La dimisión de Arantxa Quiroga y la renuncia de Cayetana Álvarez de Toledo son dos capítulos más de un final de legislatura que se le ha ido de las manos a Rajoy. Quedan poco más de 60 días para las votaciones y el PP parece haber entrado en una espiral autodestructiva.

Justo el día elegido por los populares para presentar en el Congreso de los Diputados el legado de su gestión, el partido ardía por los cuatro costados. A los reveses en el País Vasco y en el grupo parlamentario se sumaban las inoportunas manifestaciones del ministro Montoro acusando a algunos miembros del Gobierno de "avergonzarse" de ser del PP.

La pieza central del acto en el Parlamento era un vídeo de dudoso gusto en el que se representa la recuperación económica como el logro de un equipo médico que salva in extremis de la muerte a una joven que ha entrado de urgencias a quirófano. Esa cinta pretendía servir de punto de partida para lanzar la precampaña del PP. Pero el ruido interno ha deslucido completamente el mensaje. Y para colmo ha trascendido que el inspirador del vídeo ha sido un asesor del PSOE, alentando la idea de que casi todo lo que hace el PP parece diseñado por sus enemigos.

El PP está en una encrucijada muy complicada. Tras las elecciones catalanas no levanta cabeza. A los malos resultados del 27-S le siguieron las manifestaciones de Aznar advirtiendo del riesgo que corre la formación de ser desplazada por Ciudadanos y las pésimas noticias sobre intención de voto en Valencia.

La imagen de descomposición quedó reflejada este miércoles en el Pleno del Congreso en un altercado más propio de un mercado de abastos, con la diputada Teresa de Lara afeándole públicamente a su compañera Álvarez de Toledo el oportunismo de decir que se descuelga de las listas cuando es sabido por todos que no iba a ser incluida en ellas.

A todos los incendios que registra el PP acabe de unírsele otro más. En una entrevista exclusiva que publicamos con el recluso Francisco Granados, éste acusa a Esperanza Aguirre de boicotear la última campaña electoral de Rajoy y advierte que ella y su sucesor Ignacio González estaban detrás de todas las "adjudicaciones y concursos" que han terminado en los tribunales.

Las manifestaciones del ex número dos del PP madrileño, que lleva nada menos que un año en prisión preventiva por el caso Púnica, cabría interpretarlas como un aviso de que estaría dispuesto a tirar de la manta. Lo último que puede permitirse Rajoy en las actuales circunstancias es un conflicto en Madrid, principal granero de sus votos. Pero lo cierto es que el PP se le ha ido deshilachando paulatinamente y sólo le quedan dos meses para intentar una costura urgente.