
Un grupo de mujeres celebran el fallo del Supremo de Reino Unido, a las puertas del Tribunal en Londres, este miércoles. Reuters
Victoria feminista contra el borrado de las mujeres
Las feministas llevamos años explicando que incluir a varones con cambio de sexo registral en la categoría mujer supone vulnerar los derechos de las mujeres basados en el sexo.
A Magdalen Berns, in memoriam.
Este miércoles conocimos una relevante sentencia del Tribunal Supremo de Reino Unido. Una sentencia resultado de la batalla judicial iniciada por la organización feminista For Women Scotland contra la decisión del Gobierno escocés de incluir a mujeres trans, esto es, a varones identificados mujeres mediante el Certificado de Reconocimiento de Género (CRG, nomenclatura inglesa del cambio de sexo registral), en la cuota de paridad para igualar los puestos públicos entre hombres y mujeres.
Promovía el Gobierno escocés con esto la participación de hombres autoidentificados mujeres en las Juntas Públicas hurtando puestos públicos a las mujeres.

La exministra de Igualdad, Irene Montero, celebra junto a activistas la aprobación de la Ley Trans en 2023. Europa Press
Pues bien, el dictamen del Tribunal Supremo de Reino Unido ha sido claro: el término mujer, a efectos de la Ley de Igualdad, está determinado por el sexo biológico. Una victoria feminista contra el borrado jurídico de la categoría sexo y de las mujeres.
Es un dictamen trascendental que supone volver a la racionalidad que jamás debió ser abandonada. Y que nos da la razón a las feministas que llevamos años explicando las nocivas implicaciones de las políticas y leyes transgénero.
Porque años llevamos explicando cómo incluir a varones con cambio de sexo registral en la categoría mujer resulta en vulnerar los derechos de las mujeres basados en el sexo. Esta inclusión ha supuesto, por ejemplo, el robo de 890 medallas y logros deportivos a mujeres por hombres tramposos (según el informe de la relatora de la ONU). O que varones condenados por violencia sexual cumplan sus condenas en módulos de mujeres con la amenaza para la integridad física y emocional que para las mujeres comporta.
Ante este fallo trascendental que asume y avala las reivindicaciones del feminismo y la racionalidad más básica, las feministas lo celebramos. En Reino Unido y en España.
Es desolador que haya que litigar para poder afirmar que los hombres no son mujeres. Y es, ante todo, una clara evidencia del retroceso y el ataque virulento y frontal que el transgenerismo ha supuesto para los derechos de las mujeres.
Sara Millerey, una mujer trans, fue asesinada hace 1 semana en Colombia.
— Carla♀ (@carlagaleote) April 16, 2025
Hoy el Reino Unido excluye a las mujeres trans de su legislación, dictaminando que el sexo será el de nacimiento.
La transfobia es una realidad, la misma que decir que las mujeres trans son mujeres.
Pero emprendida y ganada esta batalla judicial en Reino Unido, por supuesto, celebramos. Porque decir que el agua moja, lo que todos antes sus ojos veían pero callaban por miedo a la acusación de transfobia, nos ha supuesto durante años a quienes sí hemos alzado la voz campañas de cancelación, acoso, difamación, despidos de nuestros trabajos y hasta agresiones físicas.
Celebran en Reino Unido organizaciones feministas y mujeres como JK Rowling, que han puesto en peligro su seguridad y carreras por decir que ser mujer no es un sentimiento. Como ayer afirmó la escritora,
"Ganan con esta sentencia las mujeres y niñas, incluidas las mujeres transmasculinas (que en razón de su sexo, siguen beneficiándose de los derechos de maternidad, etcétera). Ganan las personas homosexuales (el fallo menciona expresamente el derecho de las lesbianas a espacios y asociaciones sólo para lesbianas). Ganan la libertad de expresión, la libertad de asociación y quienes corren riesgo de discriminación por creer en la realidad material del sexo".
Celebramos en España miles de mujeres feministas y organizaciones como la Alianza Contra el Borrado de las Mujeres que libran una batalla titánica contra el pseudofemismo institucional que le ha declarado la guerra a la realidad y a los derechos de las mujeres.
Y precisamente es ese pseudofeminismo institucional (y culturalmente hegemónico, aunque cada vez menos) el que no celebra y profiere ruidoso llanto ante la buena noticia. Lo hace con el habitual discurso mendaz que pretende chantajear emocionalmente a quienes defendemos los derechos de las mujeres y manipular el debate social con sus eslóganes sentimentaloides, acientíficos y falsos.
@ForWomenScot won their appeal in the Supreme Court.
— Ash Regan MSP (@AshReganMSP) April 16, 2025
Women’s concerns were valid, women’s rights do matter and the Supreme Court have confirmed the law matches biological reality.
3 Scottish mums humiliated the Scottish Government. This cannot be without consequences! pic.twitter.com/Rij4zsbpjG
Durante todos estos años, y ahora igual, nos han culpado a las feministas de los crímenes que hombres violentos cometen contra personas transexuales. Manipulan utilizando a las víctimas, las instrumentalizan de la forma más soez para sus intereses personales y fines políticos o partidistas. A esto no se le puede llamar feminismo, sino bajeza moral y oportunismo.
Por supuesto, también se ha pronunciado quien ha propiciado que decir en España que los hombres no son mujeres sea calificado como discurso de odio. Es el caso de la flamante exministra de Igualdad que aprobó la Ley Tans, que sigue suponiendo hoy en España la vulneración de las mujeres y un maltrato a la infancia, ha dicho lo siguiente:
"Los derechos trans son Derechos Humanos que amplían las oportunidades de felicidad de todas las personas. Legalizar la transfobia es odio y es violencia institucional. La misma que luego ejercen con ensañamiento contra cualquier otra mujer No sé de qué se alegran".
Pues bien, Irene Montero llama "legalización de la transfobia" al reconocimiento jurídico del sexo basado en criterios científicos. Y además, a sabiendas, miente.
Porque tanto el fallo de Tribunal Supremo de Reino Unido como las feministas simplemente decimos que "sexo" y "transexualidad" son categorías diferentes, que el reconocimiento jurídico del sexo no supone la exclusión o vulneración de ni un sólo derecho para las personas transexuales y que además estas cuentan con medidas específicas de protección.
Que no les engañen haciendo colar por derecho o protección que los hombres pueden acceder a los espacios de las mujeres diseñados para nuestra seguridad e intimidad.
Pero Irene Montero y acólitos transgeristas siguen la linde desnortada y con su habitual plañidería farragosa y empalagosa le llama "oportunidades de felicidad" a la negación de la realidad biológica. Viven en el País de las Maravillas pero, poco a poco, las estamos devolviendo a la realidad.
Y es que el sexo es una realidad biológica inalterable. Sexo no es género, como han establecido en la Ley Trans. Y conseguiremos en España poder afirmarlo sin enfrentar el régimen sancionador que la ley trans ha diseñado para aquellas que el transngerismo, en una muestra más de misoginia, llama terfas.
La derogación de la Ley Trans, que ha comportado todas las consecuencias advertidas o la prohibición de terapias hormonales (como ya se ha hecho en Reino Unido y otros países, pero que aquí permite la legislación), es una justa reivindicación de miles de feministas españolas. Y a pesar de los llantos de quien no quiere bajarse del discurso que los ha colocado, a pesar de la manipulación social que promueven, también aquí lo conseguiremos.