En contabilidad se llaman "beneficios extraordinarios" a los que corresponden a operaciones diferentes a las ordinarias de la empresa. Según la teoría contable es: "beneficio que la empresa realiza por una operación única y/o que no proviene de su actividad habitual".

Por ejemplo, si una azulejera obtiene una ganancia vendiendo una fábrica que ya tenía amortizada como solar, su beneficio se contabilizaría como extraordinario. Se hace así para distinguir el resultado de la actividad específica de la empresa de resultados debidos a otras actividades.

Por tanto, lo que Sánchez quiere gravar con un impuesto temporal a la banca y otras grandes empresas no es un beneficio extraordinario, sino un beneficio ordinario, que él considera exagerado.

La ventaja del concepto contable es que queda muy delimitado el origen y la cuantía de ese "beneficio extraordinario".

Lo que el Gobierno quiere hacer lleva a la confusión. Confundir que es un "beneficio extraordinario" con lo que Sánchez considera "exagerado" lleva a la inseguridad jurídica.

Confundir que es un "beneficio extraordinario" con lo que Sánchez considera "exagerado" lleva a la inseguridad jurídica

Para calcular ese beneficio exagerado habría que saber cuál es el normal. ¿Quién y en base a qué criterios? No es tan fácil.

Por ejemplo, en la banca española: ¿es extraordinario el beneficio de 2022 porque es mayor que el del 2020? o, por el contrario ¿era el de 2020 bajo porque con la atonía económica y los intereses cerca del cero la banca redujo su "normal" margen financiero? La discusión podría ser interminable y acabar, incluso, en los tribunales.

Además, que las empresas tengan beneficio no es malo. Al contrario es buenísimo. Con ese recurso invierten, aumentan los salarios de sus trabajadores y, en muchos casos, lo revierten a la sociedad.

Por ejemplo, el mayor accionista de CaixaBank es la Obra Social de La Caixa (cerca del 30%). Su labor en favor de la cultura y de iniciativas sociales, como el banco de alimentos, es conocida.

Con el impuesto de Sánchez, ¿detraerá recursos de esa Obra social para que los ingrese el Estado? ¿Es seguro que la distribución que haga el Gobierno es mejor que la que hace la Obra Social de La Caixa? Es dudoso. Es preferible que ese dinero esté en manos privadas para hacer labor social que en las públicas. Entre otras cosas porque la Obra Social no se presenta a las elecciones y no es sospechosa de utilizar ese dinero para "comprar votos".

 El mayor accionista de CaixaBank es la Obra Social de La Caixa

¿Y el Banco de Santander? Su labor a través de Universia es conocida. Por ejemplo, ofrece más de 700 becas anuales y 250 para estudiantes con certificado de discapacidad ¿Las asignará mejor la Administración que Universia? También es dudoso.

En estos dos casos, y seguro que hay más, lo que quiere hacer el Sr. Sánchez es hacerse con esos dineros para repartirlos según sus criterios.

Ya no se trata de hacer de Robin Hood robando a los "ricos" para dárselo a los pobres. Es como si quisiera robar a los pobres, para repartírselo luego a su antojo. Para que le deban el favor.

Es la diferencia entre la mentalidad de nuestros dirigentes políticos con los de países como EEUU donde se favorecen fiscalmente las donaciones a Fundaciones, ONGs, etc. porque consideran que la acción social es más eficaz en manos privadas y dispersas, que centralizadas por la burocracia administrativa.

Entre otras cosas, porque la acción social requiere también de un elemento: la compasión con el necesitado. Por ejemplo, no es lo mismo una fría relación burocrática, que la atención personalizada de Caritas Española o del banco de alimentos.

Sánchez ha anunciado una nueva ley de Mecenazgo. Si siguiera el ejemplo de los países más desarrollados debería ser una ley generosa con la sociedad civil. Pero me temo que luego las garras del Gobierno la redactarán cicatera. Intentarán poner tantas trabas, que acabarán con su eficacia.

¡Sr. Sánchez! (de momento mi presidente como español que soy): por favor, que sus ministros podemitas estudien un poco más de "contabilidad". Por favor, mire las consecuencias de sus discursos (miles de pequeños ahorradores han visto como se deterioraban sus activos por la bajada de las cotizaciones en bolsa). Por favor, sea riguroso, no se deje llevar por la demagogia.

*** J. R. Pin es profesor del IESE.