Si ya lo sé, objetivamente son irritantes. Pero, al mismo tiempo, todo lo que se les puede echar en cara, que es mucho, ya se lo han echado en cara ellos mismos antes de su moción trilera. Sánchez, Ábalos, Calvo, no son pocos los miembros del frágil y dependiente gobierno que sembraron las hemerotecas, las audiotecas y las videotecas de descripciones de sí mismos para su uso ulterior. Los ejemplos nos agotarían. Tomen las declaraciones de aquel profesor de enseñanza primaria, hoy ministro de Fomento, que lo resumen todo: el sanchismo está dispuesto a gobernar a cualquier precio.

Eso dijo. Eso es justamente lo que dijo Ábalos cuando equiparó el sintagma verbal “gobernar a cualquier precio” con las premisas exactas con que el ejecutivo llegó y se mantiene. Por el doctor Sánchez sabemos que él y los suyos mienten a conciencia cuando niegan que los hechos de septiembre y octubre de 2017 constituyeran un delito de rebelión. Mienten hasta decir basta, pues Sánchez y Calvo sí veían rebelión cuando los golpistas no los tenían atrapados en sus manos como a un gorrión tembloroso. Así que, por mucho que debieran irritarnos, ¿cómo enojarse con un mal gobierno cuyo líder, previsor, se desacreditó por anticipado, programó su propia obsolescencia, y además rapidita?

Mira a Duque. Vive sin vivir en él, eludiendo el Congreso y el Senado. Él, tan apegado a la alta tecnología, corre el destino de una secadora: obsolescencia programadísima desde que el doctor Sánchez comunicó al mundo que tener sociedades para pagar menos impuestos era incompatible con pertenecer a su equipo. ¿Quién le mandaría decir eso? ¡La providencia!

Por no hablar del grupo parlamentario, donde sé que hay gente que pasa vergüenza. Que sí lo sé, y no me preguntes cómo porque te va a sentar peor. Oye, para salir al ring en condiciones hay que hacer sombra, saltar la cuerda, correr cada día. ¿Quieres perder o qué? Pues por eso. ¿Cómo te vas a molestar por los disparates jurídicos, por los anacronismos, por la falta de sindéresis, por la lógica torcida o inversa, si le dan el estoque al banderillero? Lo que yo no sé es por qué lo hacen. Para sufrir o qué. Silentes y afligidos, los maestros socialistas miran al suelo desde los altos escaños donde fueron confinados. Necesitan un retiro o algo para aclararse. Pero no sé si vale la pena que se molesten porque lo de la obsolescencia programada ya no se lo quitan. Sin acritud.