La bandera estadounidense ondea frente a su consulado en Nuuk. Reuters
Dinamarca planta cara a EEUU tras descubrir que Trump prepara una operación híbrida para hacerse con Groenlandia
Copenhague convocó al principal diplomático estadounidense tras revelarse que personas vinculadas al republicano intentan influir en la isla ártica con maniobras encubiertas.
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El Gobierno danés citó ayer al encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos en Copenhague, Mark Stroh, después de que la radiotelevisión pública DR revelara que al menos tres ciudadanos norteamericanos, supuestamente cercanos a Donald Trump, han realizado actividades clandestinas en Groenlandia para allanar el camino a un traspaso de soberanía.
El ministro de Exteriores, Lars Løkke Rasmussen, calificó estas prácticas de "inaceptables" y subrayó que se trata de "actores extranjeros que intentan condicionar el futuro de Groenlandia".
Las crónicas danesas describen cómo uno de esos individuos viajó a Nuuk a comienzos de año para elaborar listas de groenlandeses proclives a apoyar las ambiciones de Trump, así como de personas contrarias a ellas.
Ese mismo visitante habría sondeado qué asuntos podían explotarse para deteriorar la imagen de Dinamarca en los medios estadounidenses, incluyendo el recuerdo de las esterilizaciones forzosas practicadas a mujeres groenlandesas en las décadas pasadas.
Según DR, estas maniobras formarían parte de una estrategia diseñada en tres fases desde que Trump declarara en diciembre de 2024 que el "control estadounidense de Groenlandia es una necesidad absoluta".
El plan habría comenzado con gestos de simpatía hacia la población local —como la visita a Nuuk de uno de los hijos del presidente—, continuado con reproches públicos a Copenhague, expresados incluso por el actual vicepresidente J.D. Vance durante un discurso en la base aérea de Pituffik, hasta llegar a la etapa actual: la infiltración en el tejido social groenlandés.
La inteligencia danesa coincide en que la isla constituye hoy un objetivo de "campañas de influencia de diverso signo" orientadas a provocar fisuras en el vínculo entre Nuuk y Copenhague. Aunque los agentes identificados parecen actuar de manera amateur, las autoridades insisten en la necesidad de esclarecer si cuentan con respaldo institucional en Washington.
El episodio ha tensado aún más unas relaciones bilaterales que ya se habían visto afectadas en los últimos meses.
Estados Unidos ordenó paralizar las obras de un parque eólico marino en el que participaba la energética danesa Ørsted, decisión que coincidió con la firma de un acuerdo climático entre Dinamarca y el Estado de California, cuyo gobernador, Gavin Newsom, se presenta como uno de los mayores opositores de Trump.
El Ejecutivo danés niega cualquier conexión entre ambos hechos, pero el malestar es evidente.
"Esto demuestra que la pesadilla sobre Groenlandia no ha terminado", lamentó Martin Lidegaard, exministro de Exteriores, en declaraciones a la cadena TV2.
Aaja Chemnitz, diputada groenlandesa en el Parlamento danés, fue más clara: "Es un despropósito que se intente infiltrar así a nuestra sociedad. Somos los groenlandeses quienes debemos decidir nuestro futuro".
No es la primera vez que Copenhague convoca al máximo representante diplomático estadounidense. Ya en mayo, tras una información publicada en The Wall Street Journal que revelaba una orden secreta para intensificar la actividad de los servicios de inteligencia en Groenlandia, el Gobierno danés llamó a consultas al mismo encargado de negocios.
Entonces se supo que Washington había pedido a sus agencias identificar a individuos en Groenlandia y Dinamarca dispuestos a respaldar el proyecto de anexión.
El recuerdo de aquellas revelaciones y las nuevas informaciones de DR alimentan la sospecha de que podría tratarse de un patrón sostenido en el tiempo.
Una fuente con conocimiento de los movimientos norteamericanos alertó de que la aparente reducción de actividad este verano "podría ser la calma antes de la tormenta". Eso y que, si los servicios profesionales toman el relevo de los aficionados, las operaciones resultarán más difíciles de detectar.
La situación coloca a Dinamarca en una delicada encrucijada. Las autoridades quieren que la población groenlandesa sepa de los intentos de injerencia. Pero tratan de no violar la línea de respeto a la autonomía de la isla.
Como sea, el primer ministro groenlandés, Jens-Frederik Nielsen, ha reiterado que "Groenlandia no está en venta" y que cualquier futuro político debe decidirlo exclusivamente su pueblo.
Las encuestas muestran que, pese al deseo de muchos de marcar distancia con Dinamarca, la independencia inmediata suscita recelos por la incertidumbre económica que conllevaría.
La embajada estadounidense, sin embajador titular desde hace meses, se ha limitado a responder que Washington "respeta el derecho de los groenlandeses a decidir su propio futuro" y que no controla "los actos de ciudadanos particulares". Pero todos los daneses recuerdan que Trump prometió que Groenlandia sería estadounidense "de una manera o de otra".