Ana Gomes (i.) con la exagente Sabrina de Sousa (d.) en una reunión reciente en Lisboa.

Ana Gomes (i.) con la exagente Sabrina de Sousa (d.) en una reunión reciente en Lisboa. Cedida

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Una exespía de la CIA irá a la cárcel en Europa por secuestrar a las órdenes de Bush

Su supuesta víctima, un sospechoso de terrorismo al que torturaron cómplices de la espía durante cuatro años, pide su absolución.

22 febrero, 2017 01:16

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Cuando los agentes de la Policía Judicial portuguesa aparecieron en la casa de Sabrina de Sousa la pasada noche del lunes, la exagente de la CIA reaccionó con tranquilidad. Se trataba de una detención esperada. Desde hace 13 años la luso-estadounidense huye de la Justicia italiana, que la acusa de haber participado en la abducción y tortura del clérigo egipcio Hassan Mustafa Osama Nasr, conocido como Abu Omar, en Milán en 2003.

Víctima de las llamadas “rendiciones extraordinarias” autorizadas por la Administración de George W. Bush en el marco de la Guerra al Terror, Abu Omar fue transportado ilegalmente a Egipcio, donde pasó cuatro años torturado en distintas prisiones, sometido a brutales 'interrogatorios' por sus captores. Aunque fue liberado en 2007, la Justicia italiana comenzó a investigar su desaparición mucho antes, identificando a De Sousa –oficialmente una diplomática de la Embajada de Estados Unidos en Roma– como una de las 23 personas involucradas en su secuestro.

De Sousa huyó de Italia y no se presentó al juicio por rapto. En 2009 la Justicia italiana la condenó in absentia a una pena de prisión de cinco años por el crimen. Washington rechazó cumplir con la solicitud de extradición emitida por Roma, pero la orden de busca y captura se dio por buena en la Unión Europea

Su deseo de seguir en contacto con su familia, que vive repartida entre la excolonia portuguesa de Goa y Portugal, hizo que De Sousa volviera a pisar suelo comunitario en varias ocasiones, aparentemente sin ser detectada. En 2015, sin embargo, las autoridades fronterizas en el Aeropuerto Humberto Delgado de Lisboa notaron que había una orden registrada a su nombre y fue detenida. La pusieron en libertad poco después, pero le retiraron sus pasaportes (tiene doble ciudadanía estadounidense y portuguesa). Comenzaba el lento proceso de su extradición.

Durante el último año y medio la exagente de la CIA ha hecho todo lo posible para conseguir que Portugal no la entregue a Italia. Pese a ello, a principios de enero su último recurso, ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, era desestimado. Ahora es cuestión de días antes que pase de los calabozos portugueses a los italianos, donde De Sousa tendrá el dudoso doble honor de ser la única espía norteamericana que cumple condena por secuestrar a alguien dentro del plan de torturas de la Administración Bush, y la primera agente de la CIA encarcelada en Europa.

La desaparición de Abu Omar

La historia de De Sousa comienza hace casi 15 años, cuando Abu Omar fue raptado en Milán. El clérigo había formado parte de al-Gama’a al-Islamiya, organización islamista que había llevado a cabo una campaña de ataques terroristas en Egipto durante los años 90. Cuando esta fue ilegalizada, se refugió en Italia, donde le fue concedido el asilo. Sin embargo, tras el 11-S el imam se pronunció públicamente en contra de la invasión estadounidense de Afganistán y los planes de guerra en Irak. Las autoridades italianas informaron a la CIA que sospechaba que Abu Omar podría estar reclutando a jóvenes para la lucha contra los norteamericanos en Oriente Próximo.

La mañana del 17 de febrero el clérigo caminaba por la Via Guerzonia de Milán cuando su paso fue cortado por una furgoneta blanca. Varios hombres con pasamontañas le metieron dentro del vehículo, donde le pusieron esposas, le cubrieron los ojos y comenzaron a golpearle. Eran agentes de la CIA y del Servicio Italiano de Inteligencia y Seguridad Militar (SISMI, según sus siglas en italiano), quienes le llevaron a la base área de Aviano, desde la cual fue transportado por avión privado primero a Alemania y luego a Egipto.

Durante el año y medio siguiente Abu Omar fue torturado en varias cárceles egipcias, donde fue interrogado brutalmente, repetidamente golpeado con cables eléctricos, pedazos de madera, incluso sillas de metal. Los guardias le mantuvieron desnudo, con las manos esposadas y los ojos cubiertos, durante siete meses mientras exigían que les contara quienes eran sus –inexistentes– contactos terroristas en Europa. Según su testimonio posterior, fue crucificado y violado por sus interrogadores en varias ocasiones. Siempre que preguntaba por qué le estaban torturando de semejante manera sus captores respondían, “porque los estadounidenses nos obligan a hacerlo”.

