La última cifra de paro con la que Mariano Rajoy cierra sus cuatro años de gestión es buena, pero ni tan rotunda ni determinante como hubiera deseado el presidente del Gobierno para poder exhibirla como salvoconducto hacia la reelección. Sobre todo después de que se haya empeñado en unir su futuro, exclusivamente, a la marcha de la economía.

Los datos que ofrece la última Encuesta de Población Activa ratifican la tendencia general de los últimos dos años: el paro sigue reduciéndose. Esta vez, en 436.000 personas. Sin embargo, al escarbar en los números, las sensaciones no son tan positivas, algo que confirma la percepción en la calle. Hay coincidencia en que se ha puesto en marcha la recuperación económica, pero a costa de penurias y precariedad laboral.

A la postre, el balance de los cuatro años de Rajoy, los de la lucha por el empleo, deja 104.000 ocupados menos de los que legó el Gobierno de Zapatero, a quien el PP bautizó como "el presidente del paro". El número de ocupados ha pasado de 18.153.000 a los 18.048.700 actuales.

La circunstancia que explica que, con menos trabajadores contratados, haya disminuido el número de desempleados, es la reducción de la población activa. Y eso es así por razones ciertamente negativas: hay inmigrantes que han decidido regresar a sus países como consecuencia de la imposibilidad de encontrar trabajo, hay españoles -sobre todo jóvenes- que han decidido probar fortuna en otros países y hay parados de larga duración que han arrojado la toalla y ya ni se molestan en buscar empleo.

Uno de los datos conocidos este jueves es, precisamente, que el número de personas que llevan dos años o más en el paro se ha incrementado en 727.600 personas desde que Rajoy accedió a la Moncloa.

Por otra parte, la calidad del empleo se ha deteriorado. En números redondos, el Gobierno del PP termina con 400.000 empleados menos a tiempo completo y 300.000  empleados más a tiempo parcial. La lectura es clara: el empleo se ha precarizado.

En defenitiva, el Gobierno del PP deja España con menos parados de los que recibió;  por debajo de los cinco millones que se registraron en el último trimestre de 2011. Pero el Gobierno del PP deja también España con menos empleados de los que recibió: un total de 104.000.

Rajoy puede alegar, con razón, que recibió una herencia envenenada y un país al borde del rescate. Pero no es menos cierto que ha tenido a favor un euro barato -gracias a la política del Banco Central Europeo-, una deuda barata y un petróleo en mínimos históricos. De haber aplicado su programa electoral, es muy probable que las cosas hubieran ido mejor.