokémon Go es el último fenómeno que confirma que estamos en la era del homo ludens, concepto que considera esencial a la persona la actividad del juego. Nunca el ser humano ha gozado de tanto tiempo libre ni la tecnología le ha proporcionado tantas posibilidades para explotarlo. Son circunstancias que generan nuevas formas de interactuar y que modifican las relaciones sociales. Sólo el tiempo dirá si esos cambios fueron positivos o son producto de una sociedad decadente.