En 2004 el clérigo fue liberado: los interrogadores habían concluido que no sabía nada. Le depositaron en casa de su madre en la ciudad egipcia de Alejandría, avisándole que no le contara a nadie lo que le había pasado. Abu Omar no pudo evitar llamar a su mujer en Italia para explicar dónde había estado durante los últimos 17 meses. Fue un error. Las autoridades egipcias le vigilaban, y cuando se enteraron de que había revelado los detalles de su desaparición, le volvieron a encarcelar. Sólo recuperó su libertad en 2007, cuando una campaña de Amnistía Internacional consiguió que el entonces dictador Hosni Mubarak soltara al clérigo.

Condena italiana

Mientras Abu Omar era torturado en Egipto, el fiscal Armando Spataro le buscaba en Italia. No se interesaba por el clérigo por motivos humanitarios; todo lo contrario, compartía las sospechas de la CIA. Llevaba meses investigando al egipcio por su posible participación en una organización terrorista, y justo cuando se preparaba para presentar cargos en contra del imam, este había desaparecido. La inteligencia norteamericana había contado a las autoridades italianas que Abu Omar había huido a los Balcanes. El caso parecía quedarse en eso, pero cuando la familia del clérigo reveló los detalles de su rapto el fiscal italiano se indignó por la mentira de sus supuestos aliados en la Guerra al Terror.

Spataro decidió lanzar una investigación que pasó a conocerse como el caso Imam Rapito, o "imam raptado", en Italia. Consiguió dar con uno de los agentes italianos que participó en la operación, y de ahí logró identificar a los 23 agentes estadounidenses que habían llevado a cabo la abducción: entre ellos, Susana de Sousa, oficialmente la secretaria segunda de la Embajada de los EEUU en Roma, pero a todos efectos prácticos una agente de la CIA destinada en Milán.

De Sousa y los otros efectivos implicados en el caso salieron de Italia antes de que Spataro emitiera órdenes de detención en su contra, y desde Washington inicialmente negó ser agente de la CIA, asegurando que ella era una simple funcionaria diplomática. A los tribunales italianos les dio igual su defensa en diferido: en 2009 todos los agentes nombrados por Spataro eran condenados por el rapto de Abu Omar. Entonces la exespía recibió la condena in absentia de cinco años de prisión por participar en el secuestro que ahora la justicia italiana espera poner en práctica. Ya han avanzado que no hay intención de un segundo juicio.

Rechazo de la ‘jaula dorada’

La mayoría de los agentes implicados en el caso aceptaron una nueva vida mucho menos interesante de la que habían vivido hasta ese momento. Al haber sido identificados públicamente por la Justicia italiana era imposible volver a trabajar como un agente clandestino. Todos fueron redestinados a puestos burocráticos en EEUU, donde se les ordenó no viajar fuera del territorio nacional. De participar en operaciones internacionales pasaban a vivir en una especie jaula dorada.

De Sousa, sin embargo, se rebeló. Al haber nacido en la antigua colonia portuguesa de Goa, en la India, gran parte de su familia vivía en Europa y Asia. Le resultaba profundamente injusto ver coartado su acceso a sus seres más queridos, especialmente porque negaba haber participado en el rapto de Abu Omar, al menos directamente.

Tras su condena la luso-estadounidense reconoció que sí formaba parte de la agencia de inteligencia, pero insistió en que no se encontraba en Milán el día en el que se produjo la abducción del clérigo. Estaba en los Alpes, esquiando con su hijo. Según De Sousa, su única implicación en el asunto fue servir como intérprete para otros agentes de la CIA durante la reunión que celebraron con sus homólogos italianos antes de llevar a cabo la operación.

Frustrada por la orden que le vetaba salir del país, renunció a su cargo oficial dentro del Departamento de Estado en 2009. Poco despúes presentó una denuncia en contra de la CIA por no haber invocado su derecho a la inmunidad diplomática cuando Italia la acusó del rapto. La denuncia fue desestimada por la Justicia norteamericana.

