Si la Policía sorprendiese hoy a Jordi Pujol abriendo la caja fuerte del Banco de España, en mitad de la madrugada, con una media calada en la cabeza y distribuyese las imágenes de la captura, el acontecimiento sería recibido con displicencia en buena parte de Cataluña: "Otro ataque más al procés". Ya lo dijo Unamuno: una fe sólo se sustituye por otra.

Pero que la religión independentista haya alterado la sensibilidad moral de una multitud de ciudadanos no impide, a Dios gracias, que haya personas empeñadas en llegar al fondo de las cosas. Y, a veces, hasta lo consiguen. Esteban Urreiztieta y Daniel Montero vuelven para alumbrar con pericia bajo las aguas pútridas del oasis catalán. Sabíamos que la tarifa de Convergència era del 3%. Ahora descubrimos que la de los Pujol era del 5%. Una anotación manuscrita en un contrato delata el caché de la familia.

Cuando Pujol se comprometía a dar estabilidad a los gobiernos de Madrit a cambio de que Madrit no metiera sus narices en Cataluña sabía muy bien lo que hacía. Así todo quedaba en casa. Carles Sumarroca, cofundador de Convergència, se acostó un día como amigo personal del president y despertó como contratista principal de la Generalitat. Artur Mas mantuvo la tradición.

Es la constructora de este Sumarroca, en fin, la que paga a Jordi Pujol hijo una comisión dos puntos mayor que la que Convergència cobra por sistema -Maragall dixit- por unos trabajos que no aparecen. El partido es el partido, pero la familia, don Vito, es la familia. Como en las pelis de Wall Street, los pagos se realizan en el extranjero y a una empresa tapadera dedicada supuestamente a múltiples servicios.

Uno de los tantos pellizcos del vástago de los Pujol-Ferrusola es de 585.000 euros por mediar, ¡oh la la!, para conseguir la reforma de las instalaciones de Radio France, en París, de la que nunca se supo. Cabe la posibilidad de que la generosidad de Sumarroca guardara relación con lo hinchados que estuvieran los precios que cobraba por los servicios que prestaba a la Generalitat. Coincidiendo con la Diada, comienza la campaña del 27-S. En los dicursos patrióticos a nadie se le atragantará el 5%. Pero, queridos feligreses, haberlo, haylo.