El presidente de Estados Unidos, Donald Trump.

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump. EP / Joey Sussman

Columnas CONVOCATORIA EXTRAORDINARIA

El Nobel de la Paz para Trump es una estupidez sensata

Darle el Nobel de la Paz a Trump sería una locura mental, una explosión ideológica. Pero si consiguiese la paz en Oriente Medio, sería un mérito más que suficiente para ello.

Publicada

El Nobel de la Paz para Donald Trump sería como el gato de Schrödinger, pero llevado a la política.

Lo que es y lo que no es, lo que nos repugna y lo que nos gusta, el bien y el mal, la pizza y la piña, todo junto y al mismo tiempo. Como el principio de no contradicción, pero al revés, y simultáneamente.

Un absurdo lógico, y una estupidez con visos de sensatez.

Y que nos estallen las cabezas a todos, sobre todo a los que se lo dieron a Obama.

Pero para llegar a ello sin hacer razonamientos cuánticos, ni aplicar la ley de la relatividad a un fenómeno que no es físico, haría falta recorrer un largo camino.

Para empezar, tendrían que cumplirse los méritos que el autoproclamado candidato se atribuye.

Netanyahu y Trump comparecen ante los medios.

Netanyahu y Trump comparecen ante los medios. Reuters

Trump dice que ha resuelto al menos siete conflictos internacionales, a los que suma la paz en el conflicto entre Israel y Palestina, y entre Rusia y Ucrania.

De los siete anteriores a esta segunda legislatura sabemos que no es realmente así.

Del conflicto entre la India y Pakistán sólo nos llegó el enfado de Trump al enterarse de que la primera no apoyaba su candidatura (y lo han tenido que pagar con una subida de aranceles, que es el palo que se lleva el que no merece zanahoria).

De Ruanda y el Congo no se conoce una pacificación real y la sospecha de una política depredadora del presidente estadounidense salió publicada provocando un escándalo.

El conflicto de Armenia y Azerbaiyán ha sido quizás el más celebrado, pero aún queda mucho camino por recorrer y sólo le es atribuible el mérito de haberlo empezado a andar.

Son todos discutibles, la mayoría inacabados y todos cogidos por los pelos.

Pero si ahora está en prensa, si hablamos de él, y lo contemplamos al menos como posibilidad, es principalmente por el acuerdo de paz firmado por Israel y Hamas.

Es una gran noticia y, por tanto, un mérito importante atribuible al presidente de Estados Unidos. No celebrarlo, o no reconocerlo, sólo porque lo haya conseguido él, sería de un fanatismo intolerable.

Al acuerdo firmado aún le quedan muchos flecos pendientes y se trata sólo de una primera fase, que todavía tiene que ser aprobada. El camino que queda es largo, y puntos como la entrega de armas, la naturaleza del futuro gobierno de la Gaza o la creación de un Estado de Palestina no serán nada fáciles de conseguir.

Si lo consiguiese, si esto se llevase a cabo, y se solucionase de una vez por todas el conflicto enquistado entre Israel y el pueblo palestino, entonces no dudaría en darle el Nobel, la presidencia honorífica de la ONU y hasta su cabeza a la Estatua de la Libertad.

Trump anuncia un acuerdo para la "primera fase" de la paz en Gaza

Aunque fuese el mismísimo diablo el que pacificase ese conflicto, no dudaría un instante en darle el reconocimiento.

Darle el Nobel a Trump sería una locura mental, una explosión ideológica. Pero si consiguiese la paz en Oriente Medio, sería un mérito más que suficiente.

Lamentablemente, todo esto está aún por llegar, y a nadie se le da la Champions por los partidos ganados en el futuro. Trump todavía tiene que meter muchos goles.

En su haber pesa más el autoritarismo con el que interviene en el ámbito internacional, la inseguridad jurídica generada, el desprestigio de las instituciones mediadoras y la tensión diplomática que provoca, que los posibles méritos futuros.

El saldo es negativo, aunque no podemos descartar que en algún momento el Señor del Mundo consiga la paz perpetua y nos tengamos que rendir todos a sus pies.

Donald Trump se parece a Alfred Nobel, pero por ahora sólo en los primeros años del magnate sueco, que hizo fortuna con el descubrimiento de la dinamita, y su aplicación a la industria armamentística.

La fase tardía, determinada por su amor a la paz, a la cultura, y la libertad, aún está por llegar.

Ojalá sea así. Seremos los primeros en celebrarlo.