Detención en Lisboa

Durante varios años De Sousa evitó pisar suelo europeo, limitando sus visitas internacionales a la India, donde vive su madre. Con el paso del tiempo, sin embargo, decidió arriesgarse a visitar su familia en Portugal. Lo logró en varias ocasiones, pasando largas estancias en el país. Pero cuando intentó volar desde Lisboa a Mumbai en agosto de 2015, las autoridades fronterizas notaron que había una orden de busca y captura registrada en su nombre y la detuvieron.

De Sousa apenas pasó una noche en los calabozos, pero enseguida llegó la orden de extradición italiana. Durante el último año y medio la exagente ha luchado en los tribunales lusos para conseguir que estos rechazasen cumplir la orden, alegando que el juicio in absentia en Italia violó sus derechos constitucionales. Todos han fallado en su contra, aunque han puesto la celebración de un nuevo juicio en Italia como condición de su extradición.

La última esperanza de De Sousa era su apelación ante el Tribunal Europeo de los Derechos Humanos, pero en enero este órgano también rechazó suspender su extradición el pasado tres de enero, sellando su destino.

Durante el último mes la exagente apeló tanto a la saliente Administración Obama, como la nueva Administración Trump, para que intervinieran en su caso. Personas próximas a la familia De Sousa admiten que la semana pasada concedió una entrevista exclusiva a Fox News porque es sabido que el actual presidente estadounidense presta especial atención a esa cadena de televisión. En declaraciones ante los medios antes de su detención el lunes, la exagente lamentó su “situación surrealista”.

“Quienes hemos sido condenados por este crimen éramos todos diplomáticos acreditados ante el Gobierno italiano. Se nos ha juzgado como agentes clandestinos, y el Gobierno norteamericano ha negado nuestra afiliación oficial. Nunca habría aceptado un puesto en la CIA si me hubiesen dicho que hacerlo implicaba renunciar a viajar al exterior y visitar a mi madre en Goa”.

“Soy una cabeza de turco en este caso, pagando por una rendición financiada por el Congreso estadounidense, con el visto bueno de altos cargos de los Gobiernos de EEUU, Italia y Egipto. Me siento traicionada, pero espero que la Administración evite que se asiente este precedente, que diplomáticos y agentes de inteligencia estadounidenses sean procesados por Estados extranjeros”.

Solicitud de clemencia por parte de Abu Omar

La eurodiputada portuguesa Ana Gomes ha sido una de las más fieles defensoras de De Sousa desde su detención inicial en el Aeropuerto de Lisboa. En declaraciones a EL ESPAÑOL, la política asegura que se están violando los derechos de una ciudadana europea que ha sido traicionada por el Gobierno estadounidense. “Sabrina de Sousa es una víctima de una situación profundamente injusta en la que está siendo obligada a responder por una operación ordenada por sus superiores”, defiende la eurodiputada.

Gomes lamenta que De Sousa sea utilizada como “chivo expiatorio” por el programa de torturas de la CIA, programa que contaba con la colaboración necesaria de varios Estados miembros de la Unión Europea. La política socialista señala que el juicio de De Sousa no fue justo en parte porque mucha información relevante fue omitida del proceso al ser denominada ‘secreto de Estado’, protegiendo a los altos cargos responsables por operaciones como la del rapto de Abu Omar.

“Me preocupan estos factores, además del hecho que haya sido juzgada in absentia en Italia, sin las garantías que acompañan un proceso justo y equitativo”, sentencia.

En declaraciones a la prensa lusa, el abogado de la exagente, el jurista Manuel de Magalhães e Silva, ha indicado que aunque De Sousa se encuentra “serena”, es muy posible que pase los próximos años encarcelada sin que se celebre el nuevo juicio que los tribunales lusos pusieron como condición para su extradición.

“El Ministerio de Justicia italiano ha llegado a decir que no tiene derecho a un nuevo juicio, ni a recurrir el anterior, ya que un abogado de oficio la representó”, declaró el abogado. “Italia se comporta como un Estado paria”.

Inesperadamente, Abu Omar, el clérigo que los italianos consideran como víctima de De Sousa, se ha pronunciado a favor de la exagente a través del periódico británico The Guardian, asegurando que “ella y los otros agentes son víctimas sacrificadas por la Administración, por los altos cargos que realmente deberían pagar por este crimen”.

“A esta señora la amenazan con una pena de entre cuatro y seis años. Yo he pasado cuatro años en la cárcel, y no le deseo eso a nadie, y menos a ella. Mientras estuve en la cárcel murió mi madre, no pude ir a su funeral. Me dicen que a ella la detuvieron mientras intentaba visitar a la suya. No quiero que pase por lo que yo pasé. Como musulmán: espero que la perdonen”.