La semana clave que conduce a las elecciones del domingo comienza con la certidumbre de que ningún partido obtendrá mayoría absoluta y de que, por tanto, serán necesarios acuerdos para poder formar gobierno. Es decir, estamos en la misma situación que hace seis meses. Para desbloquear la situación alguien tendrá que hacer esta vez algo que no quiso hacer entonces.

Todas las encuestas coinciden en señalar al PP como el partido que ganará las elecciones, con alrededor de un 1% más de apoyo del que obtuvo el 20-D. Pero aún así, y en el mejor de los casos para Rajoy, se quedaría a 50 escaños de la mayoría absoluta. Dado que Ciudadanos mantendría los 40 diputados que obtuvo en las anteriores elecciones, el bloque de centro derecha no podría garantizar una investidura.

Transparencia

Los sondeos señalan, por otra parte, que Unidos Podemos adelanta al PSOE y se convierte en la segunda fuerza política en número de votos y escaños (entre 85 y 90). Sin embargo, una hipotética suma con los socialistas (entre 75 y 80 diputados) sería también insuficiente para conformar una mayoría solvente en la izquierda.

Lo único cierto a seis días de las votaciones es que la polarización de la sociedad que perseguían Rajoy y Pablo Iglesias les ha funcionado electoralmente, pero ello no ha despejado, ni mucho menos, el futuro hacia la Moncloa. Así pues, y dado que no habrá un nuevo presidente si no hay pactos, lo ideal sería que los candidatos definiesen en un nuevo debate cuáles son sus posiciones. Dado que todos ensalzan el valor de la transparencia, es hora de predicar con el ejemplo: sin pactos en la oscuridad, ante las cámaras y a la vista de todo el mundo.

Ahora bien, no cabe hacerse ilusiones al respecto. Estaba claro que celebrar un único debate y programarlo dos semanas antes de las elecciones iba a resultar insuficiente. Por eso, de esta experiencia debería nacer un compromiso de los partidos para que, en adelante, los aspirantes a presidir el Gobierno de España discutan sus ideas sin tantas trabas y limitaciones. En eso consiste también la regeneración.

Explicaciones

De cualquier forma, sea o no en un debate televisado, Rajoy debe anunciar estos días con quién piensa formar gobierno, qué concesiones piensa hacer para ganar apoyos y si, llegado el caso, daría un paso atrás en aras a la gobernabilidad. Iglesias ha de explicar qué argumentos tiene para convencer a los socialistas de que le cedan sus escaños y si está dispuesto a ser presidente con el voto de los independentistas.

Sánchez debe aclarar cuáles son sus planes personales si el PSOE queda tercero y anunciar a quién piensa respaldar en el Parlamento y bajo qué condiciones. Y Rivera, que este domingo hizo público un ambicioso decálogo que le gustaría aplicar en los primeros cien días de gobierno, tiene que concretar cuáles son sus líneas rojas a la hora de sellar alianzas y cuántos de estos puntos estaría dispuesto a sacrificar.

Sólo con esas claves los electores podrán orientarse para votar sabiendo a qué atenerse. Por eso deberían premiar a quienes sean capaces de poner sus cartas sobre la mesa antes del domingo y castigar a quienes pretendan guardarse un as -o media baraja- bajo la manga.