Los internos eran identificados con pulseras rojas o blancas según su enfermedad.

Los internos eran identificados con pulseras rojas o blancas según su enfermedad. Inteligencia Militar Ucraniana

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"Si mueren en Ucrania, nadie lo notará": Rusia recluta 250.000 presos en tres años, el 40% de ellos gravemente enfermos

Según un informe de Carnegie Politika, los casos de VIH detectados en las fuerzas armadas rusas se multiplicaron por trece a finales de 2022 y continuaron creciendo en 2023.

Iryna Yakovets, asesora legal de la ONG ucraniana 100% Life, denuncia que el Kremlin convierte la enfermedad en un arma: “Se les envía al frente porque son seropositivos y, en la visión rusa, no tienen valor como seres humanos”.

Más información: Una guerra sin fin: Putin impondrá el reclutamiento permanente tras perder un millón de soldados en Ucrania

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La escasez de efectivos en el frente ha llevado al Kremlin a cruzar líneas que hasta hace pocos años parecían infranqueables.

Pese a que la ley rusa exime del servicio militar a las personas con enfermedades graves como el VIH, la tuberculosis o la hepatitis, las autoridades han intensificado la incorporación de estos colectivos, incluso alentando su alistamiento.

Según un informe de Carnegie Politika, los casos de VIH detectados en las fuerzas armadas rusas se multiplicaron por trece a finales de 2022 y continuaron creciendo en 2023, como recoge The Kyiv Independent.

El deterioro de las condiciones sanitarias en los hospitales de campaña -con transfusiones de sangre sin controles, reutilización de jeringuillas y consumo de drogas- ha agravado la situación.

Carne de cañón

La periodista exiliada Olga Romanova, fundadora de la ONG Rusia Tras las Rejas, asegura que no existe ya un proceso formal de movilización: “Reclutan a todos indiscriminadamente. No hay planes de tratarles, y si mueren en combate, nadie lo notará”.

El reclutamiento de presos con VIH o hepatitis comenzó en 2022 bajo el mando de Yevgueni Prigozhin, entonces jefe del Grupo Wagner.

Los internos eran identificados con pulseras rojas o blancas según su enfermedad, y algunos terminaron capturados por el ejército ucraniano.

Romanova calcula que en tres años Moscú ha reclutado al menos a 250.000 presos, de los cuales un 40% padecía enfermedades graves.

La promesa de sueldos de hasta 200.000 rublos mensuales (unos 2.500 dólares) rara vez se cumple, y la atención médica es inexistente.

Para muchos, el único incentivo es la promesa de libertad si sobreviven a la guerra.

Iryna Yakovets, asesora legal de la ONG ucraniana 100% Life, denuncia que el Kremlin convierte la enfermedad en un arma: “Se les envía al frente precisamente porque son seropositivos y, en la visión rusa, no tienen valor como seres humanos”.

Reclutamiento en redes 

La desesperación del Ministerio de Defensa se refleja también en internet. En grupos de la red social VKontakte proliferan anuncios que invitan a enrolarse a cambio de bonificaciones millonarias, perdón de deudas o ciudadanía exprés.

Algunos mensajes mencionan abiertamente que se aceptan personas con VIH, hepatitis o antecedentes penales, e incluso emplean códigos como “Umbrella” para referirse a reclutas con enfermedades potencialmente mortales.

Aunque se desconoce la eficacia de esta estrategia, la propaganda digital se ha convertido en un canal paralelo de movilización, con anuncios que se repiten a diario en grupos con decenas de miles de seguidores.

Los territorios ocupados

La situación es aún más dramática en las regiones ucranianas bajo ocupación rusa, donde la sanidad está colapsada y las infecciones de VIH y hepatitis rozan niveles epidémicos.

Según Vira Yastrebova, directora del Eastern Human Rights Group, las autoridades imponen a los enfermos el reclutamiento en unidades de asalto, sin acceso a tratamiento ni condiciones mínimas.

Obtener medicación depende de poseer un pasaporte ruso, que Moscú obliga a adoptar. Los carteles de los centros de reclutamiento en Donetsk o Lugansk apelan al fatalismo.

Esta es tu última oportunidad”. Muchos enfermos recurren a grupos privados en internet para conseguir fármacos o tratan de huir al extranjero en busca de atención médica.

Contraste con Ucrania

En el lado ucraniano, la normativa es distinta. El estatus seropositivo no basta para la exención, pero cada caso se evalúa de forma individual.

Habitualmente, los soldados con VIH son destinados a tareas de apoyo donde pueden seguir recibiendo su terapia antirretroviral.

Sin embargo, la guerra complica la logística: algunos diagnósticos se pasan por alto en los exámenes médicos, y las interrupciones en la cadena de suministro obligan a muchos a depender de envíos familiares hasta el frente.

Si un soldado VIH positivo termina en una unidad de combate, la situación se vuelve crítica”, advierte Yakovets.

Mientras Moscú intensifica un reclutamiento sin barreras éticas, Kiev lucha por sostener un sistema que permita a los enfermos servir sin poner en riesgo su salud ni la de sus compañeros.

La guerra, en cualquier caso, se ha convertido en un multiplicador de la epidemia.