El francés Macron, escoltado por el portugués Montenegro y el griego Mitsotakis en Eslovenia. Reuters
La democracia de Francia, a la deriva: el 85% pide un líder que "restaure el orden" y sólo el 10% confía en los partidos políticos
Más de la mitad de los lepenistas aprueba, según la macroencuesta de Ipsos para Le Monde, la implantación de un sistema político alternativo.
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Menos de un año después de la caída del Gobierno de Michel Barnier, Francia sigue navegando a la deriva. Su sucesor, François Bayrou, cayó en septiembre, y el actual primer ministro, Sébastien Lecornu, maniobra a duras penas en la Asamblea Nacional para evitar el mismo destino.
Muchos analistas se jactan de que Francia está destronando a Italia como la nación europea más inestable. Pero los datos que salen de la encuesta Fractures françaises, elaborada por el instituto Ipsos para Le Monde, el Cevipof de Sciences Po, la Fundación Jean Jaurès y el Instituto Montaigne, dejan poco espacio para el humor.
Lo que muestra este estudio es un deterioro general de la confianza en las instituciones y un creciente desapego hacia el sistema democrático. Ocho de cada diez ciudadanos aseguran que sus ideas no están representadas en el panorama político actual. El 85% considera necesario “un verdadero jefe en Francia que restaure el orden”.
El deseo de más autoridad crece en todos los espectros ideológicos, salvo el socialdemócrata.
El presidente Emmanuel Macron es tremendamente impopular. La reciente suspensión de la reforma de las pensiones, una de las principales apuestas de su segundo mandato, confirma su decadencia.
Tras meses de protestas y negociaciones infructuosas, Macron accedió a aplazar la aplicación completa de la medida hasta después de las presidenciales de 2027. Una concesión destinada a preservar la frágil mayoría parlamentaria de Lecornu. La decisión, que amenaza con abrir un agujero de 13.000 millones de euros al año en las cuentas públicas, evidencia la mala forma del presidente.
Apenas el 14% de los franceses aprueba su gestión, de acuerdo con otros sondeos. La investigación publicada por Le Monde revela, en esta línea, el enorme respaldo a la disolución de la Asamblea Nacional. El 43% de los franceses pide nuevas elecciones legislativas, 12 puntos más que en 2024. Entre los votantes del Reagrupamiento Nacional de Marine Le Pen el apoyo sube al 64%.
Pero el desgaste va más allá de Macron. Solo el 10% de los encuestados dice confiar en los partidos políticos, cuatro puntos menos que el año pasado. La confianza en los diputados cae al 20%. Dos tercios de la población perciben una corrupción generalizada entre los cargos públicos, y casi nueve de cada diez creen que los responsables políticos actúan movidos por su propio interés.
Los únicos que escapan a esta percepción negativa son los alcaldes, que conservan la confianza del 68% de los ciudadanos.
Es cierto que dos tercios de los franceses consideran que este régimen es “irremplazable”. Pero ocho de cada diez creen que “funciona mal”. Y entre los simpatizantes de Le Pen, el 52% opina que otros sistemas políticos podrían ser igualmente válidos.
¿Qué explica tanta indignación? Conviene echar un vistazo a las principales preocupaciones de los ciudadanos. En un 36% es la pérdida de poder adquisitivo: más de la mitad de las familias pasan apuros para llegar a fin de mes.
En un 22%, la inmigración. La idea de que hay demasiados extranjeros en el país es compartida por el 95% de los lepenistas, el 86% de los conservadores republicanos y el 57% de los macronistas.
Hay más datos reseñables. El 61% es partidario de aumentar los impuestos a los más ricos para reducir las desigualdades. Los votantes del Reagrupamiento Nacional son, en este sentido, los más heterogéneos: un 57% apoya la redistribución de la riqueza y un 64% aboga por limitar al máximo la intervención del Estado en la economía.