Los populares han hecho un vídeo para tratar de revivir a los votantes que se les han muerto. Unos palmaron desangrándose por los bolsillos con recortes e impuestos. Otros, de pena, al ver cómo se desperdiciaba una estupenda mayoría absoluta que, quizás, podía haber sentado las bases de un país diferente.

De inmediato, el vídeo se ha convertido en un cachondeo para media España, al menos para la que se asoma a las redes sociales, que viene a ser la espuma de la calle, siempre con las uñas afiladas.

El vídeo es arriesgado. No por la historia que cuenta: nada más darle al play todos sabemos cómo acaba. El atrevimiento está en narrar los hechos con una gran intensidad dramática, porque se corre el riesgo de cruzar la estrecha línea que separa la tragedia de la comedia, y la cosa puede desembocar en el más despiadado pitorreo. Carros de Fuego no está al alcance de todos y esta película del PP se titula De la crisis a la recuperación.

Es difícil resucitar a los muertos sólo con imágenes, pretender recuperar cuatro años en dos minutos. La izquierda es mucho más hábil en esos menesteres. Para botón de muestra, el vídeo del dóberman. Veinte años después aún lo recordamos.

Hoy, a Pedro Sánchez le bastaría sólo una foto fija y sin banda sonora -la de Rato dándose el chapuzón junto al yate, por ejemplo- para desmontar el vídeo de sus rivales. Ni le hace falta. Ya se ha encargado el ministro Montoro de arruinar el estreno al admitir que hasta sus compañeros de gabinete se avergüenzan de ser del PP. Y lo ha hecho a pecho descubierto, sin necesidad de recurrir a un doble.

Los populares aseguran en su vídeo que se encontraron un país moribundo, que lo metieron en la UVI y que ya anda sin ayuda de muletas. Hay que suponer, pues, que el atractivo médico barbado del filme es un remedo del presidente del Gobierno. Pero eso precisamente, poner su vida en manos de Rajoy, es lo que produce desasosiego a muchos ciudadanos que ya le han visto operar bajo los focos y no quieren irse al otro barrio. ¿Le temblará el pulso? ¿Dudará al coger el escalpelo?

Visto así, ese final convierte un vídeo hecho para dar confianza en una película de terror. En una horrorosa pesadilla no apta para corazones delicados.