Soldados ucranianos en la primera línea de batalla en Bakhmut.

Soldados ucranianos en la primera línea de batalla en Bakhmut. Reuters

Europa

Bakhmut, Vuhledar y ahora Limán: Rusia acumula fracasos al iniciar su nueva ofensiva

En las últimas horas, se ha venido especulando con una contraofensiva ucraniana en el noroeste, pero la información hay que cogerla con pinzas.

28 febrero, 2023 02:33

Nadie sabe muy bien qué está haciendo Rusia ni es fácil intuir qué quiere hacer. Por lo menos, a medio plazo. En el Kremlin coquetean ahora con la idea de entrar en Transnitria –"estamos muy preocupados por lo que está pasando", dicen, sin que los demás sepamos muy bien qué está pasando en Transnitria que no estén provocando ellos- después de haber apretado las tuercas a Bielorrusia todo lo que han podido y más. Sus ataques siguen concentrados en el Donbás, alrededor del núcleo Sloviansk-Kramatorsk, pero dichos ataques no están coordinados y no parecen responder a lo que se anunciaba como una segunda gran ofensiva en el aniversario de la primera.

O tal vez sí. El jefe de la inteligencia militar ucraniana, Kyrilo Budanov, declaró el pasado miércoles en la edición local de la revista Forbes su convencimiento de que dicha ofensiva había comenzado como tal, con un inmenso aumento del número de tropas en la zona del Donbás… pero con unas carencias tales en armamento (misiles y municiones, básicamente) que hacía que todos los ataques estuvieran siendo rechazados. En resumen, que la ofensiva estaba en plena marcha, pero no nos habíamos enterado porque solo acumulaba fracasos.

Es complicado saber cuánto hay de propaganda en lo que dice Budanov y cuánto hay de cierto. Lo que sí está claro, como decíamos antes, es que Rusia parece estar dando palos de ciego y cayendo en los viejos errores de siempre: no hay un objetivo claro, no hay un mando único y no hay un camino hacia la victoria que no pase por la pérdida de cientos y cientos de hombres al día, tratados como si fueran carne de cañón, sin ningún tipo de consideración, con lo que eso supone para la moral de un ejército.

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Bakhmut aguanta un día más

Decimos "un ejército", pero en realidad nos referimos a varios, aunque nos centremos sobre todo en dos: el regular ruso, dirigido, se supone, por Valeri Gerasimov, y el Grupo Wagner, dirigido a su vez por su archienemigo Eugeni Prigozhin. El Kremlin lleva meses mandando mensajes a Prigozhin para que se quite de en medio, pero no hay manera de que el magnate obedezca. Ahí sigue, con sus hombres, empeñado en capturar Bakhmut después de ocho meses de asedio baldío, cada día más cerca, sí, pero a un precio en términos de vidas humanas totalmente inaceptable.

Es en Bakhmut, como siempre, donde la propaganda rusa centra sus alegrías. La ciudad está rodeada por todos sus accesos excepto el oeste. Rusia pretende completar una pinza juntando sus tropas del norte con las del sur. En el norte, hace semanas que ocuparon Krasna Hora y buscan hacer lo propio con Yahidne, para controlar por completo el cruce de la T0513 y la M03, que va directa a Sloviansk, aunque no sepamos en qué estado está. En el sur, el objetivo es Ivanivske, localidad clave para controlar a su vez la T0504, que podría ser una vía de escapatoria de los defensores ucranianos si decidieran retirarse de la ciudad… pero los avances también son mínimos.

Soldado ucraniano saluda a un perro en Bakhmut.

Soldado ucraniano saluda a un perro en Bakhmut. Reuters

El asunto es el de siempre: se está vendiendo como un éxito una victoria que nunca llega. Es cierto que Rusia avanza -lo hace el Grupo Wagner y sus mercenarios de élite, completamente volcados en la tarea, más bien-, pero lo sigue haciendo con una dificultad enorme, todo para conseguir el control sobre un montón de ruinas, que es en lo que convierten cada una de las ciudades que sitian. En el mejor de los casos para Prigozhin, si consigue entrar en la ciudad y apropiársela, ¿qué va a hacer con ella? No le quedará más remedio que seguir persiguiendo sombras ucranianas que le esperen en otro lado.

En las últimas horas, se ha venido especulando con una contraofensiva ucraniana en el noroeste, pero la información hay que cogerla con pinzas. Bakhmut está ahora mismo en el alambre y puede caer de un lado o del otro en cualquier momento, pero llevamos diciendo esto demasiado tiempo y el caso es que sigue aguantando. Ocho meses para tomar una ciudad de 73.000 habitantes que ya no existe. Decenas de miles de muertos en el esfuerzo. Dos ejércitos divididos entre sí aunque compartan una misma bandera. Absolutamente surrealista.

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La ofensiva imposible sobre Limán

De tanto hablar de Bakhmut, se nos olvida que la importancia estratégica de Bakhmut es muy limitada. Bakhmut es lo que atacas cuando no puedes atacar Sloviansk ni Kramatorsk, cuando no puedes amenazar Izium o cuando los ataques sobre Limán, intensificados en los últimos días, también acaban en nada. Precisamente, estos ataques sobre la importante ciudad de la región de Donetsk, otro de los enclaves emblemáticos del Donbás ucraniano, al norte del núcleo Sloviansk-Kramatorsk, se vienen publicitando intensamente por la propaganda rusa, pero no hay nada que nos haga pensar que se estén produciendo ataques significativos.

La idea era mover un contingente importante de tropas y blindados desde Belgorod hasta Kreminna y de ahí avanzar a Limán… pero eso es más fácil en un mapa que en la realidad. Igual que los ucranianos tuvieron que parar en su intento de tomar Kreminna en septiembre debido a lo complicado del terreno, ahora los rusos se encuentran con el mismo problema, lo que provoca que recurran de nuevo al abuso de la artillería y a tácticas algo suicidas, como lo demuestran las imágenes de decenas de soldados rusos abatidos en medio de las carreteras, tras quedar expuestos al fuego enemigo.

El frente de guerra ucraniano en Bakhmut.

El frente de guerra ucraniano en Bakhmut. Reuters

Uno de los objetivos de marchar sobre Limán, que, desde luego, tiene mucha más importancia que Bakhmut, era hacer olvidar lo sucedido hace un par de semanas en Vuhledar, cuando centenares de soldados rusos morían en otro ataque descoordinado y sin sentido alguno. El empeño ruso en mandar tanques a campos minados para verlos explotar uno detrás de otro es sorprendente… y eso que Vuhledar, de nuevo, tampoco es una pieza clave en el mapa. Puede ayudar, desde luego, como cabeza de puente para un ataque a Zaporiyia desde Mariúpol, pero poco más.

Tomar Vuhledar supone enviar a decenas de miles de soldados durante kilómetros sin protección alguna en terrenos completamente expuestos a los misiles anti-tanque ucranianos. Volvemos a la sensación inicial de desbarajuste absoluto. Uno podría entender que Rusia diera el todo por el todo para recuperar Limán, puesto que ya luchó con lo que pudo por retenerla -no como hizo con Izium, de donde salió corriendo-, pero ¿Bakhmut?, ¿Vuhledar? Son puntos de acceso a otros puntos. Lugares que podrían ser importantes dentro de un contexto de superioridad para seguir avanzando, pero cuando no eres capaz ni de llegar a esos puntos intermedios, pensar en ir más allá es un ejercicio de autoengaño y llamar a eso “ofensiva” es un abuso de lenguaje.

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