
El primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, hace una declaración durante una visita a las instalaciones del Instituto Weizmann de Ciencia, que fue alcanzado por una descarga de misiles iraníes, en la ciudad central de Rehovot, Israel, 20 de junio de 2025. Reuters
Israel promete "una campaña larga" contra Irán al margen de los esfuerzos de EEUU y la UE para cerrar un acuerdo de paz
Los ministros de Exteriores de Francia, Alemania y Reino Unido lideran la ofensiva diplomática para convencer a Irán de la necesidad de sentarse a negociar con un Trump que desprecia su papel: "Europa no va a poder ayudar con esto".
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Diplomacia en la cuerda floja. El ministro iraní de Asuntos Exteriores, Abbas Araghchi, se reunió ayer en Ginebra con sus homólogos francés, alemán y británico para sentar las bases de las negociaciones que deben alumbrar un nuevo acuerdo nuclear que evite la entrada de Estados Unidos en la ofensiva israelí.
El británico David Lammy asistió a la cita después de viajar a Washington para discutir esta cuestión con el asesor de seguridad nacional y secretario de Estado, el halcón Marco Rubio, orillado de las conversaciones con Irán. Es el enviado especial de Donald Trump, el omnipresente Steve Witkoff, quien representa a la Administración estadounidense en las negociaciones entre bambalinas con los iraníes.
En el encuentro de ayer en Ginebra, que contó con el visto bueno de Washington, también estuvo presente la jefa de la diplomacia de la Unión Europea, Kaja Kallas, que verbalizó su interés en que la República Islámica no desarrolle “nunca” un arma nuclear.
En 2015, Francia, Alemania, Reino Unido y la UE —además de China y Rusia— participaron en las negociaciones que desembocaron en la firma del Plan de Acción Integral Conjunto (JCPOA, por sus siglas en inglés), el acuerdo que frenó el programa nuclear de Irán a cambio de aliviar el severo régimen de sanciones que lastraba su economía.
El precedente invitaba al optimismo, pero no hubo avances significativos en la primera ronda de contactos. Las partes, sin embargo, se emplazaron a un segundo encuentro, pese a los desprecios de un Trump que dijo que Irán “no quiere hablar con Europa”. “Europa no va a poder ayudar con esto”, aseguró.
La cita iniciática en Ginebra estaba prevista desde principios de semana, pero la confirmación oficial se demoró a expensas de conocer el próximo movimiento de Trump. Cuando todo hacía indicar que se sumaría a la operación israelí, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, anunció en rueda de prensa que, “en el transcurso de las próximas dos semanas”, su jefe tomaría una decisión definitiva al respecto.
“Aunque la decisión de Trump aún está pendiente, los preparativos —incluidos despliegues de bombarderos B-52 y aviones cisterna en Diego García— sugieren que Washington se está posicionando para una posible campaña aérea”, traslada a este periódico Mehdi Laghmari, analista de Control Risks. “Con voces bipartidistas en Washington que piden la intervención estadounidense, es posible que Benjamin Netanyahu no necesite arrastrar a Trump a la guerra; el impulso ya parece estar en marcha”.
El anuncio del presidente de Estados Unidos, que confesó ayer que “lo último” que pretende es desplegar tropas sobre el terreno, dejó abierta la puerta para la resolución del conflicto por la vía diplomática. Pero tendrá que ser en tiempo récord.
Antes del encuentro con sus homólogos europeos, Araghchi compareció ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU en Ginebra para denunciar “la agresión israelí”, que se han cobrado la vida de al menos 657 personas, según el recuento de Hrana, una organización iraní en defensa de los derechos humanos.
El titular de Exteriores hizo especial hincapié en las consecuencias que pueden provocar los bombardeos contra sus instalaciones nucleares. Unas instalaciones que, recordó, supervisa el Organismo de Energía Atómica (OIEA).
En el mismo sentido se expresó ayer el director general de la agencia de control de la ONU, Rafael Grossi, que advirtió de que, “en caso de ataque a la central nuclear de Bushehr, un impacto directo provocaría una liberación muy alta de radiactividad”.
“Aunque hasta ahora [los ataques israelíes] no han provocado una liberación radiológica que afecte al público, existe el riesgo de que esto ocurra”, añadió el diplomático argentino durante su intervención en la reunión de urgencia del Consejo de Seguridad de la ONU.
“Fuimos atacados en medio de un proceso diplomático en curso”, denunció Araghchi, que aseguró que, el pasado domingo, estaba prevista una nueva ronda de negociaciones —también en Ginebra— entre las delegaciones iraní y estadounidense que podían conducir hacia un acuerdo nuclear “muy prometedor”.
Pero Israel se anticipó. En la madrugada del viernes pasado, las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) lanzaron la Operación León Creciente.
Europa lidera los esfuerzos
Ahora, los líderes europeos tratan de acercar posturas entre Irán y Estados Unidos. Todavía lejanas. “El miércoles, Trump reiteró su exigencia de un desarme nuclear total por parte de Irán, una postura maximalista que hace improbable cualquier resolución negociada”, indica Laghmari.
