El primer ministro francés, Sébastien Lecornu, asiste a un debate en la Asamblea Nacional. Reuters
Lecornu sobrevive a dos mociones de censura gracias a los socialistas y tras sacrificar la reforma de las pensiones
Un Partido Socialista (PS) dividido sostiene al primer ministro de Macron para sacar adelante los presupuestos, pero advierte que "no se compromete a nada" y pedirá más cesiones.
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"Mi Gobierno no teme la censura", declaró este jueves en tono desafiante Sébastien Lecornu desde la tribuna de la Asamblea Nacional, tras haber escuchado la presentación de las mociones de la izquierda radical de La Francia Insumisa (LFI), primero, y de la extrema derecha de Marine Le Pen, después.
Sabía el primer ministro que los socialistas mantendrían en pie su segundo Ejecutivo, que echó a rodar el pasado fin de semana, tras anunciar la suspensión de la reforma de las pensiones de Emmanuel Macron. Un trago amargo para el presidente de la República, que le había dado "carta blanca" después de volver a nombrarle para el cargo sólo cuatro días después de que anunciara su dimisión.
La primera moción presentada por la izquierda, con más opciones de ser aprobada, obtuvo 271 votos. Se quedó a tan sólo 18 de la mayoría absoluta necesaria para salir adelante. La segunda, que introdujo la ultraderecha de Agrupación Nacional de la mano de la Unión de la Derecha por la República (UDR) de Éric Ciotti, una escisión de la derecha gaullista, quedó descartada de inmediato porque ni siquiera contaba con los votos de los insumisos de Jean-Luc Mélenchon. Recibió 144 votos a favor.
Lecornu, eso sí, tuvo que sacrificar la medida estrella del presidente, que elevó la edad de jubilación desde los 62 hasta los 64 años, no sin antes enfrentar duras protestas en las calles. Era el peaje obligatorio a pagar para asegurarse el respaldo del primer secretario de los socialistas, Olivier Faure. El primer ministro, un macronista de primera hora, también se comprometió a no aplicar en ningún caso el artículo 49.3, que permite aprobar leyes sin votación parlamentaria previa.
Al no existir disciplina de voto, sin embargo, podían producirse sorpresas de última hora. De hecho, siete de los 69 diputados socialistas votaron a favor de la moción de la izquierda, contraviniendo a la dirección del partido. Un número insuficiente, en todo caso, para romper las previsiones.
Lecornu supera dos mociones de censura gracias al apoyo de los socialistas.
La presidenta del grupo parlamentario de LFI, Mathilde Panot, lamentó la postura del PS: "Sólo han faltado 18 votos para derrocarlos". "Macron se ha salvado por los pelos", apuntó Mélenchon.
Otro diputado insumiso, Paul Vannier, acusó a los "esbirros" de la dirección del PS de presionar "a los diputados que se disponen a votar la moción de censura" para convencerlos de lo contrario. "No hay guardianes en el Partido Socialista, porque en mi partido se vota y la democracia es el ADN de nuestro movimiento. Toma ejemplo", replicó el propio Faure en la red social X.
"Todos los que hoy han rechazado la moción de censura serán responsables del sufrimiento que le espera al país", reaccionó por su parte Jordan Bardella, el delfín de Le Pen, que acusó a los diputados de "salvar sus puestos, en detrimento del interés nacional".
El joven presidente del antiguo Frente Nacional volvió a pedir la disolución de la Asamblea para ir a elecciones anticipadas, sabedor de que su partido sería el gran beneficiado, a tenor de las encuestas.
Retos
"Es, evidentemente, un momento de verdad. ¿Queremos el orden republicano, con debates que tienen lugar en la Asamblea Nacional, o queremos el desorden?", preguntó Lecornu a las bancadas de la izquierda radical y la extrema derecha lepenista. "O entramos en los debates, o entramos de una vez por todas en la crisis política, y eso deben asumirlo".
"La historia, en cualquier caso, juzgará muy duramente estas maniobras políticas en las que, en el fondo, se habrá confundido la tribuna de la Asamblea Nacional con una tribuna publicitaria", zanjó el primer ministro, que anunció el pasado domingo un Gobierno de corte técnico con perfiles procedentes del macronismo —cada vez más desintegrado— y la derecha tradicional de Los Republicanos (LR).
Los socialistas, de nuevo divididos por el debate sobre qué postura deben adoptar ante Macron, como la derecha gaullista, cuya dirección rechazó incorporarse al segundo Gobierno de Lecornu, demandarán más cesiones por parte de Matignon.
El diputado socialista Laurent Baumel dejó claro este jueves en sede parlamentaria que, pese a no apoyar las mociones de censura, su partido "no se compromete a nada, y mucho menos a votar o dejar pasar el presupuesto recesivo e injusto que sus ministros nos han presentado".
Por lo pronto, Macron esquiva la amenaza de la disolución de la Asamblea y la convocatoria de elecciones legislativas anticipadas. Una decisión que, con toda probabilidad, habría tenido que tomar en caso de que Lecornu no hubiera sobrevivido a las mociones.
El inquilino del Elíseo tendrá que sentarse a escuchar las propuestas de los socialistas, que aspiran a incluir en los presupuestos del próximo curso un impuesto a los ricos. Una medida a la que Macron parece tener alergia.
El debate presupuestario que se abre ahora será enconado. El Consejo de Análisis Económico, un organismo independiente que asesora al primer ministro, cifra en 112.000 millones de euros, de los cuales 27.000 millones a partir de 2026, el recorte necesario para estabilizar la deuda pública francesa.