El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, junto al ministro de Defensa de Israel , Yoav Gallant

El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, junto al ministro de Defensa de Israel , Yoav Gallant Reuters

Oriente Próximo

EEUU insiste a Israel para que pare la guerra a cambio de facilitarle el apoyo de los países árabes

Blinken se ha reunido con Herzog y Netanyahu para ofrecer una promesa de estabilidad que haga que Israel frene sus aspiraciones militares. 

10 enero, 2024 02:44

El secretario de Estado norteamericano, Antony Blinken, departió este martes con el presidente israelí, Isaac Herzog, y el primer ministro, Benjamin Netanyahu, para intentar convencerles de que pongan fin a los bombardeos en Gaza. Blinken volvió a reivindicar el derecho de Israel a asegurarse de que no habrá otro 7 de octubre, pero se mantuvo firme en su postura de que dicho derecho a la defensa no podía incluir el ataque constante a infraestructuras civiles, por mucho que en demasiadas ocasiones se utilicen con fines militares.

Sabedor de que Israel sigue apostando por la vía militar para neutralizar la amenaza de Hamás y que cada día parece más dispuesto a seguir el mismo camino con Hezbolá en el sur del Líbano, Blinken ha optado por ofrecer algo distinto esta vez, una promesa de estabilidad que haga que Israel se sienta menos solo y más seguro.

Después de reunirse durante el pasado fin de semana con los líderes de Arabia Saudí y de los Emiratos Árabes Unidos, el secretario de Estado se presentó en Tel Aviv con el compromiso de continuar las negociaciones de mutuo reconocimiento entre saudíes y judíos que quedaron en pausa tras la masacre de Hamás y la posterior reacción israelí.

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Lo que está poniendo sobre la mesa Blinken es apretar los lazos del Estado israelí con el mundo árabe. Y no es poca cosa. Hay que recordar que, de los 31 estados de la ONU que no reconocen a Israel, 17 pertenecen a la Liga Árabe, entre ellos, obviamente, Arabia Saudí. Solo Egipto, Jordania, Emiratos Árabes Unidos y Baréin mantienen relaciones diplomáticas con Israel.

Si el Estado judío quiere una paz a largo plazo, es decir, una estabilidad duradera, es necesario que el mundo árabe acepte su presencia y deje de financiar a los grupos terroristas que amenazan su existencia.

El problema es que esta oferta tiene unas contrapartidas difíciles de aceptar para el gobierno de Netanyahu. Arabia Saudí ha aceptado retomar las negociaciones, sí, pero a cambio de un acuerdo de paz que lleve a la creación de un Estado palestino. Es exactamente la misma solución que defienden los propios Estados Unidos y la que guiaba el plan egipcio para un alto el fuego que rechazaron ambas partes estas navidades.

Hamás en el Estado palestino

Ahora bien, aunque su seguridad a medio y largo plazo probablemente dependa de este tipo de acuerdos, es lógico que, ahora mismo, Israel esté más centrado en el corto plazo y en ese sentido hay un obstáculo insalvable: tanto Egipto, como Estados Unidos, como Arabia Saudí contemplan la presencia de Hamás en ese futuro estado palestino. Israel no tiene excesivos problemas con la Autoridad Palestina, encabezada por Fatah, pero Hamás acaba de demostrar su voluntad de destruir Israel aunque eso conlleve su propia destrucción. Es imposible que Netanyahu se vaya a fiar ahora de ellos.

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Y, a la vez, es poco realista pensar que los países árabes van a aceptar que el gobierno de Gaza no incluya miembros de la rama política del grupo terrorista, por mucho que se trate de una organización financiada en parte desde Irán, estado de origen persa. Tampoco es realista que los gazatíes acepten una autoridad que no sea la de Hamás. Durante los últimos diecisiete años, la organización terrorista ha controlado cada detalle de su vida diaria. Después de expulsar a Fatah del territorio en 2008, es complicado encontrar líderes reconocidos y respetados que no formen parte de alguna manera de la milicia.

Lo que está diciendo Blinken es "parad los bombardeos, dejad que entre la ayuda humanitaria, negociad un intercambio de prisioneros por rehenes y poco a poco el resto de la comunidad árabe reconocerá ese esfuerzo". Pero Israel no se fía. La historia de su existencia como estado ha sido la historia de una guerra constante con su entorno con un montón de promesas vacías de por medio. Según Yisrael Katz, el nuevo ministro de asuntos exteriores, lo que debe hacer ahora su país es "terminar la guerra contra Hamás". En otras palabras, dejar las negociaciones para otro momento.

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En las condiciones actuales, un alto el fuego duradero beneficiaría a Hamás, pues garantizaría su supervivencia. Beneficiaría también a los países vecinos, que evitarían una extensión incontrolada del conflicto y beneficiaría a Estados Unidos, que podría dejar su ingrato papel de policía, con el desgaste que eso conlleva. A nivel interno, además, Biden podría apuntarse el tanto de haber conseguido frenar la sangría entre dos colectivos -el judío y el musulmán- de voto tradicionalmente demócrata y que ahora mismo están muy enfadados con su administración.

Lo que no está claro es en qué beneficia a Israel más allá de la posible liberación de los 104 rehenes que Hamás tiene aún en su poder con vida. Y ni siquiera esto último está claro: en declaraciones de este mismo martes, Ismail Haniyeh, líder máximo de Hamás, afirmó que los rehenes solo serán puestos en libertad "cuando Israel vacíe sus cárceles de presos palestinos". Probablemente se trate de un farol, pero no es exactamente la mejor retórica posible para alcanzar acuerdos de paz.

Todo esto en un momento de especial tensión para ambos bandos. Aunque Israel asegura controlar el norte de Gaza, la apertura de un tercer frente en torno al campamento de refugiados de Bureij, entre Gaza City y Deir Al Balah, provocó este lunes la muerte de nueve soldados de las IDF. Se trata del golpe más duro para el ejército israelí desde el inicio de la ocupación. Cinco de estos soldados murieron en la detonación de un explosivo pensado para demoler túneles.

Tampoco van las cosas mucho mejor para Hamás y, sobre todo, para los civiles gazatíes. Cientos de miles de personas se han quedado sin hogar e Israel se mantiene firme en su postura de no permitirles el regreso a la zona norte. A eso hay que sumar los ataques al Hospital de Al-Aqsa y las maniobras en las cercanías del Hospital Nasser, en Jan Yunís, donde se supone que se ha atrincherado el líder militar de Hamás en la Franja, Yahyah Sinwar, junto a varios de los rehenes israelíes. Esta situación de bloqueo debería ser la ideal para que Blinken convenciera a ambos bandos de que una tregua es necesaria. Para ello, sin embargo, tendrá que ser más realista en sus propuestas. Si eso es posible.