Hace una década que Teófila Martínez, a la sazón alcaldesa de Cádiz, se adelantó a Elon Musk como buena visionaria. En una rueda de prensa, a raíz de una polémica tuitera con un concejal, dijo que "hay gente que viene a pedir ayudas al Ayuntamiento para comer y resulta que tiene una cuenta en Twitter, que yo sepa eso cuesta dinero".

Elon Musk en la SpaceX Starbase, en Brownsville, Texas.

Elon Musk en la SpaceX Starbase, en Brownsville, Texas. Reuters

Teófila remató con un elocuente "¡tanto Twitter y tanta opinión!". Una frase que, pasado el tiempo, creo que ha ido aquilatándose como un brandy de Jerez en una barrica de solera. Lo que parecía un ataque a la libertad de expresión fue mutando en un burladero frente al alud opinador y la vomitona tuitera del populacho. Una frase que pide camiseta, tatuaje y hasta, valga la paradoja, biografía de Twitter.

Hoy, el latifundista Elon Musk propone que haya que pagar una cantidad al mes para tener la cuenta del pajarraco azul verificada.

Para mí, se queda corto. Si yo fuera el CEO de Twitter, ahí apoquinaría todo el mundo (una cantidad asequible, como la suscripción a un periódico) y acabaría con el anonimato.

[Elon Musk endurece las normas de Twitter: así te puedes quedar sin cuenta]

Incluso plantearía la 'opción PPT'. O sea, pago por tuit. ¿Se imaginan la cantidad de gilipolleces que nos ahorraríamos leer si cada vez que apretásemos el gatillo de tuitear nos cobrasen diez céntimos? ¿O todas las veces que no nos tendríamos que arrepentir de haber escrito aquello?

Esta red social, al masificarse, se ha convertido en los baños públicos portátiles que ponen en los carnavales de Cádiz, en los sanfermines o en las fiestas patronales del pueblo de tu prima. Esos cubículos de plástico, con un agujero infecto taponado, y que sigue oliendo a mil demonios por más amoniaco que le echen.

Comparen el estado de esos urinarios con los baños de los bares (la mayoría). Hace falta un camarero malaje que te diga que si no vas a consumir ni se te ocurra pasar, o un dueño antipático que pegue con celo en la puerta del WC de caballeros el folio donde ponga "HABERIADO".

Y ese personaje tan necesario para la sociedad, y en nuestro caso para Twitter, es Elon Musk.

Nosotros, claro, somos los enganchaos que nos adentramos en ese aliviacargas infecto a meternos un pico, porque necesitamos nuestra dosis diaria de basura y polémica. También buscamos, evidentemente, el chute de dopamina del like y el retuit.

¿Y quién no ha salido alguna vez de allí escaldado, asediado por troles y secuaces que te dicen que vayas a por más, y tú vas y te la vuelven a dar con queso, y acabas por bloquear cuentas a discreción? Y de ahí que te borras la APP del móvil. Pero a la semana, cuando pasa la tormenta, indefectiblemente acabas regresando.

Lo gratis es vulgar (además de que sale caro) y atrae a las moscas y gusanos como la basura recalentada. No hay más que ver esas colas kilométricas que se forman cuando abren una franquicia de tacos porque reparten tortillitas de un sucedáneo de maíz del tamaño de una hostia consagrada con un pegote de carne congelada con dos goterones de kétchup. El gañote es muy popular: del populacho, no del pueblo.

Por cierto, qué buena definición de Twitter me ha quedado sin quererlo: "Una franquicia de tacos donde se reparten gratuitamente hostias consagradas".

Valga como ejemplo también el caso de las Urgencias de los hospitales públicos. ¿Cuántos aprensivos, neuróticos y aburridos van allí porque es gratis, quitándole tiempo a los sanitarios y a los pacientes que de verdad necesitan atención?

[Opinión: Ave, Elon Musk]

En este caso soy partidario del copago. Bastaría con que en la puerta de Urgencias se cobrasen un par de euritos (para casos graves y evidentes, obviamente, no) para despejar las salas de espera.

Y voy más allá. En lo que se refiere a identificación, no me importa que si te llamas Antonio González García te pongas Mirífico Machaquito como seudónimo, y en vez de tu cara vulgar subas un toro de Osborne o la bandera de la II República al perfil.

Eso sí, en Twitter tendría que ser como en el bingo, DNI a la entrada para identificarte. Si no, te quedas fuera: "Y diez euros con consumición".

Oye, y que si tras estas trabas nos quedamos cuatro en la red de la urraca celeste, pues tan a gusto. "Ahora es cuando se está bien aquí", que diría El Selu. ¿Cámara de eco? Pues ponme dos de esas y un platito de aceitunas, que para leer las mamarrachadas que suelten los Rhodes o los Girautas de turno, me quedo con los colegas en la peña.

Y ponte otra rondita, que a esta convido yo, Elon.