Artur Mas estrecha la mano del alcalde de Girona, Carles Puigdemont.

Artur Mas estrecha la mano del alcalde de Girona, Carles Puigdemont. Toni Albir Efe

La tribuna

Mas se va antes de que le echen

El autor, periodista y exdirector de TV3, asegura que si el propósito de Mas era que le sucediera alguien peor que él, lo ha logrado.

10 enero, 2016 14:56

La decisión de Mas de no presentarse a la reelección fue debida a sus pésimas estimaciones de voto en el caso de que hubiese tenido que concurrir con las siglas de CDC a unas nuevas elecciones, según me han informado fuentes coincidentes de la dirección de su propio partido.

Estas fuentes agregaron que el segundo elemento que le condujo a apartarse fue una rebelión creciente dentro de su formación. La reveló este diario digital el pasado día 23 en un articulo titulado 'Sueño de una noche de invierno'.

En Cataluña es crucial la apariencia de constituir un frente, en especial respecto a disimular la naturaleza real de un partido mesiánico, vertical y caudillista como es CDC. Por ello, desde junio de 1977, CDC siempre ha estado integrada en algún frente, más aparente que real. A veces, en la práctica, eran tan irreales como los que existieron bajo diversas dictaduras comunistas. Además, las meras coaliciones, por minúsculas que sean, siempre encienden el morbo nacionalista consistente en querer hacer creer que representan a todo el pueblo.

Las encuestas indicaban que, de haberse presentado como CDC, Mas solo hubiese logrado una veintena de escaños

De haberse presentada solo bajo sus siglas, las encuestas indicaban que CDC, con Mas al frente, solo hubiese logrado una veintena de escaños. En cambio, ERC habría sumado entre veinticinco y treinta. Por ello, Mas habría tenido que retirarse de la política la misma noche electoral. Estos datos son conocidos en algún grado por casi todos los políticos. Sin duda, la CUP no los ignoraba del todo. La clave pasa por saber si la CUP ha preferido salvar a un independentismo aventurero de ultraderecha a hacerlo respecto a un independentismo también aventurero -ERC- pero de ultraizquierda, o sea en competencia con la CUP. 

Todos los políticos también tenían conocimiento de la rebelión interna en CDC, que expuse hace más de dos semanas. Luego ha habido declaraciones de líderes moderados de CDC que lo confirmaron. Incluso hay un dirigente de CDC, este nada moderado, que ha cruzado el Rubicón. Inicialmente, y desde CDC, fue el gran ideólogo de todo el paripé radical de Mas.

Por esa vía, Cataluña se consagra como la figura del elefante en el almacén de porcelana

En una sociedad muy pequeña estos hechos no pueden permanecer secretos por mucho tiempo. Son muy reales. En pura lógica, ciencia hoy rara en Cataluña, debería haber un choque de trenes dentro de CDC. Lo agrava el favor que la mutación del lío catalán representa para Podemos. Por esa vía, Cataluña se consagra como la figura del elefante en el almacén de porcelana. Como reacción positiva, ojalá pueda reforzar la necesidad de un amplio entendimiento parlamentario español.

La derrota de Mas estaba cantada con éste concurriendo solo con su partido. Hubiese encendido a toda CDC, que es también una gran agencia de colocación. La revuelta que le preparaban a Mas era monumental. Algún día podré explicarla. Pero hoy pasa a ser dudosa. En los próximos días se verá mejor. En cualquier caso, si ha sido posible la articulación de una revuelta contra Mas, ¿no podría darse contra un secundón nada brillante como Puigdemont y con la aparición del binomio partido/administración? En efecto, bajo Pujol, hasta ahora con Mas y en todos los totalitarismos y populismos, partido y administración son un todo único.

Lo mejor que se puede esperar de ellos es que no estropeen nada, y suele ser raro

Puigdemont pertenece a una subclase política hoy muy típicamente catalana y aún más abominable. A pesar de no tener nada que ver con la cultura suelen ser llamados agitadores culturales. Van de un lavado a un barrido, dejándolo todo igual o más bien peor. Lo mejor que se puede esperar de ellos es que no estropeen nada, y suele ser raro. Un dato, cuando una muy buena fuente me iba a comunicar la noticia por whatsapp me dijo reveladoramente: "No te lo vas a creer". En efecto, ahora aún no me lo creo.

Hasta la tarde del sábado, estábamos en un equilibrio inestable. Ahora lo estaremos mucho más. Mas siempre tuvo una lengua larguísima y ávida de injurias. La de Puigdemont lo es aún más. La usa con la misma facilidad con que las ocas efectuan otro cometido fisiológico. Lo ignora todo sobre todo, pero puede pontificar respecto a lo que sea. Quizás alguien lo vea de modo diferente, pero me cuesta imaginar su existencia. Si Mas quería que le sucediese alguien que no fuese mejor que él, cosa aparentemente fácil, lo ha logrado. ¿Ni esa monstruosidad llevará al constitucionalismo catalán a unirse contra la ignominia, la decadencia y el ridículo?

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