¿Conocen a Nacho Vegas? Nacho Vegas es –o era, no ando muy al día de prensa rosa política– el novio de Andrea Levy. Esto lo digo en plan feminista, como quien dice "Donald, el marido de Melania Trump". Vegas también es un cantautor comunista, que es como decir "agua mojada" o "periodismo de izquierdas. Uno de los pocos cantautores comunistas, por cierto, que no parece un clon de Manuel Jabois. Cosa que no puede decir, por ejemplo, Quique González. No me hagan mucho caso en este punto en concreto: mi cabeza también se empeña en difuminar las diferencias entre Cayetana Álvarez de Toledo y Christina Rosenvinge.

Comunista o no, Nacho Vegas tiene talento y alguna que otra letra ingeniosa. Como la de El hombre que casi conoció a Michi Panero: "Lo he pasado bien, y casi conocí en una ocasión a Michi Panero, y es bastante más, de lo que jamás soñaríais en mil vidas".

El viernes pasado yo viví mi propia canción de Nacho Vegas y casi conocí a Javi Melero. Ya saben: Melero. El abogado de Joaquim Forn y Meritxell Borràs en el juicio del procés. El único letrado no independentista de las defensas, además del único que intenta salvar de la cárcel a su cliente con argumentos jurídicos y no políticos. Es fácil reconocerlo.

Melero es el que suele llevarse las manos a la cabeza cuando Andreu Van den Eynde le pregunta a algún testigo si los guardaespaldas que acompañaban a Oriol Junqueras tal día eran en realidad guardaespaldas o personas. Digamos, para que nos entendamos rápido, que Melero es el único de los abogados de las defensas al que no le hacen la ola en TV3

El tema es que andaba yo el viernes pasado en una sena de pigcoteo barcelonesa por la que rondaba alguna cabeza de lista de algún partido español, alguna abogada de las que han enchironado a unas cuantas docenas de terroristas de ETA, un puñado de escritores e influyentes prohombres cubanos, el único periodista rescatable de La Vanguardia y un hombre que se parecía mucho a Javi Melero, pero que no era Javi Melero porque A) era más alto que Melero, B) no vestía toga, sino tejanos, zapatillas y camisa descamisada, y C) bebía vino. 

El caso es que a media cena me vi de repente con una copa de vino en las manos –la segunda o la sexta creo que era– y en un corrillo con una abogada, un traductor cubano de literatura rusa y el hombre que se parecía a Melero. Y como los tres andaban charlando animadamente sobre el juicio del procés, sobre los misilazos dialécticos de Marchena y sobre el esperpéntico desempeño de las defensas (salvedad hecha de Melero), yo me sentí obligado a aportar un sesudo y brillante comentario sobre el tema a debate. Y he de reconocer que logré dar lo mejor de mí: 

—¡Fuá, el que debe de estar sufriendo es Melero!

Si la frase no fue esa, fue alguna parecida. 

Y va el hombre que se parecía a Melero y me contesta:

—Eso me dicen siempre.

Y en ese momento mi cabeza, que parece canaria porque llega una hora tarde a todo, hizo clic y me dijo: "Espera, espera". 

En realidad, mi cabeza me dijo "eppera, eppera" porque suele comerse letras a partir de ciertas horas de la noche. "A ver si va a resultar que este tipo que se parece a Melero… ES MELERO". 

Y yo le contesté a mi cabeza: "Imposible. Melero es más bajo. Y lleva toga. Y no bebe". 

Y mi cabeza me respondió: "Igual Melero te parece más bajo porque siempre lo has visto sentado en el banco de las defensas. Igual no lleva toga porque se la quita fuera del Salón de Plenos del Tribunal Supremo. Igual bebe vino porque es viernes y está en una fiesta. Igual lo que ocurre, en fin, es que tu perspicacia como fisonomista rivaliza con la de un canto rodado".

"Esos cuatro indicios no llegan a media prueba de cargo", dije yo. Pero tuve que rendirme a la evidencia: el hombre que se parecía a Melero era, efectivamente, Javi Melero. 

Así que estoy en condiciones de poder afirmar que el viernes conocí a Javi Melero, que es bastante más de lo que jamás soñaríais en mil vidas. Y como la justicia poética existe, estoy seguro de que Melero le dijo a su mujer –muy simpática, por cierto–, mientras volvían los dos a su casa: "Creo que Jorge Bustos no me ha reconocido en un primer momento. Y oye, ¿te has fijado? Tiene menos pelo del que parece en la tele".