La propuesta remitida por Witkoff a los negociadores iraníes permite a Teherán enriquecer uranio con fines civiles con la condición, eso sí, de que el proceso se lleve a cabo fuera de sus fronteras. De todos modos, la República Islámica, que rechaza de plano esta oferta, no contempla alcanzar ningún acuerdo mientras continúen los ataques israelíes.
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha sido el líder europeo que más presión ha ejercido sobre Trump para evitar que entrara en la guerra. Su ministro de Exteriores, Jean-Noël Barrot, aseguró el jueves que Francia está preparada “para presentar una fórmula que garantice los intereses de seguridad de Israel, la región y Europa, abordando al mismo tiempo el programa nuclear iraní, su programa de misiles balísticos y sus actividades desestabilizadoras en la región”.
Después de que Trump se retirara antes de lo previsto de la cumbre del G7 en la localidad canadiense Kananaskis, el inquilino del Elíseo trasladó a la prensa que Trump volaba de regreso a Washington en búsqueda de un alto el fuego entre Irán e Israel. Pero Trump no tardó en desmentirlo.
“¡Incorrecto! No tiene ni idea de por qué estoy ahora de camino a Washington, pero desde luego no tiene nada que ver con un alto el fuego [sic]. Es mucho más importante que eso. Ya sea a propósito o no, Emmanuel siempre se equivoca. Estad atentos”, escribió en su plataforma Truth Social.
El canciller alemán, Friedrich Merz, y el primer ministro británico, Keir Starmer, no se han mostrado tan contundentes como Macron. Merz llegó a decir que, con sus ataques sobre Irán, Israel estaba haciendo “el trabajo sucio por nosotros”, mientras que Starmer, mucho más servicial con Trump, sondeó incluso la posibilidad de intervenir en el conflicto de la mano de Estados Unidos.
Israel no contempla parar
“Israel sigue presionando con fuerza para lograr una participación directa de Estados Unidos, consciente de que solo las capacidades militares estadounidenses pueden atacar de forma confiable las instalaciones fortificadas de enriquecimiento de Irán”, señala Laghmari.
Su cúpula política y militar reconoce estar decepcionada con las largas de Trump, pero pretende mantener la ofensiva contra el programa nuclear iraní con su respaldo o sin él. Los israelíes, anticipó ayer el jefe del Estado Mayor de las FDI, Eyal Zamir, deben estar preparados para una “campaña larga” contra Irán.
“La batalla no ha terminado. Ciertamente, hemos logrado avances, pero se espera que aún tengamos por delante días difíciles”, apostilló Zamir. Y es que el principal objetivo de la operación sigue intacto. Como explicó ayer Grossi ante Consejo de Seguridad de la ONU, “Fordo, el principal sitio de enriquecimiento de uranio al 60 % de Irán, no presenta daños conocidos por parte del OIEA”.
Sin la bomba antibúnker de Estados Unidos es imposible destruir la instalación, construida a 90 metros de profundidad en las proximidades de Qom, ciudad sagrada para el chiísmo. Por eso, los israelíes exploran otras vías.
“Israel ha envuelto sus objetivos en ambigüedad estratégica”, explica en este sentido Laghmari. “Oficialmente, la campaña se presenta como un esfuerzo defensivo para degradar las capacidades nucleares y de misiles de Irán, y no como una búsqueda de cambio de régimen. Sin embargo, han surgido señales contradictorias, como las declaraciones del ministro de Defensa, Israel Katz, sugiriendo que el ayatolá Jamenei ‘no puede seguir existiendo’, y los propios comentarios de Netanyahu insinuando que un cambio de régimen podría ser una consecuencia natural de los ataques en curso”.
“Para Netanyahu, declarar abiertamente el cambio de régimen como objetivo oficial elevaría demasiado el listón político del éxito”, explica Laghmari. “Eso dificultaría mucho más declarar una victoria o poner fin a las operaciones de forma controlada si fuera necesario”.
“La intención no parece ser un derrocamiento inmediato del régimen, sino más bien la erosión gradual de la capacidad y resiliencia del Estado, preparando potencialmente el terreno para disturbios internos a lo largo del tiempo”, sostiene el analista de Control Risk.
“Aunque la fase inicial de la Operación León Creciente se centró en instalaciones nucleares y en la infraestructura de misiles de la Guardia Revolucionaria, Israel ha ampliado su conjunto de objetivos para incluir activos económicos y simbólicos, como refinerías de petróleo, plantas de procesamiento de gas y medios estatales”, apunta Laghmari. “Estos blancos van más allá del ámbito de la disuasión nuclear, lo que sugiere un objetivo paralelo: aumentar el costo estratégico y psicológico de la guerra para el liderazgo iraní y erosionar la confianza pública en la estabilidad del régimen”.
“Es ilusorio y peligroso querer imponer un cambio de régimen desde el exterior. Le corresponde al pueblo decidir su propio destino”, zanjó desde Ginebra el jefe de la diplomacia gala, Jean-Noël Barrot, que se toma en serio las amenazas.