Ilustración: Tomás Serrano

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EL BESTIARIO

Mónica médica, las vacunas de Darias, un anciano progre y las Rocíos

De los cien días de gobierno de Biden a la campaña de la candidata de Más Madrid; la autora comenta lo más destacado de la semana a través de sus protagonistas.

2 mayo, 2021 01:57

Mónica García

La llamaban estrella emergente cuando no era casi nadie. Ahora, que lo es casi todo, deberían llamarla estrella emergida. Normal. De momento es la candidata de Más Madrid a la comunidad autónoma. Para entendernos: una variante de Podemos, con Errejón al frente.

Durante la campaña electoral se presentó abrazada a las farolas y calzándose la mascarilla mientras se ajustaba el lema “Lo que de verdad importa”.

Médica de profesión, anestesista de vocación, Mónica se dio a conocer en los días horribilis de la pandemia. Su padre era psiquiatra y afiliado al PCE. Su madre también ejerció la psiquiatría antes de fallecer. En el entorno de Mónica hay un personaje, igualmente comunista, del que Mónica aprendió mucho.

Este hombre, concejal del Ayuntamiento de Madrid, se llamaba Félix López Rey, vivía en una pobre chabola de Orcasitas y semanalmente llevaba a su madre, enferma de miedos y depresiones, a la consulta de Sergio García Reyes, el padre de Mónica, que se empeñaba en ayudar a los más desfavorecidos.

López Rey es hoy el último de la lista en la que Mónica se presenta como candidata a la presidencia de la Comunidad. Un capítulo nuevo en la historia de Mónica, que teje cuentos de amor y superación. Esta madre de tres hijos tiene ante sí un futuro prometedor. Y es que a veces la vida es un sueño prodigioso. Le irá bien. Seguro.

Carolina Darias

Ministra de Sanidad, esta mujer se ha revelado como una política enérgica y hacendosa desde que asumió el cargo en sustitución de Salvador Illa, a quien Pedro Sánchez encomendó la candidatura del PSC para optar a la presidencia de la Generalitat.

Carolina Darias (Las Palmas, 1965) estudió Derecho en la Universidad de La Laguna y posteriormente se doctoró. Jurista y alta funcionaria, más adelante sería nombrada subdelegada y luego delegada del Gobierno en Canarias, consejera del Cabildo insular, consejera de Economía, portavoz del grupo socialista, diputada y presidenta del Parlamento canario, hasta que la fichó Sánchez como ministra de Política Territorial y Función Pública. Desde sus tiempos de concejala en el Ayuntamiento de Las Palmas subió todos los escalones necesarios para llegar arriba: ya estaba en Madrid.

Mientras Carolina ejercía la política en su ciudad natal, contrajo matrimonio con José Afonso (que no Alfonso) y el matrimonio adoptó tres hijas. Mamá Carolina era aplicada y lo mismo llegaba a la política que a la maternidad, mientras su marido cantaba en Los Gofiones, que sonaban como los Sabandeños, pero con acento de Las Palmas.

Darias tuvo un cargo en el Ayuntamiento y que echarle una mano a su marido, que no andaba muy boyante. Lo colocó de inspector de basuras, que no era precisamente un trabajo muy bien remunerado. Así fueron tirando.

Ahora, Carolina ha sentado sus reales en Madrid, como hacen todos los ministros en tránsito. Dicen que esta canaria enérgica se dejará las pestañas en el empeño de vacunarnos a todos. El viernes día 30 se batió el que ha sido récord de vacunación hasta el momento. Este mes de mayo deberían batirse nuevos récords.

Joe Biden

El presidente Biden tiene una aseada imagen de anciano, lo que no significa que lo sea. Entendámonos: aseado sí, pero anciano, no tanto, aunque sus finísimas canillas se empeñen en delatarlo cuando luce pantalón deportivo o calienta por la banda.

Lo que les decía: las personas progres, si empiezan jóvenes y se empeñan en seguir siendo progres, seguramente iniciarán una deriva conservadora que les convertirá en el cliché gastado de un abuelo cebolleta. En cambio, Joe Biden es el clásico político americano que tiene la pinta de haber debutado siendo ya mayor. Algunos incluso se obstinan en asegurar que hace oposiciones para no llegar al segundo mandato.

La versión más extendida es que le está alfombrando el camino a Kamala Harris, la vice, su primera mujer favorita. La segunda es Nancy Pelosi, presidenta de la Cámara de Representantes. Biden las miró ceremoniosamente: “Señora vicepresidenta, señora presidenta, ¡ya era hora!”. De no haber sabido que este discurso se pronunciaba en el Congreso americano, yo hubiera dicho que detrás estaba Rockefeller, el muñeco de José Luis Moreno, hablando desde la tripa de Pedro Sánchez, uno de sus portavoces habituales. Porque un discurso de corte tan sanchista jamás había tenido lugar en los EEUU de América.

En su progresía antitrumpista. Biden ha ido más lejos que Clinton y Obama. Los 100 días de Biden suponen una enmienda a la totalidad de Donald Trump, una anomalía en la historia del país. Pero “América ha vuelto”, dijo el presidente, cargado de razones. Vuelve América. Vuelve el hombre. Trampas de la memoria.

Rocío Flores

Sigue el culebrón de las Rocíos. Tres, eran tres que se quedaron en dos y pronto puede ser una. Faltan números para contar las tragedias que diariamente rodean a niños y adolescentes. Estoy pensando en Rocío Flores, víctima y verdugo de una circunstancia familiar que no es un caso aislado.

Las primeras tragedias infantiles de las que tuve conocimiento me llegaron por televisión, en un programa llamado Hermano Mayor. Era un muestrario de relaciones patológicas entre mayores y menores: niños contra adultos, niños contra niños, adultos contra niños. Todas las variantes de bullying y mobbing eran posibles. De todas ellas, me impresionó especialmente la violencia de los hijos/as adolescentes contra sus madres. Violencia física y verbal. Hermano Mayor era historia de reeducación servida con propósito docente, lo que no siempre es fácil.

La humillación y el abuso con que jóvenes y adolescentes castigan a sus padres es una forma de maltrato permanente. Antes, los correccionales eran centros para reformar a los menores. Posiblemente los métodos no eran los más adecuados, pero el tiempo ha cambiado y los adolescentes siguen haciendo gala de comportamientos terroríficos con sus mayores.

Me pregunto si la exhibición televisiva de Rocío Flores tiene alguna virtud terapéutica. Ojalá fuera así, pero sospecho que poco se puede esperar de una familia que ha destruido todos sus vínculos afectivos. Hasta se niegan la mención de los parentescos que les unen. Una pena.

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