Nabila Mounib, la 'Pablo Iglesias' de Marruecos.

Nabila Mounib, la 'Pablo Iglesias' de Marruecos. Abdelhak Senna Efe

África

El Podemos marroquí desafía en las urnas el 'poder absoluto' de Mohamed VI

Una coalición de izquierda nutrida por la Primavera Árabe se estrena en los comicios de este viernes.

7 octubre, 2016 01:28
Rabat

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"Libertad, honestidad y justicia social" son los cánticos con los que jóvenes e intelectuales recibieron en Rabat esta semana a Nabila Mounib, la única mujer al frente de un partido político en las elecciones legislativas que se celebran este viernes en Marruecos.

Esta profesora universitaria es la secretaria general del Partido Socialista Unificado (PSU) y la líder de la Federación de Izquierda Democrática (FGD, en sus siglas en francés), una coalición de la izquierda marroquí creada en 2009 pero que no se presentó a las últimas elecciones en 2011. Es la novedad de estos comicios y ya se la compara con el Podemos español.

Con el lema "Convierte tu voto en una fuerza, una herramienta para el cambio" se mueve entre los dos partidos mayoritarios, el islamista y gobernante PJD y el PAM, creado por un amigo de infancia del rey Mohamed VI y hoy consejero real. Así, la coalición se presenta como la "tercera vía" entre el islamismo conservador del PJD y el autoritarismo del PAM.

Como el partido de Pablo Iglesias, la FGD celebra debates y asambleas, tiene una base dirigente de universitarios y cuenta con el apoyo de los jóvenes del Movimiento 20 de Febrero (20F) que salió a la calle en Marruecos durante la Primavera Árabe. "La comparación es halagadora. Muchos izquierdistas aquí hemos seguido la experiencia de Podemos y lo consideramos un ejemplo ", asegura a EL ESPAÑOL Loubna El Yousfi, del 20F y ahora militante en la Federación.

Las posiciones ante la monarquía y el Sáhara son las que más alejan a la coalición laica marroquí de Podemos, republicano y defensor de un referéndum de autodeterminación para la excolonia. La FGD exige una reforma constitucional y política con división de poderes, y una monarquía parlamentaria que limite la influencia de Mohamed VI.

De esta manera, el Gobierno sería elegido por el pueblo y supondría el fin del gobierno paralelo, conocido como Majzen, la oligarquía que verdaderamente constituye el poder fáctico en Marruecos al controlar la economía, el Ejército, los servicios de información y la judicatura, con el rey y sus familiares en la cúpula.

En cuanto a la territorialidad del Sáhara, la agrupación de izquierdas defiende una autonomía avanzada y democrática. Hace tan sólo unos meses, en noviembre de 2015, Nabila Mounib presidió la delegación de partidos de izquierdas que visitó Suecia para impedir que el país europeo reconociera la República Árabe Saharaui Democrática (RASD).

Otros objetivos del grupo de izquierda es eliminar las prerrogativas de los parlamentarios, invertir más en educación y cultura, conseguir una economía que además de ser sólida y productiva sea solidaria, una reforma religiosa y potenciar el Consejo Nacional de Derechos Humanos (CNDH). En política exterior, pretende reforzar los lazos con los países del Magreb y el mundo árabe. Y todo bajo el paraguas de la lucha contra la corrupción, el desvío de fondos y la malversación del dinero público.

En la coalición de la izquierda acompañan a la formación principal, PSU, el Partido de la Vanguardia y del Socialismo (PADS) y el Congreso Nacional Ittihadi (CNI). Han conseguido dar voz a una parte de la sociedad que no tenía representación política: los intelectuales de izquierdas, los profesionales liberales y los jóvenes más progresistas. En un llamamiento a los ciudadanos durante la campaña electoral, aseguraron que "eligiendo y marcando el símbolo de la carta -todos los partidos políticos se identifican con un dibujo dirigido a los analfabetos-, vais a cortarles el camino a los lobbies de la corrupción electoral, política, económica y administrativa. Un Marruecos posible desde nuestra perspectiva: El Marruecos de la ciudadanía, de los derechos y de la igualdad".

Estas son las mismas peticiones que los jóvenes del 20F reivindicaban en 2011 tras las primeras revueltas en Túnez y Egipto. Loubna El Yousfi, del movimiento en Casablanca, afirma que "algunos partidarios del 20F siguen optando por boicotear las elecciones; pero otros, como yo, pensamos que el contexto ha cambiado y que hay maneras para que una representación legítima elegida por el pueblo a través de las urnas pueda llevarnos a un cambio a largo plazo dentro de las instituciones".

DEL BOICOT A LAS URNAS

Éste parece ser el gran acierto de la coalición de la izquierda: conseguir que aquellos que pedían en la calle el boicot en los anteriores comicios se hayan integrado dentro de los partidos políticos. Para Nabila Mounib, líder de FGD y apodada la pasionaria de la nueva izquierda marroquí, "tras las protestas en las calles ha llegado la hora de la participación" y defiende la batalla en las urnas. Lo mismo ha pasado con los salafistas que ha captado el Istiqlal, el partido islamista conservador que defendió la independencia de Marruecos de Francia.

La Asociación Marroquí de Derechos Humanos (AMDH), también en las calles en 2011, se muestra neutral y no apoya a ningún partido político en estos comicios pero tampoco llama al boicot. Sin embargo, Hakim Sikouk, miembro de esta asociación en Rabat, aseguró a EL ESPAÑOL que "algunos de los militantes a nivel individual están por el boicot y otro muchos votarán por la Federación de izquierdas".

Cuentan con el apoyo expreso del sindicato Confederación Democrática del Trabajo (CDT) y la Unión Marroquí del Trabajo (UMT) hizo un llamamiento a no votar a los partidos tradicionales y convocó a los marroquíes a votar a la alianza de izquierdas en algunas regiones.

Así, a la izquierda de la FGD quedaría el partido sin representación parlamentaria Vía Democrática, en contra del rey y defensor de la autodeterminación del Sáhara.

A pesar de que en la campaña electoral se han prohibido los sondeos y las encuestas políticas, las fuentes consultadas por este periódico coinciden en otorgar la victoria al PJD, seguido del PAM y la tercera fuerza política sería el Istiqlal. Por su parte, desde la FDG estiman que en su estreno en las urnas podrían conseguir unos 20 diputados.

El sistema electoral y la atomización del voto con una treintena de partidos políticos impiden que una sola formación pueda conseguir la mayoría absoluta, pero sería imposible cualquier alianza poselectoral de la FGD con los partidos mayoritarios a quien Mounib califica de "bipartidismo artificial".

En lo que sí están de acuerdo todas las formaciones políticas es en que este viernes se consiga la mayor participación posible, aunque los expertos aseguran que será más baja que en 2011 cuando se abstuvo más del 55% de la población censada en el país.