Un paréntesis de dos minutos y treinta segundos en medio del marasmo. Edmundo Bal formuló la pregunta de control al presidente del Gobierno inicialmente prevista para Inés Arrimadas.

Aquí nos precipitamos en ver un movimiento táctico: Bal había sufrido en carne propia la clase de comportamiento de Pedro Sánchez que se disponía a denunciar. La realidad es siempre más prosaica: Arrimadas tenía COVID.

El portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, en el Congreso de los Diputados.

El portavoz de Ciudadanos, Edmundo Bal, en el Congreso de los Diputados. J. C.

El grupo parlamentario de Ciudadanos hizo de la necesidad virtud. Si yo fuera asesor político me habría tirado de los pelos. Hubiese repasado cuantos episodios de El ala oeste de la Casa Blanca fueran necesarios para encontrar una cita de Aaron Sorkin que disuada a mi cliente de interpelar al presidente del Gobierno haciendo uso de su propia experiencia vital. No más política Mr. Wonderful. No más turra personal. No más invocación obscena de las emociones.

Bal decidió jugársela. Las posibilidades de patinar eran más que las de mantener el tipo. La pregunta tal y cómo se dijo de viva voz: "¿Hasta dónde está usted dispuesto a llegar para mantener sus alianzas parlamentarias?".

Sánchez prefirió responder a la que constaba por escrito: "¿Dan sus pactos estabilidad a los españoles?".

Hecho este primer paripé, lo mollar de la intervención. El abogado del Estado articuló un discurso que condensaba la crítica al jefe del ejecutivo por el cese de la directora general del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), Paz Esteban. El diputado de Ciudadanos habló de funcionarios ejemplares, cabezas servidas en bandeja de plata a los independentistas, condenados por delito que fijan la carrera de los servidores públicos, nombres manchados, injurias y calumnias, inmoralidad, indignidad, gobiernos que dejan en la estacada a funcionarios y trayectorias plagadas de sacrificios que terminan arrastradas por el lodo.

A continuación, se puso a sí mismo en primera persona. Máxima prevención en el oyente. Edmundo Bal va a recordar que, en 2018, él mismo fue apartado como abogado del Estado de la causa del procés por mantener la acusación de rebelión, en contra del criterio del entonces nuevo Gobierno, que quería dejarlo en sedición. La mención dura lo justo para evitar el sonrojo. Bal pasa a enumerar los otros casos, diluyéndose en ellos y esquivando que su protagonismo personal terminara por eclipsar toda la argumentación.

La respuesta de Sánchez resume como pocas el que será su legado político. El presidente dio una larga cambiada para lanzar el único mensaje que quería dirigirle al diputado: su fracaso como candidato a las elecciones a la Asamblea de Madrid de hace un año.

Un poco alumno popular del instituto que se revuelve ante el empollón cuando éste consigue pegarle un corte dialéctico. Un tanto Sálvame cuando se reivindica frente al prestigio de los documentales de La 2. Tomen buena nota lo grupos de oposición: los comicios madrileños en los que el partido del que Sánchez es secretario general pasó de primera a tercera fuerza son el baremo para medir el acierto político.

El balance de los miércoles parlamentarios ofrece la radiografía de un fracaso colectivo. La España de 1978 anticipó su crisis de los cuarenta llenando el hemiciclo de personalidades ajenas a la política tradicional. No sabemos si seguirán allí para cuando llegue la de los cincuenta o el equivalente del deportivo y el injerto capilar turco tendrá otra forma.

De momento, lo que nos aportan cada semana es una panoplia de intervenciones hiperventiladas en pos de los quince segundos para viralizar en las redes. El tono puede variar entre el cine quinqui de Eloy de la Iglesia y una producción CIFESA, pero siempre deja la misma sensación de terror en el oyente. En ese panorama, un abogado del Estado tomó la palabra y articuló un discurso.

El sueño de la sociedad civil impulsando brío al parlamento dejó de ser una entelequia de 2015 para parecer realidad esos instantes. Como un alumno de bachillerato que pasara por el aula de primaria. O Schwarzenegger haciendo callar a los niños de la guardería. Disfruten el paréntesis. En un jardín de infancia no suelen durar mucho.